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Panorama político: La economía, la otra epidemia

“La salud y la ecomía”, o la economía (de algunos pocos). Ésa pareciera ser la cuestión. Frente a la presión ejercida por los grandes empresarios, a través de sus cámaras corporativas y sus lobistas partidarios y mediáticos, que pujan por “liberar indiscriminadamente el funcionamiento de la economía”, el Gobierno Nacional priorizó el cuidado de la salud de las y los argentinos. Sin embargo, eso no implicó que haya descuidado la profunda crisis económica en la que se encontraba el país y que, obviamente, se profundiza y profundizará aún más. De hecho, ésta fue una “semana” particularmente “económica”, primero con la discusión sobre el impuesto a las grandes fortunas y luego, y fundamentalmente, con la presentación de la reestructuración de la deuda externa. Con la muy paulatina salida “administrada” de la cuarentena, todo pareciera indicar que las próximas semanas también tendrán a la economía en el centro de la escena, siempre subordinada, esperemos, a los estrictos límites que el Covid-19 marca y marcará por vaya a saber cuánto tiempo.
Alberto Fernández hizo dos grandes promesas durante la campaña presidencial: gobernar con el objetivo de incluir a todos y todas en la economía argentina, y reestructurar la deuda para que su pago no implique condenar al país al atraso y al subdesarrollo. Eso votó el pueblo, no otra cosa. Y eso es lo que hace, cumple. No debiera ser un hecho destacable, pero con la reciente experiencia de Mauricio Macri, pondera en alza. A ello se le sumó una pandemia inédita en la historia de la humanidad, que en tres meses dejó al mundo económica y socialmente paralizado. Las consecuencias mundiales ya son cualitativamente trágicas, y cuantitativamente impredecibles. Una guerra, dicen algunos, mundial adjetivan otros. Aquí no hubo tiempo para prepararse para esta tragedia, ni países “neutrales” que produzcan para abastecer al resto, como fue el caso argentino. El Presidente también se hizo cargo de la pandemia del Coronavirus, hasta aquí elogiado por infectólogos y sanitaristas: por ahora, la “curva de contagios” es tal que el sistema de salud puede dar respuestas. Ése es el objetivo, no otro, y se está cumpliendo.

Los líderes “sin territorio” de Juntos por el Cambio no lideran, siquiera, a su propia fuerza.

Frente a ello, ¿qué hay? Los líderes “sin territorio” de Juntos por el Cambio que no lideran, siquiera, a su propia fuerza, éstos son los dirigentes que sí tienen responsabilidad de gestión. Aquellos, Macri, Patricia Bullrich, Miguel Ángel Pichetto, entre otros, apuestan al caos social sanitario. Es de la única manera que sienten que pueden recuperar protagonismo político. Por más que su cinismo les permita hablar de economía, después del desastre de su gestión (sin pandemia, claro está), saben verdaderamente que ése no es su fuerte para “volver”. Quienes tienen responsabilidades ejecutivas, sean gobernadores, Jefe de Gobierno o intendentes, tienen otra responsabilidad y “acompañan”, ya sea sentándose en la mesa donde se presentó la restructuración de la deuda, o hablando a través de los medios de comunicación en sintonía con la gestión sanitaria del Frente de Todos.
Los grupos fácticos de poder son siempre los mismos, con cualquier gobierno. El tema es la administración política de esos poderes; ponerle algún límite o, por el contrario, cuando además se les entrega la gestión del único resorte con el que naturalmente no cuentan, el Poder Ejecutivo. Los formadores de precios, que siempren los “forman” según sus intereses. Los bancos todavía no otorgan préstamos accesibles a las PyMEs y continúan con sus tasas de interés usurarias por las tarjetas de créditos. Los grandes empresarios, muchos de ellos de multinacionales, persisten en la lógica de echar empleados/as o bajar sueldos. Las energéticas sólo aceptaron no cortar el suministro a, en términos generales, a quienes están en niveles de indigencia. Las “prestadoras” de salud, no aceptaron “prestar salud” a toda la población. Eso sí, los test de sus afiliados los hacen los institutos públicos, como el Malbrán. Esto es, la salud pública subsidia a la privada. Aquí no se escucha la voz de los lobistas quejándose por los “subsidios que pagamos todos”. Los grandes medios de comunicación hacen lobby en contra del impuesto a las grandes fortunas, poniéndole el micrófono a sus empleados mejor rentados. Serían entre 2300 y 3800 millones de dólares que serán destinados a combatir la epidemia, y que pagarían por única vez unos 12 mil multimillonarios que tienen más tres millones de dólares cada uno. ¿Por qué se defenderán más los intereses de esos 12 mil que de casi 45 millones de personas?

Para Alberto Fernández es la “salud y economía”, en ese orden. Sin salud, no hay economía posible.

El Gobierno presentó la reestructuración de la deuda. Si lograse el acuerdo del 75% de los acreedores privados, habrá conseguido meterle la mano en el bolsillo a los bonistas. Será muy difícil, esto recién empieza, en los próximos 20 días lo sabremos. El objetivo es renegociar deuda por u$s 66.238 millones, con una quita del 62% en intereses y del 5,4% en el capital, y un plazo de gracia de tres años. La oferta implica una reducción en la carga de intereses de 62% (u$s 37.900 millones), una reducción del capital 5,4%, (u$s 3.600 millones) y no pagar  recién a partir de 2023, con una tasa promedio 2.33%, muy baja. Si la propuesta no fuese aceptada, habrá que ver cómo se enfrenta el default, nuevamente, quién lo pagará. En esa tensión está la economía argentina, veremos quién puja más y mejor. Cuanto más poder tenga el Gobierno Nacional, mayores posibilidades habrá de que primen los intereses nacionales de los/as argenitnos/as. Quienes no trabajan para ello, por acción o por omisión, apuestan por la crisis económica y social, a favor de los bonistas extranjeros y de las grandes empresas locales. Para ello, una crisis sanitaria donde el Estado no pueda dar respuestas satisfactorias de atención a la población, les es funcional.
Es por eso que el Gobierno plantea la “cuarentena administrada” con el acuerdo de gobernadores e intendentes.  Sabe que ahí se juega mucho de su destino político. La cuarentena es preventiva pero ya no obligatoria; se relaja día a día. Pareciera que no soólo en lo que oficialmente se habilita, sino también con “ciertas licencias” que se permiten, regulando los controles. Semanas decisivas, para “el pico” de la pandemia, para la reestructuración de la deuda, para tocar intereses de los privilegiados y contener a los/as más necesitados. Hay que pasar el invierno, diría alguien; la tormenta, otro; o todo eso junto, Alberto Fernández: es la “salud y economía”, en ese orden. Sin salud, no hay economía posible. De lo contrario, así como el personal jerárquico maneja los subets en los paros, podrían los grandes empresarios generar ellos solos la riqueza, sin empleados. ¿O será que la plusvalía la generan los/as trabajadores/as? Como es así, hay que privilegiar su salud y cuidar su economía.