Panorama Político: Mauricio Macri, entre Alfonsín y De la Rúa
La situación actual no es la misma que la hiperinflación de finales del gobierno de Raúl Alfonsín, ni que la crisis del 2001 de la retirada de Fernando De la Rúa; es una síntesis de ambas. A ver, repasemos algunos elementos ilustrativos… En lo económico, Argentina no está aún en una escalada hiperinflacionaria como la que se desarrollara a fines de los ochenta y principios de los noventa, pero si estos índices inflacionarios se dieran en otros países, seguramente sería catalogada como híper. Por estos días se supo que la mayorista llegó al 11.2% el mes pasado y acumula un 62.9% interanual. Las medidas económicas se anuncian, no se cumplen y generan nuevas medidas que tampoco se sostienen porque no hay poder político. El aumento de las naftas es un ejemplo, anunciaron el congelamiento por 90 días, duró 33. El país está profunda y peligrosamente endeudado y condicionado por el FMI. Nuevamente, como en el 2003 habrá que hacer, –ojalá se pueda-, una reestructuración de la deuda externa. El dólar no se contiene ni siquiera con la tasa de interés por arriba del 80% y liquidando todas las reservas del Banco Central. En síntesis, otra vez en default.
Las medidas económicas se anuncian, no se cumplen y generan nuevas medidas que tampoco se sostienen porque no hay poder político.
En lo político, el Presidente no conduce ni siquiera a su propia tropa, tanto Horacio Rodríguez Larreta, como María Eugenia Vidal y todos los intendentes se le despegan para salvar la Ciudad de Buenos y, quizás, algún municipio. Para eso sus intendentes hacen campaña sin candidato a Presidente y, en muchos casos, tampoco con gobernadora. Ejemplos: Morón, Quilmes, San Isidro, Vicente López. Muchos menos, claro está, puede marcar la agenda política o conducir a la oposición. Los grandes actores económicos nacionales y extranjeros ya no lo consideran como un Presidente con poder. Desde el FMI y el BID, hasta la UIA, la Mesa de Enlace o los empresarios nacionales le muestran que se reúnen, hablan y se dirigen con respeto presidencial a Alberto Fernández. Los representantes de la Iglesia le dicen a Macri en la cara –literalmente- que no conoce ni le interesa el rostro de los pobres. Él, quien pidió ser evaluado precisamente por ese ítem. Exceptuando a la Iglesia, que como institución por primera vez en la historia argentina estuvo “a la izquierda” del promedio de la sociedad marcando la agenda social, el resto pertenece a su autodefinido círculo rojo. En realidad, son los grandes grupos hegemónicos que formaron parte de la alianza de poder y ahora hacen fila para despegarse. En los grandes medios de comunicación también hay ejemplos: el presidente del grupo América, Daniel Vila, aseguró que fue extorsionado por el Presidente amenzándolo con quitarle un medio e iniciándole una causa penal: “No solamente tengo los Whatsapp, sino que saqué fotocopias de capturas telefónicas y las he hecho certificar por un escribano”. Más allá de esperar la denuncia penal del empresario y que la Justicia actúe en consecuencia, habría que repreguntarle a Vila en qué medida ese accionar condicionó el comportamiento de su medio en general, y del periodista a quien se lo dijo en particular, Alejandro Fantino, grandes “sostenes” de estos cuatro años de gobierno.
Los grandes actores económicos nacionales y extranjeros ya no consideran a Macri como un Presidente con poder.
En lo social, la desocupación superó los dos dígitos (10.6%, la más alta en los últimos 13 años) y la pobreza ronda el 40%. Hay una profunda crisis alimentaria que ameritó sancionar la ley de emergencia, a pesar de la inicial resistencia de Cambiemos, y que finalmente debió acompañar para no exponerse aún más políticamente. Proliferan nuevos clubes de trueque. El gobernador de Tucumán Juan Manzur anunció que hay provincias que evalúan sacar bonos como los tristemente célebres Patacones. El estallido de Chubut no se debe solamente al desgobierno provincial de Mariano Arcioni, de quien varios sectores piden su renuncia, más aún luego que dos maestras murieran en un accidente de tránsito a la vuelta de una protesta por…el pedido de cobrar sus sueldos. A ése nivel llegamos. Hay duelo y paro nacional docentes. La crisis es nacional. Las imágenes de gente buscando comida entre la basura o durmiendo en las calles, duelen, pero no a todos, a la gran mayoría del gobierno no, o lo disimulan bastante bien. Con todo, Macri está entre Alfonsín y De la Rúa. Ésa es la pesada herencia que deja este gobierno, y no sólo a Alberto, sino a todas/os nosotras/os.
La verdadera pesada herencia que deja este gobierno, y no sólo a Alberto, sino a todas/os nosotras/os.
Del “que se vayan todos”, a que llegue el Frente de Todos
No hay un grito “que se vayan todos”, sino que llegue el Frente de Todos. La esperanza de la reconstrucción del país que siente el pueblo hace que la crisis no se termine de disparar; con la mano dura y el gatillo fácil de la ministra de (in)Seguridad Patricia Bullrich, no es un dato menor. ¿Cuáles serían las consecuencias de un estallido como el del 2001 con esta política represiva? En aquel momento hubo 39 muertos. Alberto se expresó sobre el cuidado de estar en las calles. Ése el mensaje que no entendieron, o no quisieron entender, los dirigentes de izquierda. No significa que no haya que movilizarse, sino de la importancia de tomar los recaudos y tener responsabilidad social como dirigentes por el contexto político actual. Con todo, hoy no hay asambleas inorgánicas, hoy hay organización política que es conducida con extrema responsabilidad. La situación de crisis es canalizada institucionalmente por un partido político, técnicamente un Frente, y la esperanza depositada en un candidato, o mejor dicho dos, con Cristina Fernández de Kirchner. No son sólo los resultados de encuestas que vaticinan una diferencia de más de 20 puntos, sino el clima social generado por el contundente y verdadero plebiscito popular que significaron las PASO. Alberto seguramente superará los 50 puntos y estará cerca de los 54% conseguido por Cristina en 2011 (de mínima). Macri dice que hará 30 actos por 30 ciudades. El metamensaje sugiere que se conforma con el 30% de los votos. Y con completar su mandato. A esta altura, ya que no se pudo adelantar la fecha de las elecciones, y para no profundizar el daño social ocasionado, habría que pensar al menos en el adelantamiento de la entrega del poder luego del 27 de octubre.
Alberto seguramente superará los 50 puntos y estará cerca de los 54% de los votos conseguido por Cristina en 2011 (de mínima). Macri sugiere que se conforma con el 30%.
Alberto Fernández trabaja a futuro (inmediato), intenta aumentar su base de sustentación para tener la fuerza política necesaria, porque las transformaciones y las medidas que se tomen requerirán de mucho poder para implementarse. Es lo que se menciona como “el gran acuerdo de todas y todos los argentinos”. Por eso quiere ampliar su triunfo para contar con más diputados y senadores, y suma a todos los gobernadores. Para ello la presión sobre Juan Schiaretti para que defina su apoyo ya no es sólo del candidato sino de los propios referentes cordobeses, del senador Carlos Caserio y de los intendentes locales. Las idas y vueltas con las declaraciones y la reunión de la semana pasada tuvieron por estos días una posición expresada por el secretario de Comunicación y vicegobernador electo de Córdoba, Manuel Calvo: “Si Alberto es elegido Presidente, Schiaretti será el primer gobernador que se pondrá trabajar con él”. A esta altura, si esto no ocurriera con un apoyo más explícito antes del cierre de campaña, habrá que preguntarse qué puede condicionar tanto a Schiaretti como para exponerse tanto políticamente, más allá de su reconocido trabajo en las Sociedades Macri (Socma).
Falta poco más de un mes para las elecciones de octubre, falta mucho si se observa el daño que Macri y su gobierno le causan al país y a las/os argentinas/os. Faltan tres meses para el 10 de diciembre, mucho tiempo, más que la distancia simbólica que nos separa de la crisis social de 2001.