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El futuro de Uruguay, a elecciones

El domingo son las presidenciales en Uruguay. Cómo es el sistema electoral. El Frente Amplio busca recuperar el gobierno para la izquierda. Los proyectos políticos y la historia del FA.

El próximo domingo 27 se desarrollará primera vuelta electoral de las elecciones presidenciales en Uruguay. 2. 766.000 uruguayos/as están convocados a las urnas. El voto es obligatorio, y si ningún candidato alcanza el 50%, habrá una segunda vuelta –o balotaje- un mes después, el 24 de noviembre. Así se definirá el sucesor del presidente de derecha Luis Lacalle Pou, quien gobierna desde 2020, liderando con su partido Nacional, una coalición de cinco fuerzas: el Colorado (histórico partido del “Estado en el siglo XX”), Cabildo Abierto (vieja derecha militar al estilo Jair Bolsonaro en Brasil), el pequeño Partido Independiente y otro que casi ya no existe, el “De la Gente”.
En Uruguay no hay posibilidad de reelección inmediata, por eso Lacalle Pou no puede presentarse como candidato. Su partido es uno de los tradicionales del país, el Nacional o Blanco, que es más liberal en lo económico y su raíz histórica fue combatir al Colorado. El hoy  aliado es el Colorado, que en sus orígenes fue socialdemócrata y durante el siglo XX “fundó el Estado en Uruguay”. Ambos fueron rivales durante décadas, pero en el siglo XXI lo que los une es su “anti frenteamplismo”, por ello suman sus fuerzas para enfrentar a la izquierda del Frente Amplio (FA). A ese acuerdo en Uruguay se lo define como “rabanito: colorado por fuera, blanco por dentro”. Si bien van con fórmulas presidenciales separadas, se sabe que ante un eventual balotaje unirán sus electorados. Así lograron el triunfo a fines de 2019, con una diferencia del 1.3% sobre el entonces candidato de izquierda Daniel Martínez.
El FA se fundó en 1971 reuniendo en sus filas distintos partidos, de la centro izquierda a la izquierda más tradicional. Desde 1999 es la primera fuerza política del país cada vez que hay una elección nacional y llegó a gobernar durante 15 años consecutivos, con Tabaré Vázquez (2005-2010 y 2015-2020) y José Mujica (2010-2015) como presidentes. En 1999 y 2019 ganó la primera vuelta, pero no pudo evitar el balotaje, que perdió.
En esta oportunidad, el Frente Amplio presenta la fórmula Yamandú Orsi y Carolina Cosse. Las encuestas aseguran que el domingo será la fuerza más votada –se estima una diferencia que puede estar cerca de los 15 puntos sobre el oficialismo-, pero difícilmente llegue al 50% necesario para ganar la presidencia en primera vuelta. El Partido Nacional lleva como candidato a Álvaro Delgado con Valeria Ripoll como vice. Por su parte, el Partido Colorado, que actualmente se encuentra dentro de la coalición de gobierno, quedaría tercero con su propia dupla: Andrés Ojeda Spitz y Robert Silva.
Junto con las elecciones nacionales, habrá dos consultas populares, en las que el voto no es obligatorio: una reforma de la constitución para permitir allanamientos nocturnos, impulsada por el oficialismo Blanco; y otra para realizar varias reformas al sistema de seguridad social, y llevar la edad jubilatoria a los 60 años, más ligada al FA. Para que los plebiscitos logren su objetivo, deberán obtener más de la mitad de los votos válidos. La primera consulta es probable que sea aprobada, la segunda no.

Los tres principales candidatos en Uruguay del Frente Amplio, el Nacional y el Colorado

Los ejes de la campaña electoral

El principal problema de las y los uruguayos es la inseguridad, le siguen los temas económicos y el empleo. La corrupción, la falta de transparencia, los índices de desigualdad y la pobreza infantil se encuentran entre los principales planteos del progresismo del FA.
El candidato oficialista Blanco propone las reformas clásicas neoliberales: la de seguridad social -vía el plebiscito-, otra educativa y la reducción del aparato estatal. Álvaro Delgado asegura que busca construir “un segundo piso de transformaciones en el país para lograr un salto de competitividad”.  “Podemos ser el primer país desarrollado de América Latina”, concluyó.  Los ejes de su propuesta electoral para un “Uruguay más global”, son: mejoras en la infraestructura, el bienestar, el conocimiento y la construcción de “un Estado más simple”.


El oficialismo se jacta de la recuperación económica post pandemia: de una caída del 7.4% del PBI en 2020, pasó a años de recuperación primero y crecimiento después: del 5.6% en 2021 y 4.7% en 2022. Pero en 2023 hubo casi un estancamiento del PBI; sólo aumentó 0.4%. Para este año el Banco Mundial estima un crecimiento del 3.2%.
Sin embargo, la recuperación económica no benefició a todos por igual. Aunque el nivel del PIB en 2021 ya estaba por encima del registrado en 2019, la distribución fue despareja y los indicadores de desigualdad reflejan un deterioro social.
Según el Instituto de Economía de la Universidad de la República (IECON), “los ingresos de los hogares de 2023 tuvieron en promedio una caída de 1,6% respecto de 2019. Los hogares con ingresos más bajos fueron los que quedaron más abajo en la comparación. En el otro extremo, el 5% más rico de la población fue el único que logró incrementar –de forma muy relevante– sus ingresos. Si se excluye a este 5%, la caída promedio del ingreso del restante 95% de la población fue todavía mayor (2,6%)”.
Para Verónica González, militante del FA, “hubo un retroceso en las conquistas laborales, un cambio en reglas de juego en la negociación colectiva, retraso en las conquistas referidas a la seguridad social, aumentando la edad de jubilación. Además, se incrementó la pobreza infantil y la inseguridad está descontrolada”.
La corrupción fue otro de los temas que generó un conflicto político importante en el gobierno de Lacalle Pou. Un pasaporte exprés otorgado al narcotraficante Sebastián Marset, quien estaba preso en Emiratos Árabes Unidos, derivó en las renuncias de dos ministros, el canciller Francisco Bustillo, y el de Interior, Luis Alberto Heber, y otros funcionarios de menor jerarquía.

“El Frente Amplio te escucha”

Un año después de la derrota ante Lacalle Pou, el partido de izquierda uruguayo llevó adelante su “Congreso interno de autocrítica” a fines de 2021. Ése es el órgano máximo de su organización interna, integrado por mil militantes del Comité de Base. Después, la militancia salió a recorrer el país a preguntarle a las distintas organizaciones sociales y civiles cuáles habían sido las fallas de su último gobierno y qué propuestas tenían para el futuro: la campaña se llamó “El Frente Amplio te escucha”. Con toda esa información, el Congreso partidario debatió, consensuó y aprobó una nueva propuesta política. Hoy es la base de los 48 puntos del programa de gobierno 2025-2030 de Yamandú Orsi.
El encargado de las relaciones internacionales del FA, Pablo Álvarez, asegura que “la izquierda en Uruguay tiene una característica constitutiva: su fuerte de democracia interna. A lo largo del tiempo el FA ha priorizado el programa y la unidad”.  Luego de la derrota electoral en 2019, “se inició una revisión interna donde hubo un cambio de autoridades con el peso relativo de los partidos, y con el voto de sus militantes eligió el Presidente del FA”. En el Congreso, “el FA consideró que había debilitado su relación con sus bases sociales, los aliados estratégicos dentro del campo popular. Esto es: sindicatos, movimientos sociales y territoriales, cooperativos, estudiantes”, describe Pablo Álvarez. Algo similar le sucedió al Gobierno de entonces: “claramente el FA no pudo resolver el tema de la seguridad”, agrega. “Como hay un Congreso y concluye con un documento, eso sanea la discusión a futuro”. Pablo cuenta que con ese acuerdo y “con la estructura territorial, local, se inició la campaña “El Frente Amplio te escucha” en todo el país, para habilitar la discusión política con cualquier organización que quisiera tenerla, incluso con aquellas que no tienen una valoración positiva de la izquierda, como es la Asociación de Productores Ganaderos”.
A todo ello se sumó la vía de democracia directa con la junta de firmas y enfrentar así una mega ley presentada por Lacalle Pou para reformar  20 temáticas diferentes, llamada de “Urgente Consideración”. Si bien la ley fue aprobada, logró recolectar casi el 40% del padrón, lo que sirvió para reconectar con el electorado y demostrar la capacidad de movilización frente al Gobierno.
Por último, llegó la hora de la votación del programa político, que hoy es la base de la propuesta electoral de Yamandú Orsi. El programa tiene un perfil productivista, y entre los principales puntos se destacan: “el desarrollo sostenible y la promoción de cadenas basadas en recursos naturales; nuevo sistema de transporte “multimodal”, infraestructura y servicios logísticos; el turismo asociado a una concepción no sólo económica sino también cultural; generación de empleo; distribución justa del ingreso; la educación y la salud como derechos humanos; igualdad de género y seguridad social; abordaje urgente de la pobreza infantil; la seguridad con eje en la convivencia; el derecho a la vivienda; un Uruguay soberano, integrado a la región y al mundo; la construcción de la democracia del siglo XXI”.
El discurso y la esperanza se expresa entre los frenteamplistas: “En un futuro Gobierno, buscamos menguar la desigualdad social, colocar el foco en la educación, con políticas públicas que puedan expresar los intereses del país y de los trabajadores. Una fuerte política de vivienda, con perspectiva de género, que se encuentra en emergencia nacional. Una política de inyección de inversión al sector productivo e industrial q minimice la brecha social que hoy divide al país”, detalla Verónica González, militante de bases del FA.
El Frente Amplio también definió internamente que quien ganara las Primarias Obligatorias sería el candidato presidencial, y quien quedaba segundo el vicepresidente en la fórmula. Ahí están hoy Yamandú Orsi- Carolina Cosse, a días de ganar la primera vuelta electoral y, tal vez, recuperar para la izquierda el gobierno de Uruguay.  

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