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Ucrania: su historia, qué pasa y qué puede suceder

Por Rubén Pereyra

Donetsk y Lugansk: estas provincias se encuentran bajo poder político y militar de milicias separatistas, que se reconocen como parte de la Federación Rusa.

La atención mundial viró desde otros lugares calientes del globo: como Irán y Viena, donde se discute volver o no al acuerdo de las potencias nucleares con la República Islámica para tratar de impedir que este país musulmán chiita acceda a la elaboración de armas atómicas.; o China y su provincia, Wuhan, donde se originó el brote pandémico que aún hoy, dos años después, azota al mundo entero, tampoco ocupan la primera planta de los portales de Internet, revistas y diarios. La atención mundial se trasladó al este de Europa, concretamente a Ucrania y a su frontera oriental, la que limita con Rusia, donde se encuentran dos provincias teóricamente ucranianas, Donetsk y Lugansk. Estas provincias se encuentran bajo poder político y militar de milicias separatistas, que se reconocen como parte de la Federación Rusa.

El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, señala que esas milicias separatistas no sólo son apoyadas desde Moscú, sino que fueron directamente creadas por Rusia.


Este movimiento, que surgió años después de la separación de Ucrania de la disuelta Unión Soviética, mantiene una guerra permanente contra el poder ucraniano más proclive a Occidente y, de hecho, en pugna por entrar en la OTAN, la fuerza del Atlántico Norte que integran las naciones europeas junto con Estados Unidos, herencia directa de la Guerra Fría.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, así como sus antecesores del el 2014, señalan que esas milicias separatistas no sólo son apoyadas desde Moscú, sino que fueron directamente creadas por Rusia. Teniendo en cuenta la diversidad y la historia de Ucrania, y su relación con la Federación Rusa, es difícil no pensar que haya un sector de la población de lo que hoy es Ucrania que siga pensando que son parte rusa. Putin, desde ya, lo sostiene, aunque tergiversando o sosteniendo como verdad sólo una parte de la historia.

Ucrania hoy

Este país europeo es noticia hoy, junto con Rusia, porque el presidente ruso, Vladimir Putin, decidió reconocer la independencia de estas dos provincias y se comprometió a “mantener la paz” de la zona enviando tropas. Esto, que para los países occidentales es una virtual invasión a Ucrania, tendrá en principio consecuencias económicas para Rusia, que sufrirá sanciones por esta decisión supuestamente unilateral.
Los países occidentales amenazan con sanciones, incluido Estados Unidos, pero la verdad es que hoy nadie en el tablero mundial puede decir que juega con las cartas marcadas y sabe cuál es el final. Efectivamente, Rusia no puede darse el lujo de ser sólo un espectador en el juego de poder de las potencias, pero también es cierto que un tercio del gas que consume a Europa proviene de Rusia. Es decir, la Unión Europea, una vez más, no las tiene todas consigo en este momento, por más alardes discursivos de sus líderes.

Ucrania ayer

Esta región no siempre estuvo ligada a Rusia y pasó por diversas etapas, como la invasión mongol del siglo XIII. Fue parte de Lituania y de Polonia, alternativamente, hasta que Catalina la Grande se entregó al imperio ruso. Aun así, Rusia nunca tuvo control total del territorio ucraniano.
Cuando a principios del siglo XX Ucrania se independiza de la influencia rusa y también de la alemana, el final de la Primera Guerra Mundial y el ascenso de los bolcheviques al poder en Rusia la ubican otra vez en el centro de la escena.


Finalmente, tras guerras, idas y contramarchas, Ucrania termina como parte de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas. Esto, lejos de ser una solución, les costó sangre a los ucranianos. La colectivización forzosa de Stalin llevó la hambruna –conocida como Holomodor–; se calcula que unos cuatro millones de ucranianos murieron durante ese sangriento proceso, que explica bastante del recelo actual hacia la dominación rusa.
Muerto Stalin, y tras todos esos padecimientos, se suma otro conflicto motivado por la decisión política de Nikita Jruschov, quien cede a Ucrania la Península de Crimea, que hasta ese momento no era considerado territorio ucraniano. Crimea se transformó luego en otro foco de conflicto prorruso.

Ucrania después de la caída de la URSS

Poco tiempo después de la asunción de Gorbachov al frente del Partido Comunista en la URSS (PCUS), la posterior caída del Muro de Berlín y de todo el bloque soviético, muchas de las repúblicas que integraban la URSS también abandonaron el bloque soviético y lograron su independencia.
Uno de esos países fue Ucrania. El coletazo más importantes de esa separación fue el Memorándum de Budapest, que centralmente lo que resuelve es que Ucrania deja de ser un país con poderío nuclear. Los garantes de ese acuerdo fueron la Federación Rusa, Estados Unidos y Gran Bretaña, que también se comprometieron a no usar el  poderío nuclear para invadir o debilitar a Ucrania.
Digamos de paso, en relación con este tema, que la central nuclear de Chernobyl –donde se produjo, en 1986, el accidente nuclear más importante de la historia– queda en territorio ucraniano. Es entendible, también, por qué Ucrania no sólo firmó el acuerdo para independizarse sino también para sacarse el problema nuclear de encima y dejárselo a Rusia.

Qué se discute hoy en relación con Ucrania

Ucrania, desde que se recuperó su independencia en 1991, ha tenido diferentes presidentes que mantuvieron distinta relación con su antigua potencia dominante, Rusia; pero siempre intentando ser una democracia liberal occidental y con intenciones de sumarse el bloque militar europeo, la OTAN, dominado por Estados Unidos.
Por eso es que Putin denuncia “problemas de seguridad” para Rusia si Ucrania se suma a la OTAN, y pide a la Unión Europea y a Estados Unidos garantías de que Ucrania no entrará en el bloque militar. No le dan esas garantías y Putin echa mano a los separatistas ucranianos para presionar.
En este juego geopolítico nadie tiene un as en la manga. Estados Unidos depende de Europa para mantener su dominio hegemónico, a la vez Europa depende en gran parte del gas ruso. En ese sentido, un gasoducto que va a pasar por Alemania es uno de los proyectos rusos más ambiciosos. Si Alemania suspendiera esa obra (cosa que ya se anunció a medias), sería un gran golpe para la economía rusa. A la vez, Alemania no juega todas sus cartas a congelar el gasoducto, pues también su energía depende del envío de gas ruso.

Los presidentes chino y ruso, dos líderes mundiales de la nueva multipolaridad.


Ucrania, demás está decirlo, está colgado del pincel agarrado a la Unión Europea, que todo indica es el eslabón más débil de esta cadena de desatinos. Aun así, el poderío económico de Alemania, Francia, Gran Bretaña, etc., no son detalles, son datos a tener en cuenta a la hora de evaluar qué puede pasar con este atrevimiento ruso en Ucrania.

¿Y adentro de Ucrania?

Los ucranianos, incluido su presidente, descreen de una invasión, incluso se desmarcan de las diarias advertencias de Joe Biden respecto de que Rusia se prepara para invadir. Un estudio de una consultora ucraniana independiente marca cifras alarmantes de descreimiento respecto de una invasión, y critican a Estados Unidos porque denuncian que tiene sus propios intereses puestos en una acción violenta de Rusia. Concretamente, creen que Estados Unidos usa a Ucrania para dirimir sus problemas con Rusia.
El presidente Zelenski mismo ha hecho declaraciones bajando el tono a las declaraciones occidentales que alertan sobre una invasión inminente.

Putin

Por ahora es quien aparece mejor parado, pero tampoco las tiene todas consigo. Su régimen, cada vez más autoritario, puede restarle apoyo dentro de Rusia a una guerra con Ucrania con repercusiones en Europa y Estados Unidos. De hecho, las sanciones económicas europeas y estadounidenses que se aplicarán dañarán su economía.
El presidente ruso ha dado un paso importante al sellar una alianza cada vez más férrea con China; eso le da margen pero no le resuelve todos los problemas. Es un dato a tener en cuenta. Muy en cuenta.
En definitiva, Ucrania es una región, un país, un territorio en disputa. ´Pero se juega mucho más que eso, como pasa casi siempre en este tipo de conflictos que se sabe cómo empiezan pero no cómo terminan. Estados Unidos juega una de sus últimas cartas por mantener la hegemonía como potencia mundial; económicamente ya es superado por China, una espada de Damocles sobre las cabezas norteamericanas. Rusia se jugó para donde veía más luz, y se alió con Xi Jinping. Hoy nadie puede prescindir de China, Putin vio luz, entró y se metió entre los grandes otra vez.
Ya nadie duda de que vamos a un mundo multipolar. Sólo falta que Estados Unidos y Europa lo asuman para que tome forma un nuevo orden mundial que no surja de una guerra. Si no, la Segunda Guerra será apenas una muestra de la barbarie que la humanidad tendrá que tolerar.

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