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Entrevista a Daniel Arroyo, dip. Nacional: Estamos ante una situación de “implosión social”

“Se ve depresión o violencia, mucha gente “bajoneada” o dos que se miran mal y terminan a los golpes o a los tiros”.

El “acuerdo de caballeros de “productos esenciales” del Gobierno tiene claramente un tinte electoral. El Gobierno no cree en el plan y descubrió tres años y medio después que existe el Estado. En esencia, creo que llegó tarde”. Daniel Arroyo, diputado nacional de Red por Argentina, especialista en problemáticas sociales, es lapidario al describir la realidad social que se vive hoy en los barrios de todo el país: “El endeudamiento de la población genera un fenómeno de implosión social, de mucha gente que revienta para adentro. En los barrios se ve depresión o violencia, mucha gente “bajoneada” o dos que se miran mal y terminan a los golpes o a los tiros”.

“Se trabó la clase media, el único derrame que existe es el trabajo que genera la clase media”.

El ex dirigente del Frene Renovador se encuentra hoy construyendo la “unidad de la oposición”, con el Peronismo en general y el Kirchnerismo en particular, que considera indispensable para que no se consolide “este modelo que “deja a 20 millones de argentinas/os afuera; es el modelo de la soja, la minería, el sector financiero y los salarios bajos. En los barrios me dicen: “Júntense, no doy más”, es un ruego”. Si bien está relajado cuando en su despacho del Congreso recibe a Agenda Sur, se tensiona cuando le toca describir la situación actual de la Argentina: “Estamos ante una situación muy, muy crítica, muy distinta a lo histórico de la Argentina. Hace muchos años que hay una pobreza estructural, de alguien que no tiene los pisos de material, los servicios básicos o está con problemas con el trabajo. Pero hoy hay tres elementos que son nuevos: el primero es el aumento del precio de los alimentos: está absolutamente desbordado el precio de la canasta básica, le leche a $45 o $60 ha desacomodado todo, hay más gente en los comedores comunitarios y más chicos que se quedan a comer en las escuelas, con un empeoramiento brutal de la calidad nutricional. Si no se genera un control de precios de verdad de la canasta básica de alimentos, la caída social no va a tener piso, se va agudizar. Aún en momentos críticos, la comida estaba resguardada. Hoy no, y eso afecta fuertemente a las familias con chicos chiquitos.” Luego Arroyo señala el sobreendeudamiento de las familias: “las tarifas subieron mucho y, como no les alcanza, pagan el mínimo de la tarjeta o van al financista del barrio y se endeudan al 180% de interés anual, o con el que vende droga y tiene billetes”. Por último, identifica el tercer problema, la falta de trabajo: “A las tres de la tarde hay gente sentada en la puerta de la casa sin tener qué hacer. No sólo a fin del año pasado se perdieron 190 mil puestos de trabajo, y ahora más, sino que la gente que hace changas trabaja un par de días y se endeuda. Se trabó la clase media, el único derrame que existe es el trabajo que genera la clase media”.

Según el ex vice ministro de Desarrollo Social, si “hoy no hay una explosión social, es porque la gente no quiere líos porque sabe que es peor. Entonces se guarda, se tensiona:  hay implosión social.  De verdad es un momento bisagra, muy complicado.” La exclusión social es la cruda realidad de las políticas neoliberales que aplica el gobierno de Mauricio Macri: “Nosotros tenemos tres generaciones excluidas: un/a joven que no vio a su padre o a su abuelo trabajar; ya es mamá o papá, esos chicos ya nacieron, y vamos a entrar en una cuarta generación de exclusión si no hacemos algo ahora”. “Creo que no hay explosión social porque hay una cobertura muy grande, no sólo del Estado sino de las Iglesias, de las organizaciones sociales, de las escuelas, y porque ayuda el tema electoral: faltan pocos meses para las elecciones y la gente dice: “a estos (funcionarios actuales) no hay que votarlos”.

“El Gobierno descubrió tres años y medio después que existe el Estado”.

Es por ello que Arroyo le asigna tres tareas vitales al próximo Gobierno: “Establecer reglas para que comer sea barato; dar vuelta, junto a docentes y directivos, la escuela secundaria; y cortar la venta de droga en los barrios, creando una fuerza por afuera de la policía”. En ese sentido evalúa como urgente un “control de los precios de la canasta básica de alimentos, generar un sistema de crédito no bancario a tasas bajas para máquinas y herramientas para desendeudar a las familias; cuidar la industria textil donde trabajan mujeres y jóvenes; y hacer obras públicas de “pico y pala” para el millón y medio de jóvenes que no estudian ni trabajan”. En el mediano plazo lo que hay “que definir es el mercado de trabajo para reconstruir la situación social, que defina qué es competitivo (la soja, la minería, el sector financiero o la industria del software son competitivos: eso es siglo XXI); qué es socialmente relevante (la industria textil hay que cuidarla porque hay 24% de desocupación: eso es S XX); y crear obra pública de “pico y pala” para los jóvenes de la esquina, que están en el siglo XIX. Y construir tres millones viviendas, que es un derecho y un gran plan de empleo.” Un modelo que recupere la expectativa social ascendente, “que traccione socialmente hacia arriba”.