8M Día de la Mujer Trabajadora: Las cooperativas y su lucha a favor de la mujer
El Día Internacional de la Mujer Trabajadora se conmemora todos los 8 de marzo desde el año 1977, cuando la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) lo designó en conmemoración de las mujeres trabajadores que murieron en un incendio en la fábrica Cotton (Estados Unidos). Las trabajadoreas se encontraban en huelga para denunciar las extenuantes jornadas laborales, el trabajo infantil, los bajos ingresos y la exclusión de la vida política.
La movilización termino con la muerte de 123 mujeres trabajadoras y 23 hombres. Aunque no se pudo demostrar, se sospecha que el dueño de la fábrica de camisetas prendió fuego el edificio para que las y los trabajadores no fueran a protestar. Se ha mencionado que el humo que salía de la fabrica después del incendio era de color violeta, color de la tela con la que fabricaban las camisas. Es por ello que el color violeta hoy representa al movimiento de las mujeres que llevan sobre sus hombros la marca de la lucha y de la resistencia.
Para revindicar a la mujer trabajadora y su lucha, este 8M visitamos una cooperativa textil de mujeres llamada “Mandarinas”, ubicada en Sarandí, Buenos Aires. Mandarina está integrada por 20 mujeres, mamás, que un día se quedaron sin trabajo, una edad a la que les era complejo reincorporarse al mercado labral.
“En Mandarinas éramos siete, algunas madres solteras, otra con movilidad reducida y chicas trans. Sin ser todas del rubro y con una máquina de coser familiar iniciamos la cooperativa. Fue ahí cuando descubrí lo que hace la unión”, Atenas.
Entrevistamos a Atenas, ella forma parte de la cooperativa y nos contó cómo empezaron y cómo creció la cooperativa:
“Mandarinas es una marca Nacional de la organización Barrios de Pie, nace en el 2013 y nuclea a otras cooperativas que tenemos en distintas localidades. Surge en un comedor comunitario Arco Iris. Yo, particularmente, tenía que ir al comedor porque me había quedado sin laburo y estaba con un bebé chiquito. Éramos siete, algunas madres solteras, otra con movilidad reducida y chicas trans. Sin ser todas del rubro y con una máquina de coser familiar iniciamos la cooperativa. Fue ahí cuando descubrí lo que hace la unión: luchar todas para el mismo lado. La cooperativa al mismo tiempo es un espacio de contención.”
A.S.- ¿Cómo se organizan con las compañeras que no tienen experiencia en el rubro textil?
Atenas – Nos capacitamos entre nosotras, las que más saben ayudan y capacitan a las compañeras hasta que aprenden; hay mucha solidaridad entre nosotras, lleva tiempo, pero se aprende.
A.S.- ¿Qué diferencia de trabajo hay con estar en una cooperativa textil o en un taller que te contrata?
– La diferencia es abismal. El rubro textil es mal pago, un aprendiz cobra cinco pesos por prenda. Tenés que hacer 100 prendas por día; sino cumplís esa cantidad, no te pagan. Podés estar cinco o 10 horas, y si te equivocas te lo descuentan: Te pagan en negro y sólo podes levantarte dos veces para ir al baño.
“Hoy con 42 años te cuesta mucho conseguir un empleo. Con hijos chicos en edad escolar no podés trabajar 8 horas. La cooperativa me ayudó mucho: somos mujeres, madres, y nos ayudamos con los horarios y las tareas para poder trabajar, describe Analía, trabajadora de la Cooperativa Mandarinas.
“Ayudamos a muchas chicas que vienen mal, por violencia de género psicológico sobre todo. Esto las ayuda un montón porque ya pueden tener su dinero, levantar el ánimo y muchas logran separarse”.
A.S. ¿Un mensaje para este 8M?
¡Vivan las mujeres que luchan por un mundo mejor! Juntas no tenemos techo.