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Minneapolis: Furia, dolor y cansancio

Por María Eva Dorigo, investigadora en género y sistema penitenciario. Desde EE.UU.

Minneapolis se levantó en llamas, encendido por los manifestantes protestando y pidiendo justicia por el asesinato de George Floyd a manos de un policía blanco. El fuego representa furia, dolor y cansancio. El fuego en las calles de Minneapolis recuerda al encendido por los mismos que pedían justicia por la muerte de Michael Brown en Ferguson (2014) o Freddy Gray en Baltimore (2015). Los repetidos pedidos de George Floyd mientras el policía blanco presionaba su rodilla contra su cuello, diciendo “I can’t breath” (no puedo respirar) hicieron recordar a los mismos pedidos de auxilio de Eric Garner en Staten Island (2014), cuando un policía blanco le hacía un chokehold (técnica de estrangulamiento) mientras Eric, tirado en el suelo inmóvil, se desvanecía por la falta de oxígeno.

“I can’t breath” (no puedo respirar) hicieron recordar a los mismos pedidos de auxilio de Eric Garner en Staten Island (2014).

Furia, dolor y cansancio es lo que siente la población Afro-Americana contando los muertos a manos de policías blancos. Y entonces siempre llega el fuego que luego se apaga, pero se vuelve a encender y así sucesivamente, por décadas. La razón: no se soluciona el problema de fondo. Superficialmente diríamos que el problema está localizado en el abuso policial, el gatillo fácil, “bad apples” (manzanas podridas), la infiltración de personas simpatizantes de la supremacía blanca dentro de la institución policial. Pero si escarbamos con fuerza, vemos otras aristas del problema. Una inequidad que se ha ampliado en las últimas décadas: racismo estructural en todas las áreas de la vida de la población Afro-americana, y un empoderamiento de grupos de la supremacía blanca incentivados por el discurso incendiario del presidente Donald Trump.

El ingreso anual promedio de una persona blanca es de u$s 123.400 versus u$s 54.000 de una persona Afro-americana.

En los EEUU no existe un salario mínimo a nivel federal, es decir, que son los Estados los que legislan o no el salario mínimo en cada uno. De acuerdo con National Low Income Housing Coalition[1], ninguna persona que gane el salario mínimo, que varía de Estado en Estado desde u$s 7 a 15 la hora (sólo 5 de los 50 Estados), puede cubrir el gasto de un alquiler de un departamento de tres ambientes.  Según una encuesta realizada por el Federal Reserve de 2016[2], el ingreso anual promedio de una persona blanca es de u$s 123.400 versus u$s 54.000 de una persona Afro-americana. El 73 por ciento de familias blancas tienen vivienda propia, pero solamente el 45 % de las familias Afro-americanas son dueñas de sus casas. El 60 % de familias blancas tienen cuentas de retiro, mientras sólo el 34 % de familias Afro-americanas cuentan con seguro de jubilación.

Cuando indagamos el tema del racismo estructural, encontramos un acceso desigual a la salud, la educación, la vivienda, a la justicia y al voto que se arrastra desde el último siglo. De acuerdo con información extraída del Centers for Disease Control and Prevention (CDC)[3], “las mujeres negras y las nativo-americanas son dos a tres veces más propensas a morir por causas relacionadas con el embarazo que las mujeres blancas”. Sin ir más lejos, si observamos las muertes causadas por el COVID-19, veremos que uno de cada 1.850 Afro-americanos mueren por Coronavirus (54.6 por cada 100.000), mientras sólo uno de cada 4.400 blancos (22.7 por cada 100.000) muere por esta causa.[4]

EE.UU. tiene el sistema penitenciario más grande del mundo, con más de dos millones de presos y 6.7 millones de personas bajo control penitenciario.

Las desigualdades en cuanto al acceso a la justicia son de las más alarmantes: desde arrestos con violencia desmedida, oficinas de defensores públicos con presupuestos irrisorios lo cual no garantiza el acceso a defensa de personas de bajos recursos, sentencias desproporcionadas, hasta la infiltración de sesgos raciales implícitos en la manera que los fiscales o investigadores policiales accionan. Estos ingredientes hacen que los EE.UU. tenga el sistema penitenciario más grande del mundo, con más de dos millones de presos[5] y 6.7 millones de personas[6] bajo control penitenciario en libertad condicional o probation (condena de ejecución condicional). Los Afro-Americanos son 5.9 veces más propensos a ser encarcelados que ciudadanos blancos,[7] convirtiendo al sistema penal y penitenciario estadounidense en la máquina de control social más grande del mundo.
Por último, es muy importante resaltar un grave problema dentro del sistema policial:  No existe un órgano independiente que supervise las tareas de las 12.000 comisarías[8] existentes en todo el país, excepto el Ministerio de Justicia, que sÓlo interviene en casos extremos. Existe lo que se llama Internal Affairs Office, un área dentro de las comisarías que investiga caso de abusos policiales. Es decir, que los policías de esa dependencia se investigan a sí mismos, lo cual propicia el encubrimiento. El oficial de policía que asesinó a George Floyd contaba con 18 quejas por abuso policial,[9] quien además cuatro días después del asesinato sigue libre, y cuyo único castigo fue ser apartado de la fuerza policial.
En conclusión, a menos que la sociedad estadounidense decida intentar resolver las causas del malestar permanente a consecuencia de injusticias que no sólo tienen que ver con el abuso de la fuerza policial, eventos como estos seguirán ocurriendo en otras ciudades debido al hartazgo general y la sensación de que entramos en un período de luto por otro hombre negro muerto a manos de un hombre blanco, cuando ocurre un nuevo homicidio. La población negra en los EE.UU. vive a punto de ebullición permanente, y los incendios no deben sorprender a nadie.


[1] National Low Income Housing Coalition, Fuera de alcance, 2019 https://reports.nlihc.org/sites/default/files/oor/OOR_FULL_spanish_2019.pdf.
[2] Federal Reserve, Recent Trends in Wealth-Holding by Race and Ethnicity: Evidence from the Survey of Consumer Finances, 2016 https://www.federalreserve.gov/econres/notes/feds-notes/recent-trends-in-wealth-holding-by-race-and-ethnicity-evidence-from-the-survey-of-consumer-finances-20170927.htm.
[3] CDC, Racial and Ethnic Disparities Continue in Pregnancy-Related Deaths, 2019.
[4] APM Research Lab, The Color of Coronavirus: Covid-19 Deaths By Race And Ethnicity In The U.S.
[5] Prison Policy Initiative, Mass Incarceration: The Whole Pie 2020 https://www.prisonpolicy.org/reports/pie2020.html
[6] Prison Policy Initiative, Correctional Control 2018: Incarceration and supervision by state.
[7] The Sentencing Project, Report of The Sentencing Project to the United Nations Special Rapporteur on Contemporary Forms of Racism, Racial Discrimination, Xenophobia, and Related Intolerance, 2018 https://www.sentencingproject.org/publications/un-report-on-racial-disparities/
[8] Bureau of Justice Statistics, Local Police, 2016. https://www.bjs.gov/index.cfm?ty=tp&tid=71
[9] CNN, The Minneapolis police officer who knelt on George Floyd’s neck had 18 previous complaints against him, police departme