Panorama Político: Acuerdo por la deuda; ahora, el Gobierno
Cuando el Gobierno inició su gestión, había “un” gran tema que iba a condicionarlo fuertemente: era la reestructuración de la deuda externa. Desde Agenda Sur dijimos que, si Alberto Fernández lograba un arreglo exitoso, tendría la posibilidad de volcar recursos a la reconstrucción del país, devastado por el neoliberalismo de Cambiemos. Luego surgió la inédita pandemia del Covid-19. Allí señalamos que el Gobierno debía contenerla dentro de los límites razonables de daños sanitarios, comparados con lo que sucedió, sucede y sucederá todavía en otros países. Hasta aquí, Alberto Fernández logró que el país tenga una baja tasa de letalidad, 1.8 por millón de habitantes, muy inferior a la registrada en zonas del primer mundo o de América Latina. También hasta aquí, la posición de los poderes ejecutivos locales de la oposición. que sí tienen responsabilidad de gestión, con sus más y sus menos, actuaron correctamente: si tuvieron que restringir la circulación para que no colapsara el sistema, lo hicieron. Muy distinto fue el comportamiento irresponsable de los sectores de la oposición -que no tienen responsabilidad de gestión-, los enrolados en la “(i)lógica de la anticuarentena”. Observamos que apuntaban al colapso del sistema sanitario para desgastar fuertemente al Gobierno, a partir de que ésa había sido la política central del Frente de Todos: salvar vidas y reconstruir el sistema de salud, también destruido por la gestión de derecha.
El Gobierno acordó con los acreedores externos, los más duros, la reestructuración de la deuda. Se anotó un gran logro político, ahora podrá empezar a mostrar sus políticas para reconstruir el país. No su “plan”, porque todavía falta el acuerdo con el FMI, y lo mejor que hizo hasta aquí es evitar los condicionamientos de los grandes poderes internacionales. Ellos y sus portavoces mediáticos reclaman “ver” el plan, para condicionarlo. Sin embargo, queda el otro gran problema humanitario: el Coronavirus está en su punto máximo, y en crecimiento, con serios riesgos de desborde del sistema sanitario. Además de la tragedia que esto implicaría, el costo político sería inmenso si se vieran las imágenes que en su momento experimentamos de otros países. La única solución posible, según los expertos, es clausurar duramente la circulación de gente en los próximos días. La apelación a la responsabilidad social no dio resultados en ningún lugar del mundo, muchísimo menos se puede esperar en un país que vivió culturalmente regido por el individualismo neoliberal. Una persona que no se cuida a sí misma ni a su familiar cercano, muchísimo menos se va a preocupar por “el otro”. Para que la Patria sea el otro, es indispensable evitar el colapso sanitario.
Reforma y resistencias
El Gobierno había elegido una política pública trascendental para retomar la centralidad política; la reforma del Poder judicial. Inmediatamente logró el acuerdo por la deuda con los acreedores externos que, en términos generales, tiene tres aspectos positivos: el ahorro de aproximadamente u$s 37 mil millones de dólares; la reducción a la mitad de la tasa de interés, de 7 a 3.4%; y que durante los próximos años, hasta el 2023/4 los desembolsos serán reducidos o bastante tolerables. Comparado con la pesada herencia Macrista, es muchísimo. El punto negativo es que, a partir de 2025, la curva de pagos sube de manera preocupante, y si se considera que habrá que sumarle el acuerdo con el FMI, que también implicará pagos en dólares, bueno, ahí la cuestión se pone mucho más complicada. Probablemente, para ese momento sea necesario una nueva renegociación. Con todo, el país habrá ganado también cuatro años para recuperarse económicamente de la brutal crisis por las dos pandemias: la del neoliberalismo, primero, y la del Covid, después. Como este acuerdo es difícil de criticar, particularmente por los dirigentes de Cambiemos, quienes generaron un endeudamiento inédito en la historia en sólo cuatro años, entonces la resistencia se centra en la reforma judicial: la Cámara del Crimen la declaró inconstitucional. Si es ilógico y muy poco democrático que cualquier juez pueda declarar inconstitucional una ley votada por ambas Cámaras del Congreso, qué decir de un papel que no es más que un proyecto de ley: sería inconstitucional debatir en el Congreso.
Primeras medidas post Neoliberalismo
Lo que se presenta como medidas post pandemia es, fundamentalmente, la intervención del Estado en la economía para reconstruir un país desindustrializado, con índices de desocupación y pobreza, récords. Y la génesis está en el modelo económico implementado por el ex presidente que, en plena pandemia, con pico de contagios y muertes, pasea por Europa. El relanzamiento del Procrear, potenciado con nueve líneas de créditos, será un puntal básico para uno de los sectores que más dinamismo y puestos de trabajo directos e indirectos genera en la economía, la construcción. A ello se le suma la ampliación generosa de la moratoria fiscal. Estos anuncios estaban preparados antes del acuerdo por la deuda, por lo que se verán en los próximos días más propuestas dinamizadoras de la economía.
El contexto internacional será otro gran escollo. Si bien el país tiene en estos momentos un superávit comercial de unos u$s16 mil millones, es más producto de la caída de las importaciones por la crisis que boom de las exportaciones. Al mismo tiempo, casi la mitad “se fuga” por la compra de dólares para atesoramiento. Si bien la restricción es muy fuerte, -Cambiemos la dejó en u$s 200 por persona- pese a sus políticas liberales-, todo parece indicar que habrá que hacerlo aún más estricto. Esta medida, y el negocio por los criaderos de cerdos para China, no son políticas que los sectores medios progresistas avalen. Pero es necesario dimensionar la crisis local y el contexto internacional muy adverso para conseguir divisas. China promete un negocio que representa el ingreso al país de u$s 27 mil millones. Es cierto que no es el negocio más deseable, que implica la “concentración vertical” -desde la producción a la comercialización-, pero con estas condiciones internacionales no hay muchas maneras de conseguir mejores opciones. Allí también habrá resistencias en un electorado afín al oficialismo. Será cuestión de contenerlas, al tiempo que se generen las condiciones menos adversas posibles para el ambiente. Analogía: una cosa es la megaminería extractivista a cielo abierto, otra decir “No” a cualquier proyecto industrial minero.
Como nunca antes en la historia, el Gobierno que asumió se encontró con una realidad inimaginada: de la crisis y la destrucción del Estado, se sabía; de la pandemia mundial, no. Las resistencias de los poderes fácticos, también se conocían. Algunas lecturas que no dimensionan en su justa medida la crisis y los condicionamientos externos e internos, quizás no tanto. Una cuarentena en serio, estricta, y medidas económicas excepcionales, quizás sean indispensables.