Panorama Político: Democracia o dictadura, la “grieta” latinoamericana
Como pocas veces, esta semana quedó expuesta la trascendencia de la política internacional en la esfera nacional. Al tiempo que la figura presidencial de Mauricio Macri se apaga, se agiganta trascendiendo fronteras la figura de Alberto Fernández. Así como las circunstancias políticas lo quisieron Presidente cuando hace seis meses casi nadie lo imaginaba, hoy América Latina lo encuentra convirtiéndose en un actor central ante la liberación de Lula Da Silva primero, y especialmente el golpe de Estado cívico-militar en Bolivia después. De un Presidente que simula no intervenir jugando claramente a favor de las fuerzas golpistas de derecha, a otro que se le planta al gran poder internacional de EE.UU. Argentina cambia también de posicionamiento mundial: de Donald Trump, de Jair Bolsonaro en Brasil y el grupo de Lima con Macri, a Andrés Manuel López Obrador de México, Evo Morales Ayma(ra) y el grupo de Puebla con Alberto Fernández: “Estados Unidos volvió a las peores épocas de los años ‘70”, definió su posición y la de su futuro gobierno.
Esta “grieta” entre quienes denuncian el golpe de Estado y a sus autores ideológicos estratégicos –el Frente de Todos-, y quienes consideran lo sucedido en Bolivia como poco más que una mera “transición” desordenada entre dos gobiernos “constitucionales” –Cambiemos-, adelanta lo que será el futuro inmediato de Argentina. La alianza Cambiemos viene radicalizándose desde que asumió el poder en 2015: de la unión de todos los argentinos, de cerrar la “grieta”, la escucha y el consenso, a perseguir a la oposición, a trabajadores que despidió por “ñoquis”, a querer desterrar al Kirchnerismo de la conciencia política del pueblo (como el golpe de Estado del ´55), a culpar al Peronismo por “supuestos ´70 años de populismo”. Consecuentemente, su “militancia” se radicalizó en las movilizaciones. La disputa ideológica entre ser un partido de centroderecha democrático o uno de derecha antidemocrático, se definió luego del 40% de los votos obtenidos por Macri y su resistencia a correrse de la escena. Y con la negativa a condenar el golpe de Estado deja un antecedente gravísimo de cara al futuro: si hubiera una situación similar en otro país (Argentina es otro país), no debería ser catalogado como un golpe y el gobierno emergente de esa crisis debiera ser reconocido como de “transición”. Más grave aún: no es un acto aislado de los principales dirigentes del PRO, sino de todo Cambiemos (Radicales, Coalición Cívica) a través de sus diputados y senadores, quienes sostuvieron institucionalmente la línea de Macri y Cancillería: “No hay elementos que permitan hablar de un golpe de Estado. (…) Es un periodo de transición abierto por las vías institucionales”. El papel del partido Radical y de sus dirigentes es patético: no fueron capaces de sostener lo que algunos de ellos habían dicho públicamente, ni el propio documento de su Partido. Votaron lo que votó su gobierno, del que la historia no los absolverá.
Desde la doctrina Monroe, “América para los (norte)americanos”, y el Consenso de Washington, llegaron las dictaduras a América Latina.
Mauricio Macri habría definido que Patricia Bullrich, una de las dirigentes con más llegada a EE.UU., quien siempre, históricamente, estuvo a su “servicios”, sea la presidenta del principal partido de la oposición. Eso significa que una gran aliada de “la embajada” estará al mando del PRO, lo que es una definición en sí misma de cuál será el tipo de oposición que encarará Macri, y por lo visto todo Cambiemos. ¿Cómo se explica que una política quien fue infiltrada en Montoneros, migró a los gobiernos más de derecha de la Argentina, funcionaria de Fernando De la Rúa –el de la baja del 13% de las jubilaciones y los 39 muertos- y Macri –ministra de “Seguridad” durante la desaparición seguida de muerte de Santiago Maldonado- jamás haya tenido nunca un problema con la justicia? Cambiemos siempre tuvo un discurso de consenso y republicanismo, que sólo es sustentable porque los grandes medios de comunicación y el poder judicial son parte de esa alianza. Ése fue su discurso, mientras gobernó persiguiendo políticamente a opositores y periodistas, con represión y quita sistemática de derechos para las grandes mayorías. Ahora lo replica con una supuesta “transición ordenada”; por abajo continúa erosionando la economía. Mientras lo correlación de fuerzas no le dé para más, hará una oposición política dura. Alberto Fernández deberá estar muy atento al viejo-nuevo paradigma que vuelve sobre América Latina. Desde la doctrina Monroe, “América para los (norte)americanos”, y el Consenso de Washington, llegaron las dictaduras a América Latina. Luego, hace diez años, con el golpe de Estado “suave o blando” a Manuel Zelaya en Honduras en 2009 se iniciaba el período de destituciones parlamentarias y judiciales -“lawfare”-. Ahora, con Bolivia se actualiza una modalidad que combina el golpe tradicional, lo intenta legitimar con una burda “legalización” del Tribunal Constitucional boliviano y le agrega elementos novedosos: el carácter estrictamente racista, el aporte de ciertas iglesias evangélicas y el perfil cesionista de la llamada “Media luna” rica de Bolivia, los estados de Oriente: Beni, Pando, Santa Cruz y Tarija. Recordemos que, en 2008, Evo Morales Ayma superó un intento desestabilizador y cesionista. Ahora pretenden volver a adueñarse del Gobierno Nacional subsumiendo a las grandes mayorías plurinacionales de Bolivia bajo la élite que había gobernado históricamente al país. Como no lo pueden hacer con el voto popular, lo hacen de facto. Recordemos que Evo cumplía mandato constitucional, había ganado las elecciones en primera vuelta por más de 10% de los votos. La OEA –que no es neutral precisamente y controló las elecciones en el territorio- habló de “irregularidades” en un porcentaje que es estadísticamente no significativo. No habló de fraude, que implica modificar el resultado de una elección. Con todo, Evo se sometió a su dictamen y aceptó nuevas elecciones. Sin embargo, la decisión de los aliados locales, la organización paramilitar Unión Juvenil Cruceñista, seguidores de Luis ¿“Macho”? Camacho, quien ni siquiera se presentó a elecciones, con el apoyo indispensable de la embajada de EE.UU. y sus fundaciones que financian estos golpes (USAID, NED, CIA), estaba tomada. El gas, y fundamentalmente el litio, seducen. Tanto como los recursos chilenos (cobre, también litio), en este caso para sostener un gobierno que ya debería haber renunciado por sus violaciones a los derechos humanos.
Ya no podremos decir Nunca más en América Latina. Alberto la encontrará claramente volcada a la derecha.
Ya no podremos decir Nunca más en América Latina. Alberto la encontrará claramente volcada a la derecha. Ya tuvo su primer desafío ayudando a salvarle la vida a Evo y a su vice Álvaro García Linera, con su intervención para el asilo en México. Esas fuerzas nunca se fueron; están y estarán. Para enfrentarlos, Argentina cuenta con una movilización popular y conciencia democrática importantes; Bolivia también, sin embargo…