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¿Y la Nación? La hegemonía es “la grieta”

El crecimiento de la derecha. El FDT abortó el proceso destituyente.  Los desafíos del FDT y JXC para sus respectivos proyectos de país. Los “troskismos” de izquierda y de derecha. Qué destino tiene la idea de Nación.

En sus distintas expresiones, la derecha logró el triunfo en los principales distritos del país: el interior de la provincia de Buenos Aires, CABA (65%), Córdoba, Mendoza, Santa Fe y Entre Ríos, lo que, grosso modo, representa la mitad de los votos del país. Además, creció en otros distritos, como en el conurbano bonaerense, La Pampa, San Luis, Tucumán, Rio Negro, Santa Cruz y Chubut., ganando en varios de ellos. Así las cosas, la derecha tiene esa gran ventaja de cara al 2023.
 El Frente de Todos, por su parte, abortó un proceso destituyente, mitigó tanto la derrota que logró empatar la mítica provincia de Buenos Aires, que, en sí mismo, expresa el 37 % del electorado. “Pasadas las PASO”, no es poco: podrá seguir con su Gobierno, ni más, ni menos. Si bien perdió la mayoría en el Senado, no le será imposible conseguir los tres senadores que le faltan para el quorum. En diputados quedó mucho mejor parado de lo que se pensaba, conservando la primera minoría. Cuenta con la ventaja de ser oficialismo; de, en teoría, poder conducir la agenda política y los recursos del Estado.
Por fuera de estos dos grandes Frentes, los tercero y cuarto son aún más extremos, tanto el FIT como la utlraderecha. Con todo, la gran ganadora de las elecciones fue la llamada “grieta”: la hegemonía es que no hay partido hegemónico, sino el empate de hegemonías, cada uno con “su” proyecto político.

En la provincia de Buenos Aires, más allá de la gran remontada del Frente de Todos que le alcanzó para empatar el partido luego de ir perdiendo cuatro -por ciento-  a cero, el otro gran dato es que las distintas fuerzas de la derecha (Juntos por el Cambio, José Luis Espert y Cinthia Hotton) sacaron más del 50% de los votos. No importa que esta última no haya entrado a la cámara de diputados, ni que Espert haya conseguido tres lugares dejando afuera al – políticamente patético- Florencio Randazzo: la derecha es una agenda, son políticas, no nombres propios. No hay duda que esos votos son e irán para ese lado, “Juntos” o como se llamen. De lo contrario, corren el riesgo de terminar como una expresión testimonial de “troskismo argentino” de derecha.

En la provincia de Buenos Aires, más allá de la gran remontada del Frente de Todos que le alcanzó para empatar, el otro gran dato es que las distintas fuerzas de la derecha sacaron más del 50% de los votos.

Está tan claro que la economía es la gran ordenadora de las elecciones, como que con ella sola ya no se explica sociológicamente una sociedad tan compleja como la argentina. Si así fuera, Daniel Scioli debería haber sucedido a Cristina Fernández y JXC, tras la gestión Cambiemos, debería haber obtenido menos del 10% de los votos, y se fue con el 41%. Pesa, y mucho, lo ideológico. También  lo aspiracional de pertenecer a una sociedad de consumo propia de la clase media alta. Y a esta altura hasta lo filosófico, entendido como una matriz individualista donde las salidas colectivas importan menos que el “yo con mi vida hago lo que quiero porque a mí nadie me regaló nada”.  ¿Por qué impacta socialmente mucho más un hecho trágico que otro, si en ambos pierden la vida dos personas inocentes, ya sea un kiosquero o un joven jugador de fútbol? ¿Sólo es porque los grandes medios hegemónicos exacerban hasta el hartazgo el de La Matanza por intereses políticos y minimizan el sucedido en su protegida Ciudad de Buenos Aires? Es más, si nos detuviéramos en los detalles el segundo asesinato tiene el agravante de haber sido cometido por las fuerzas de seguridad que en teoría debieran cuidarnos, y a un chico de sólo 17 años. Evidentemente la explicación no es ésa…

La unidad del FDT es la base, de ahí, a la ampliación.

Otro caso testigo, preocupante y simbólico, es que dentro de la gran elección hecha por el esperpento de Javier Milei, su mejor performance la obtuvo no sólo entre las y los jóvenes, sino en una de las comunas más pobres de CABA, la ocho del sur (Villa Sodati, Villa Lugano y Villa  Riachuelo). Allí, paradójicamente, es la única comuna donde el Frente de Todos le ganó a JXC; está claro, sus votos se fueron aún más a la derecha.
En ese contexto, el FIT puede “festejar” sus cuatro diputados, si considera que el poder político es más o menos como gestionar una fotocopiadora de una facultad. Ganan un par de bancas en diputados en las elecciones de medio término que seguramente restarán en las presidenciales, como suele suceder. Otra expresión de cierta dirigencia política. El troskismo argentino pareciera dar esa interpretación al profundo cambio en la estructura social. Sus dirigentes se pelean por un lugar en la foto de campaña, -y no es exageración-. Mientras tanto, el discurso antisistema se lo robó Milei.

La Nación no tiene nada que festejar

No solamente por la grave crisis social donde una familia tipo “con” dos salarios mínimos está por debajo de la línea de la pobreza, sino porqué  queda para las y los desocupados o subocupados. Además, porque ante tal empate de hegemonías, es muy complejo el escenario a futuro. Los dos grandes espacios políticos tienen sendos proyectos de país, con la diferencia que el del FDT pretende incluir a todos en su modelo de desarrollo, y el de JXC es un modelo “hacia  afuera”, que justamente deja afuera a una porción grande de la sociedad argentina. Es un proyecto que “latinoamericaniza” Argentina, como otras sociedades hermanas escindidas socialmente, donde una parte no tiene acceso a las condiciones más básicas de vida, como  alimentación, salud y educación. Este fin de semana hay elecciones en Chile, “ejemplo” neoliberal, donde la mayoría no tiene acceso a la universidad, su presidente no puede salir del país por las cuentas off shore y otro candidato de la derecha vive –literalmente- en EE.UU. Esa sociedad quebrada, con muertos por la represión estatal es un ejemplo neoliberal. O Colombia, con terrorismo de Estado es otro. Argentina tiene una historia política, de militancia y organización que le permitieron resistir esos proyectos coloniales. Pero todavía no le da la fuerza para imponer su proyecto nacional y popular.

El desafío del FDT: preservar la unidad, ampliarla y constituirla de tal manera que contenga también a la zona centro del país que ahora le da la espalda.

El FDT basó su recuperación en el conurbano bonaerense, primera y tercera secciones electorales, pero no alcanza…

Así, una “Nación” no termina nunca de constituirse como tal. Ése desafío le cabe sólo al FDT. Para ello deber preservar la unidad, ampliarla y constituirla de tal manera que contenga también a la zona centro del país que ahora le da la espalda. También es inviable un proyecto que no exprese políticamente al menos a una parte importante de las provincias centrales del país. Sólo con el conurbano bonaerense (primera y tercera secciones electorales) y las provincias del norte no alcanza ni para ganar ni para gobernar. Concretar elecciones internas para contener todas las expresiones del FDT es un primer y gran PASO; institucionalizarlo para que las internas funciones como un dinamizador y no como un freno a la gestión debiera ser el segundo. Al mismo tiempo, ampliar la base de representación política y territorial con gobernadores e intendentes –quedó clara la importancia trascendental que tuvieron en la recuperación electoral- para hacer un gobierno más federal y menos porteño, son desafíos centrales. Aún a sabiendas que la ampliación es en sí misma un autolimitante: se sabe que sumando a la CGT y a los gobernadores del PJ más conservadores, se constituye un freno a reformas más profundas. Pero quedó claro: es esto o la derecha más recalcitrante. Y también esperamos que les haya quedado claro a sus dirigentes: salen “todos unidos triunfaremos” o salen todas y todos eyectados. Si se va Alberto no viene Cristina, sino la derecha.  La recuperación de la calle con la movilización del día la militancia es el camino. Sin chicanas, como lo son excluir a ciertos sectores por el lado de los “organizadores”, ni llegar a la concentración cuando ésta finaliza para marcar presencia con la ausencia, por el lado de los “invitados”. Es demasiado importante lo que está en juego. Sin todo ello no alcanza para ganar en 2023, y menos para gobernar exitosamente. Una cosa es el Frente electoral, y otra es un Frente político transformador de la realidad. La Nación, el pueblo, lo espera, lo necesita.

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