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Desde Quito: Crónica de una represión anunciada

Por Rafael Rodríguez Mayel

Fotos: Rafael Rodríguez Mayel

El malestar se sintió hace mas de un año, varios periodistas intervinimos a través de redes sociales para regar la noticia de lo que se aproximaba. Lenín Moreno había empezado a tener varias reuniones privadas con Mike Pence, vicepresidente de EE.UU y  Mike Pompeo, Secretario de Estado de los EE.UU. Estos encuentros no significaban un buen augurio para nadie. Ya vimos la mano fulminante del neoliberalismo pasar por Grecia y en América del Sur, por Argentina pero a Moreno le seguía importando poco. Ecuador era una pieza clave para el FMI, Moreno para esas fechas ya era seducido por el mencionado sistema financiero.

Empezó por perdonar deudas colosales a la empresa privada y a la banca, treguas entre la oligarquía desterrada en el tiempo del expresidente Rafael Correa. En fin, un sin número de actividades que ya nos avisaba este derramamiento de sangre que vivimos.

El pasado martes 1 de octubre Moreno en Cadena Nacional comunicó a la ciudadanía sobre el acuerdo 883 que en sus principales cláusulas daba de baja el subsidio a la gasolina y al diesel, esa misma noche un grupo de ciudadanos salió a las calles a protestar. Al día siguiente, los dirigentes del Movimiento de Transportistas anunciaban una paralización nacional de funciones lo que fue la antesala al Paro Nacional de Ecuador.

Como predicción, el jueves Quito amanecía sin servicio de trasporte público y privado en las principales calles y arterias de la capital, ya se quemaban llantas a manera de rechazo, estudiantes, comunidad en general y varios movimientos obreros se sumaban al paro. Dos días intensos de enfrentamientos entre policías y protestantes, en la noche del jueves ardía el Centro Histórico de Quito: bombas lacrimógenas, balas de perdigón, y mucha represión por parte de la policía nacional de Ecuador, se hacía sentir. Esa tarde Moreno en cadena nacional anunció el estado de excepción desde Guayaquil y ya no desde Quito, pues se disponía a cambiar la sede gubernamental, algo que se avala en el estado de excepción.

Para el día viernes se sumaban más ciudadanos inconformes con Moreno y esta vez el escenario de enfrentamientos fue el parque “El Ejido” en donde se evidenció más represión. 

Moreno que pedía diálogo con transportistas lo consiguió, se firmaron y acordaron el alza a los pagos de pasajes en transportes públicos tanto locales, regionales y provinciales. Pero la cosa no se frenaba ahí, para ese momento el Frente Unificado de Trabajadores (FUT) y la Confederación de Nacionalidades Indigenas de Ecuador (CONAIE) anunciaban en rueda de prensa una gran llegada de colectivos y comunidades indígenas, los mismos que ingresarían a Quito durante el lunes 7 y 8 de octubre para afincarse en la Casa de la Cultura Ecuatoriana (CCE) y en el parque “El Arbolito” y así prepararse para el paro y la marcha nacional por las medidas neoliberales lanzadas por el ejecutivo. 

Los organismos estatales no pronunciaron nada más que avalar el uso de la fuerza progresiva. A partir de ese día los enfrentamientos campales se mantuvieron con uso excesivo de la fuerza de represión. En las redes sociales se denunció el uso de gas lacrimógeno caducado, el mismo que una vez pasada su fecha de vencimiento es letal, sin mencionar el uso de bombas “limón” y balas de 12mm de perdigón. 

Ecuador se puso intenso este viernes cuando varias comunidades indígenas fueron atacadas después de una aparente tregua entre las fuerzas. El uso de la fuerza en este caso fue extremo, niños, madres, mujeres embarazadas y comunidad en general sufrieron grandes daños. No se ha contabilizado aún cuántos muertos hay desde el día de ayer pero se estima alrededor de 8 y centenares de heridos. En las últimas horas se confirmó la muerte de un líder indígena y dos bebés. Durante la madrugada de este sábado atacaron además con bombas letales el campamento del Parque “El Arbolito” para desalojar a la comunidad indígena que se encuentra en ese espacio de la ciudad. También lanzaron bombas lacrimógenas en la denominada “zona de paz” integrada por la Universidad Salesiana y Católica de Quito. Las calles de la capital se tornaron sumamente peligrosas en las últimas horas.

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