Actualidad política

Panorama Político: Las buenas formas frente a la mala praxis

El Frente de Todos encara un gobierno con más puntos en el haber que en el debe. Fundamentalmente, cuidándole la vida a las/os argentinas/os, reconstruyó el desarticulado y desfinanciado sistema de salud y está a la vanguardia mundial de la salida de la pesadilla del Covid-19 con la producción de la vacuna. Paralelamente brindó contención económica a los sectores más vulnerables y a los más castigados. Como si fuese poco, simultáneamente, condujo de manera exitosa una de las tareas más difíciles en el plano económico, condición necesaria, no suficiente, para la reconstrucción del país: la restructuración de la deuda externa.
Para quienes hablan de “grieta”, lo que en verdad es el empate de hegemonías entre dos proyectos político-económicos histórico en Argentina, donde ninguno de los dos termina de consolidarse en el largo plazo-, trabaja articuladamente con la oposición, habla con todos los grandes medios hegemónicos que desestabilizan ininterrumpidamente; y tiene “buenas formas, buenos modales”. Sin embargo, es catalogado como antidemocrático, con neologismos que desconocen la tragedia argentina, como “infectadura”. Cualquier propuesta es desautorizada, sin siquiera ser sometida a debate parlamentario, como el proyecto de ley de reforma del poder judicial, porque es sólo eso, un proyecto, declarado insólitamente como “inconstitucional” en un comunicado de la Cámara del Crimen sin ningún sustento legal. Los portavoces son ex funcionarios o defensores de la alianza entre el poder judicial, los grandes grupo económicos y mediáticos y las fuerzas partidarias que conformaron el gobierno de Cambiemos. Son quienes espiaron a opositores, oficialistas, periodistas, empresarios, dirigentes sociales y hasta a sus propios familiares; quienes violaron todas las garantías procesales, sobre todo con la “prisión preventiva”.

La mala praxis mediática

El diario La Nación, por ejemplo, es uno de los que más fogoneó la marcha de ayer, la del anglicismo del 17 A. Es destacable que trabajadores periodistas hayan sacado un comunicado despegándose de esa fenomenal campaña opositora. En La Nación olvidaron que algunas de sus estrellas periodísticas han sido espiadas durante la gestión Mauricio Macri. Él, en pleno auge de la pandemia, pasea por las playas más caras de Europa; no se lo ve muy preocupado por la salud y la economía de las/os argentinas/os.

La Nación dinamizó la movilización opositora del 17 de agosto.

Alberto Fernández se esmera al extremo por escuchar a todos, y sistemáticamente brinda entrevistas, exponiéndose públicamente en exceso a un desgaste de su figura. Los medios de comunicación más cercanos al oficialismo también sobreactúan la “objetividad”, cubriendo por demás estas movilizaciones con horas e imágenes durante toda la tarde. Colaboran así a que la oposición gane una gran batalla sin haberla disputada, la de “la calle”. El Peronismo podría movilizar y ganar un terreno que le es propio, pero en este momento no puede hacerlo y debe resignarlo. Del otro lado, siempre hay insultos, agresiones, descalificaciones e intento de desestabilización. Habría que tener más presente la realidad lationamericana: Golpes de Estado, tanto los llamados suaves –Brasil, Ecuador, Paraguay, Honduras-, como los tradicionales –Bolivia-; las proscripciones –Evo Morales, Lula Da Silva, Rafael Correa-; las persecuciones políticas y judiciales, como la de Cristina Fernández-; y los golpes hasta aquí fracasados, como los de Venezuela y Cuba.

La estrategia regional

Asimismo, recordar las últimas dos reuniones de la Fundación para la Libertad, organización financiada por los grandes grupos internacionales y apoyada por las embajadas estadounidenses en los distintos países y la CIA. Allí, tras la reunión de Mario Vargas Llosa y Mauricio Macri, se delineó la nueva avanzada desestabilizadora en la región, a partir de adecuar las líneas bajadas por EE.UU. Esa estrategia no sale de las “cabezas” ni de Vargas Llosa ni de Macri; ellos son los responsables de darle visiblización para América Latina. Suele desautorizarse esta línea de análisis, generalmente sin un recorrido por la historia de la región, desconociendo, por ejemplo, el Plan Cóndor desarrollado por las dictaduras de los ´70-´80; la política de “América para los americanos”, de EE.UU., que considera a todo lo que queda al sur de ese país, “su patio trasero”. Se olvidan también los Golpes de Estado que fueron financiados por EE.UU. A lo sumo se recuerda el de Chile de 1973 contra Salvador Allende, a partir de la desclasificación de los documentos secretos norteamericanos. Pero claro, para ello hay que esperar que “ellos” decidan desclasificar la información que tienen de la injerencia sobre nuestros países soberanos. Bastaría con observar las consignas de todas las derechas de la región, y de España, para corroborar que son exactamente las mismas: libertad, democracia, no a la corrupción y libertad de expresión. “Reivindicamos algo tan sencillo como que España recupere los derechos constitucionales que nos ha quitado este gobierno felón”, sentenció el titular del partido de ultraderecha español Vox, Alejandro Hernández.

La derecha gobierna la mayoría de los países de América Latina. En general, llegó al poder mediante golpes suaves o judiciales, exceptuando Chile y Colombia. Como sus políticas son neoliberales, antipopulares, sus gobiernos suelen tener bajo índice de apoyo popular. Allí, Brasil, la propia Chile y Bolivia, son los casos paradigmáticos. Sin embargo, logran mantenerse en el poder. ¿Cómo, por qué? Básicamente porque su base de sustentación política no es, primordialmente, el voto de la gente: son los poderes fácticos, el judicial, el financiero y el mediático. Esa estrategia no es local, es regional, y cuando no alcanza para mantenerse en el poder, como en Argentina, es muy útil para desgastar, desestabilizar y limitar el accionar de un gobierno popular.
Así como los médicos suelen enfrentar juicios por mala praxis, sería políticamente interesante que los medios de comunicación sean cuestionados por la difusión de noticias falsas, como la propaganda para ingesta humana de dióxido de cloro, o el llamado a concentraciones de gente en épocas de contagios masivos por Covid-19. Si la gente se contagiara a tal punto que saturara el sistema de salud, el desgaste del Gobierno sería mayúsculo. No lo dicen, claro, pero su comportamiento irresponsable apunta a ese desenlace. Y lo saben.

La irresponsabilidad social

La concentración de ayer, del 17 de agosto –no es necesario llamarla 17 A como suele hacerse en inglés-, es una nueva manifestación de ese amplio sector social, básicamente antipopular de aproximadamente el 35 por ciento de la sociedad.  No porque no sea popular en términos cuantitativos, que sí lo es; no porque no haya una mínima confluencia de distintos sectores sociales, aunque claramente pertenecen a los “medio altos urbanos”. Sino porque su punto de encuentro es el enfrentamiento a cualquier Gobierno que lleve adelante políticas populares. Suele decirse que no hay ninguna o muy pocas coincidencias entre quienes vociferan irracionalidades en las movilizaciones como la de ayer. Pero sí hay un discurso político que los contiene y aglutina, y va más allá de lo económico. De hecho, hay sectores que se movilizan aún “en contra de sus propios intereses”. Por ese motivo, es más sencillo encontrarlos identificándose por lo que “no quieren”, más que por qué proyecto de país proponen. El aspecto cultural, de “clase”, en términos no sólo económico sino aspiracionales; lo simbólico, el diferenciarme más de lo que no se quisiera ser, aunque económicamente lo sean; el verse más como lo que se desearía ser; el lugar al que les gustaría pertenecer y ser asociados… Todo ello hace también a la conformación de un imaginario social de pertenencia. “El Coronoavirus no existe y el hospital público es una porquería”, pero después le exigen al Estado que descalifican, que le provean “plasma de convaleciente” aunque el protocolo médico no lo recomiende para todos los casos. Irracional por donde se lo mire, aún en contra de su propia salud. Si hay personas que llegan a exponer y contagiar a sus propios familiares a sabiendas de que podían hacerlo, qué quedará a la hora de cuidar “al otro o la otra”, que no tiene nombre, cara, ni se conoce.

Patricia Bullrich, presidenta del PRO, en la marcha del 17 de agosto.

Los responsables políticos de esa irresponsabilidad social nunca se harán cargo de sus actos. Históricamente, jamás lo hicieron. Ejemplo, Patricia Bullrich. Ahí está convocando a los mismos jubilados a quienes les bajó el 13 % de sus haberes cuando fuera ministra de Trabajo de la “otra Alianza”, la de Fernando de la Rúa.  Allí está, con discurso y comportamiento violentos y desestabilizadores, la ministra de Seguridad que perseguía y metía preso a un joven ventiañaero que posteaba una frase criticando al entonces presidente Macri. Y no es una ciudadana común, es la presidenta del principal partido de la oposición, el PRO. Histórica concurrente a la embajada de EE.UU.,  al igual que su colega Elisa Carrió, es la más antiperonista de todas las dirigentes, aunque, “casualmente”, fuera militante Montonera. También “casualmente”, nunca sufrió ninguna consecuencia política por ninguno de sus actos y funciones en los distintos gobiernos, aunque hable en “contra de los políticos”. Por el llamamiento a lo que es básicamente un contagio masivo que puede terminar de desbordar el sistema de salud, seguramente tampoco será cuestionada. La “justicia” nunca hace justicia con los propios.

“Buena y mala leche”

Buenas formas, frente a mala praxis. Una manera política sutil de reflejar lo que en el barrio se llama a lo que sí es una verdadera e irreconciliable grieta, entre los que actúan de “buena y mala leche”. Dicen que “Sí, se puede”, pero “no, no se puede”. El Frente de Todos es con todos y todas, quienes quieren un país inclusivo, incluido para las/os opostores, pero sabiendo que es a pesar de su mala praxis. Se criticaba a Lionel Messi porque supuestamente no jugaba bien en la Selección y sí en el Barcelona. Cuando había un equipo, el mejor de todos que jugaba en virtud suya, se lucía. Cuando no hay “un equipo”, como en la Selección, no puede. Y si el equipo le juega en contra, como el Barca actual, se come ocho como la semana pasada. No, con eso no se puede. Para que sea “para todos/as, es contra eso”.

ver más https://agendasur.com.ar/2020/08/08/panorama-politico-acuerdo-por-la-deuda-ahora-el-gobierno/

ve: https://www.libertadyprogreso.org/