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Panorama Político: Cuando febrero es marzo

Sólo dos meses: el Gobierno Nacional empezó las tratativas de renegociación de la deuda externa y los tiempos políticos se aceleran. Gran parte de lo que puedan, o no, hacer Alberto Fernández y el Frente de Todos depende de esta gestión. La gira exitosa por Europa, el encuentro con el Papa Francisco, las charlas con el FMI y su llegada a la Argentina, la presencia del ministro de Economía en el Congreso y el apoyo legislativo a la reestructuración, todo, tiene como centro la deuda. De ello dependerá que Argentina recupere algo de independencia económica y soberanía política, para llevar adelante una política que tenga como eje la justicia social. A la inversa será imposible, y sin descomprimir el peso de la deuda, sólo se puede esperar que la situación social empeore. Fuera de estas posturas hay oportunismo e infantilismo políticos, de quienes gobernaron recientemente, o de quienes nunca se platean la toma del poder, respectivamente.Así, los supuestos 100 días de “gracia” del Gobierno, se acortan a 60. El “límite” virtual es el de marzo, el del acuerdo con FMI.

Errores de forma

Esta semana fue la primera en la que aparecieron pequeñas diferencias en el oficialismo, que se expusieron torpemente de manera pública.  La oposición política, que está claro que es mucho más amplia y poderosa que la partidaria, las aprovechó sin demasiado esfuerzo. Sin hacer nada, se encontró con un par de temas que los pudo hacer “agenda”: los presos políticos y la seguridad beneficiaron a la oposición. A falta de una conducción homogénea y una estrategia política serias, aprovecharon los errores ajenos.
A ver: hay presos políticos, total responsabilidad del gobierno de Cambiemos. No hubo “justicia independiente ni debido proceso” para ninguno de ellos,as. Más allá de la visión que cada uno tenga de cada quien, fueron, y son, encarcelados injustamente. Primero: Alberto Fernández no sólo no tiene ninguna responsabilidad, sino que no puede hacer nada para resolver este grave problema con los derechos humanos de los presos. Si los llamara así, reconocería que hay “presos políticos” en su gobierno. Es insólito e ingenuo actuar de esta manera. Segundo: si lo reconociera, no puede indultarlos porque no fueron aún condenados. Tercero: si actuara, sería automáticamente cuestionado por no respetar la división de poderes e inmiscuirse en el Poder Judicial. Esto es, precisamente, lo que quiere que haga la oposición. Justamente por eso es que actuar así es funcional a la derecha. Lo que no quita que la militancia deba “traccionar” por izquierda instalando el tema, pero reclamándole al Poder Judicial, a la Corte Suprema, que son los responsables y quienes deber resolver el tema. Si no lo hiciera, sólo quedaría sobre la mesa la posición de la derecha. Elizabeth Gómez Alcorta, la ministra de las Mujeres, Géneros y Diversidad, nombrada por Alberto Fernández, fue la abogada de Milagros Sala. Lo que es toda una posición en sí misma. Hay que presionar, sí, pero ante quien corresponda: la Corte Suprema de (in)Justicia.
Con el tema de la “pelea” entre los ministros de Seguridad de Nación y provincia de Buenos Aires, sucede algo similar: cuando hay una política de Estado definida, luego toma trascendencia cómo se la comunica. Cuando el orden se invierte, o la política no está clara, aparecen los problemas, como en este caso. A lo que se le agrega, claro, los egos personales. El tema de fondo es que las fuerzas federales vienen con una dinámica de descontrol, o “autocontrol”, para llevar adelante “sus negociados”. Recordemos que Gendarmería era “el bastión” de Patricia Bullrich, a quien premió en su despedida. Como todavía es muy poco tiempo para resolver esta dinámica tan arraigada, el ministro de la provincia, Sergio Berni, no quiere en su territorio fuerzas que él no controla, ni siquiera sabe cuántos agentes son. La forma “pública” elegida no fue la mejor, y se generó un conflicto con su par de Nación, Sabrina Frederic. En verdad, habría que resolver internamente estos temas tan sensibles. Hay obligación constitucional de hacer público los actos de gobierno, no las menudencias internas. Alberto dijo muchas veces “volvimos y vamos a ser mejores”, estos viejos errores son importantes no repetirlos. Fue necesario divulgar una foto de Alberto con el gobernador, Axel Kicillof; no debió serlo.

Virtudes de Fondo

La oposición y los “opinólogos”, políticos, economistas neoliberales y periodistas, que durante cuatro años callaron u ocultaron todo, ahora reclaman que no hay un “plan económico”. Los dirigentes de Cambiemos dicen que, al ministro de Economía, Martín Guzmán, “le falta un presupuesto y un plan de crecimiento económico”, dicen, sentados ante “sus” periodistas y sin que se les caiga la cara de vergüenza. Sólo habría que recordar que en el 2019 deberíamos haber terminado con un dígito de inflación, según las proyecciones del mejor equipo de los últimos 50 años. Y hablan… En realidad, no ven, o no quieren ver, que el programa económico “es” la reestructuración de la deuda, y a partir de ahí volver a desarrollar el mercado interno, el mismo que ellos destruyeron.  No se pueden dar más precisiones porque serían inexactas: primero hay que acordar con el FMI y con los deudores privados, lo que puede ser más complejo que con los organismos internacionales, y a partir del acuerdo y saber con qué se cuenta, y con qué no, “abrir” los detalles. De lo contrario sería hacer dibujos económicos, como los de la gestión anterior.
“Ésta es una crisis en la que todas las partes tienen responsabilidad: Argentina; los bonistas –que decidieron apostar cubriéndose de riesgo y cobrando tasas altas por si la cuestión iba mal–; y el FMI, que realizó el préstamo más grande de su historia, que no se utilizó en absoluto para aumentar la capacidad productiva del país, por el contrario, se utilizó para pagar deuda en una situación insostenible, y para financiar la salida de capitales. El FMI es responsable”. Estas definiciones del ministro Guzmán, conforman, en sí mismo, la visión estratégica de la economía del Gobierno. Y lo más importante es que el discurso es unívoco en todos los ámbitos, locales e internacionales, institucionales y privados. Ésa también es una radical diferencia con el neoliberalismo. “Nosotros no vamos a permitir que fondos de inversión extranjeros marquen la pauta de la política macroeconómica. No tengan duda de que este equipo de gobierno defenderá los intereses del pueblo argentino”.
 El nunca más es al endeudamiento, no solamente a los políticos, economistas y periodistas integrantes de la alianza neoliberal que nos llevó a este condicionamiento actual. Ahora son capaces de decir, como el radical Mario Negri, que “nosotros coincidimos con el ministro que los argentinos tenemos que hacer un nunca más del sobreendeudamiento”. No, no todo es lo mismo, no todos son lo mismo. Algunos son los irresponsables que nos llevaron a esta situación, hoy devenidos en oportunistas. Al lado de la derecha, los infantilismos políticos de cierta izquierda troskista que nunca se plantea la toma del poder para transformar la realidad: “no hay que pagar la deuda externa”; impracticable. Por otro lado, el gobierno nacional y popular, los “responsables” que intentan liberarnos, una vez más, de esos condicionamientos externos.