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El superministro Sergio Massa, desde EE.UU. volando al Gobierno

“Coincidiendo con el Capital”, todos unidos, ¿triunfaremos?

La influencia de EE.UU en la llegada de SúperSergio al Gobierno. La interna. Las responsabilidades de Alberto, Cristina y Massa. La economía, la política, el futuro.

El lobby de Sergio Massa llegó a Estados Unidos. Y desde allí, de local, le hicieron saber a la entonces ministra de Economía que “para los mercados sería muy bueno” que Massa ingresara al Gabinete Nacional. Esa “sugerencia” sería avalada por la posibilidad concreta que destrabaría el crédito del Banco Interamericano de Desarrollo. Batakis asumió, el Gobierno “anunció que iba a anunciar anuncios”, no concretó casi nada y entonces se acentuó la corrida cambiaria. En ese lapso Batakis hizo su único viaje como Ministra y recibió esa respuesta poco hospitalaria.

Desde EE.UU. le hiceron saber al FDT que “para los mercados sería muy bueno” que Massa ingresara al Gabinete Nacional.

Gustavo Béliz, entonces Secretario de Asuntos Estratégicos, criticó duramente al presidente de Banco Interamericano de Desarrollo,  Mauricio Claver-Carone, porque no habilitaba créditos para la Argentina. Recién cuando el arribo de Massa estaba confirmado para el gran poder del norte, y para nosotros era solamente un “fuerte rumor”, liberaron u$s 200 millones. Béliz volvió a perder su clásico con “el otro Mauricio” (Clever-Carone): ya lo había derrotado en la puja que ambos tuvieron por la presidencia del BID. Entendió; renunció.

“SúperSergio”

Para asumir, Sergio Massa pidió “todo” el Ministerio de Economía. Generó un debate interno muy fuerte en el Frente de Todos que explica, no justifica, las semanas de incertidumbre. Esas discusiones generan inflación, más pobreza. “Es también la política, estúpidos”.
Alberto Fernández es claramente quien más pierde en esta movida: si a Massa le fuera bien, todos los méritos serían suyos y no habría dudas que en ese caso él sería “el candidato presidencial” del espacio. Si le fuera mal, -la tiene bastante difícil-, las responsabilidades serían de los tres: del Presidente, obvio; de Cristina Fernández por ser quien construyó y condujo este proyecto; y de Massa por ser la tercera pata, y quien lo ejecutó.

Para asumir, Sergio Massa pidió “todo” el Ministerio de Economía.

¿Por qué asumió entonces? Porque está en su ADN de poder y, sobre todo, porque sabe que es la única posibilidad de remontar su imagen pública, tan deteriorada por las continuos idas y vueltas. Es uno de los políticos con peor imagen: “ha militado tanto en el Peronismo como en el antiperonismo, desde los tumultuosos años 1980”. Así lo describió France 24; poco para agregar. Sólo que en esta catarata de desatinos y desencuentros por egos, de los tres fue quien que más y mejor intentó superar las enemistades y los caprichos personales del “no te llamo si no me llamás”. Se comportó así porque siempre tuvo claro que ésa era su única chance de llegar a ser candidato presidencial. Y hasta aquí tuvo razón. La única verdad es la realidad: él intercedió entre Alberto y Cristina vía Máximo Kirchner, con quien construyó una excelente relación cuando compartieron la presidencia de la Cámara y del Bloque del FDT en Diputados. De hecho, este esquema con un Massa-ministro con poder,  se lo sugirió Máximo hace tiempo al Presidente. Eran los momentos en los que en estas líneas -en panoramas anteriores de Agenda Sur- planteábamos la posibilidad de una fórmula Massa-Máximo en 2023; no es tan descabellada, con él u otro Kirchnerista, como Eduardo “Wado” de Pedro.

Alberto Fernández es claramente quien más pierde en esta movida.

Si todo este recorrido suena inverosímil, para muestras sobran botones. Apenas se supo de la “versión” de Sergio al Gobierno (Massa al poder) “pasaron cosas”: primero, dejó de subir el dólar, bajó el riesgo país y subieron los bonos argentinos; segundo, se destrabó parte del crédito del BID, falta otro que probablemente ahora se libere; tercero, Massa no sólo tendrá Economía, con Agricultura, Producción y otros organismos; será también el responsable de las negociaciones con los organismos internacionales de crédito (FMI, BID, Banco Mundial); cuarto, Mauricio Claver-Carone escribió: “Recibimos gratamente la oportunidad de trabajar con el Ministro de Economía de Argentina, Sergio Massa, y espero colaborar estrechamente con él en su función”. Fin del comentario.

Es la política, además de la economía

Los problemas económicos estructurales se acentuaron por la profunda crisis política del FDT, que nunca dejó de ser una coalición electoral para convertirse en una verdadera coalición de Gobierno. Jamás se consolidó una organización interna. Cristina no la constituyó cuando conformó el espacio. Alberto no la armó siendo Presidente. Responsabilidad de ambos. Por esa “ancha avenida del medio” se filtró Massa. Hoy todo el FDT, y el país, dependen de lo que él haga. Es político. Ahora varios analistas y dirigentes se dan cuenta de que el problema era, primero, político. Sin resolver esa cuestión interna, sin “ordenar” el Frente y el  Gobierno, no hay ninguna chance de afrontar lo verdaderamente importante: la inflación, la pobreza, la crisis, la deuda, la economía.
Hecho esto, los tres referentes del Frente están de acuerdo, y son iguales de responsables. Entonces ahora viene la pregunta: ¿cómo se hace para acumular reservas de dólares sin enfriar la economía, sin dejar cada vez más gente afuera? Ejemplo, aunque aún no había asumido, Massa ya tomó la primera medida: subió fuertemente la tasa de interés. Así se busca que el dinero no se vaya al dólar, que se quede en pesos, pero se enfría la economía. Son las famosas “tasas positivas” acordadas con el FMI: tienen que estar por arriba de la inflación. Si ésta es del 70 %, la Tasa Efectiva Anual de plazos fijos ahora es del 81.3 %.
Ése es el gran desafío del llamado Superministro, del Frente de Todos, del país.  No la tiene, no la tenemos fácil.  No hay dólares –imagínense si encima este año hubiéramos tenido que pagar los 20 mil millones de dólares comprometidos por el otro Mauricio, el expresidente Macri. Hasta aquí se logró evitar una devaluación que dejaría aún más gente en la pobreza. No es poco, pero tampoco suficiente, no alcanza. La situación económica es muy frágil, la social muy crítica. Pareciera que se encausó lo político. Ahora se intenta ordenar una economía carente de dólares –restricción externa-, en un contexto de pandemia y guerra. Pero queda el problema de cómo, al mismo tiempo, se incluye socialmente a los excluidos. Cómo, en este contexto, se respeta el acuerdo con el FMI y simultáneamente se dinaniza la economía y contiene socialmente. “Coincidiendo con el Capital”. Todos unidos, ¿triunfaremos?

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