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La disputa es siempre “Braden o Perón”

Más de medio siglo después de aquel simbólico enfrentamiento entre el representante de Estados Unidos y el líder argentino, la región aún se debate entre los proyectos de sumisión a las políticas de Washington o la construcción de una integración regional que le permita consolidarse como un punto clave en el esquema de un mundo multipolar. 

En 1971,  en el documental “Actualización política y doctrinaria” (1),  el ex presidente argentino Juan Domingo Perón (2) señalaba que “la evolución de la Humanidad siempre ha ido hacia integraciones mayores: del hombre a la familia, a la tribu, al Estado primitivo, al Estado feudal,  a la nacionalidad, que es la etapa que hemos vivido los de mi generación. Ahora ustedes vivirán la etapa que sigue: el continentalismo”.

Luego, Perón recordaba: “ya en el año 1949 dije con el motivo del Tratado de Complementación Económica, que tenía por finalidad constituir una comunidad económica latinoamericana con fines de integración continental, dije que ‘el año 2000 nos encontrará unidos o dominados’. Pero han pasado los años y hoy vemos auspiciosamente surgir revoluciones salvadoras en varios países hermanos del continente. Cuba, Chile y Perú son dignos espejos en los que han de mirarse muchos otros latinoamericanos que luchan por la liberación. Ahora es preciso que sin pérdida de tiempo se unan férreamente para conformar una integración que nos lleve de una buena vez a constituir la Patria Grande que la historia está demandando desde hace casi dos siglos y por la que debemos luchar todos los que anhelamos que nuestros actuales países dejen de ser factorías del imperialismo y tomen de una vez el camino de grandeza que nos corresponde por derecho propio”.

“El futuro de un mundo superpoblado y superindustrializado será de los que dispongan de mayores reservas de comida y de materia prima; pero la historia prueba que tales reservas son solución solo si se las sabe y se las quiere defender contra el atropello abierto o disimulado de los imperialismos”, concluía el líder argentino.

La primera década del siglo XXI encontró a la región a mitad de camino. Aún no se había podido construir la integración de la que hablaba Perón, pero comenzaban a surgir del propio pueblo – como anticuerpos contra el neoliberalismo – líderes populares que comenzarían a trabajar para hacer posible esa Patria Grande: Hugo Chávez (1999) en Venezuela, Luiz Inácio “Lula” da Silva (2003) en Brasil, Néstor Kirchner (2003) en Argentina, Tabaré Vázquez (2005) en Uruguay, Evo Morales (2006) Bolivia, Michelle Bachelet (2006) en Chile, Manuel Zelaya (2006) en Honduras , Rafael Correa (2007) en Ecuador, Daniel Ortega (2007) Nicaragua, Fernando Lugo (2008) en Paraguay y Salvador Sánchez Cerén (2014) en El Salvador.

Luego continuarían este camino Cristina Fernández (2007) en Argentina, Dilma Rousseff (2010) en Brasil, José “Pepe” Mujica (2010) en Uruguay, Nicolás Maduro (2013) en Venezuela.

En este camino, siempre en el marco de la Revolución Cubana conducida por Fidel y Raúl Castro y, hoy, por el nuevo presidente Miguel Díaz-Canel (2018).

Estos líderes reformularon la lógica neoliberal con la que había sido construido el Mercado Común del Sur (Mercosur), activaron el Parlamento del Mercosur, en 2008 fundaron la Unión de Naciones Suramericanas (Unasur)  y le dieron, dentro de ella, un espacio vital al Consejo de Defensa Suramericano y en 2010 lanzaron la Comunidad de Estados Latinoamericano y Caribeño (Celac), un espacio que contenía a todos los países de América excepto a Estados Unidos y Canadá. 

La Unasur evitó los golpes de Estado contra Evo Morales en 2008 y contra Rafael Correa en 2010 y, en 2014, la Celac declaró a América Latina y el Caribe como zona de paz. 

La integración económica, política y social comenzaba a materializarse. Estos espacios de integración comenzaron a darle forma al continentalismo y la región se transformó en un polo del actual mundo multipolar.

Estados Unidos vio como una amenaza a su hegemonía, la autodeterminación de lo que consideraba su “patio trasero”. Comenzaron las acciones de todo tipo: en Honduras, el clásico golpe de Estado en este caso contra Manuel Zelaya y luego el fraude electoral; en Paraguay y en Brasil los golpes de Estado parlamentarios contra Fernando Lugo (2012) y contra Dilma Rousseff (2016); el fraude electoral en Argentina (2015), la traición en Ecuador de la mano de Lenín Moreno (2017)  y el asedio permanente contra Venezuela, Cuba y Nicaragua.

Luego de este esquema de desestabilización multiforme, Washington movió las piezas que había logrado instalar y puso en práctica la tradicional frase que señala “divide y reinarás”.

Mauricio Macri (Argentina), el golpista Michel Temer y luego el neofascista Jair Bolsonaro (Brasil), Lenín Moreno (Ecuador), Iván Duque (Colombia), Sebastián Piñera (Chile) y el uruguayo Luis Almagro en la Organización de Estados Americanos (OEA) fueron algunas de las piezas claves que el proyecto imperial utilizó para romper los espacios de integración.

Se suspendió arbitraria e ilegalmente a Venezuela del Mercosur, se intentó en reiteradas ocasiones sancionarla en la OEA, se desmembró la Unasur y se desactivó la Celac. Se crearon dos espacios cuya única finalidad era justificar la agresión norteamericana contra el gobierno bolivariano: El Grupo de Lima (2017) y el Foro para el Progreso de América del Sur, conocido como Prosur (2019).

La resistencia de los procesos políticos populares en Cuba, Venezuela y Nicaragua, la llegada de Andrés Manuel López Obrador al Gobierno de México y los posibles triunfos del Frente de Todos en Argentina, el Frente Amplio en Uruguay y el Movimiento al Socialismo (MAS) en Bolivia comienzan a ilusionar con la posible reconstrucción de los espacios de integración destruidos.

La potencialidad que representa ver a la región como una sola unidad lo señala bien la ex embajadora argentina en Venezuela y en el Reino Unido, Alicia Castro, quien suele remarcar que “la Celac representa a un territorio de 33 países, tiene 600 millones de habitantes, 20 millones de kilómetros cuadrados, es el productor de alimentos más importante del mundo, el tercer proveedor de energía a nivel mundial, posee todos los recursos naturales y humanos para darles bienestar a todos nuestros pueblos”.

“Lo que hay que tener en claro, como lo pensaban nuestros libertadores hace 200 años, es que la unidad es imprescindible para poder tener soberanía política e independencia económica”, sostiene Castro (3).

En 1946 la disputa entre los proyectos de liberación o dependencia quedó plasmada en la frase “Braden o Perón” (4). El entonces embajador norteamericano, Spruille Braden, se había convertido en el jefe de la oposición argentina y el símbolo de la política imperialista que veía a los países de la región como las colonias norteamericanas. Unidos o dominados, desde ese momento, ahora y siempre, esa es la opción para todos los pueblos que habitan desde el sur del río Bravo hasta Tierra del Fuego.    

(1) El título completo del documental es Perón, actualización política y doctrinaria para la toma del poder, fue producido por el grupo Cine Liberación, que encabezaba Octavio Gentino y actual candidato a senador nacional por el Frente de Todos.

(2) Juan Domingo Perón, presidente argentino en tres oportunidades 1946 -1952; 1952 -1955 (derrocado mediante un golpe de Estado); 1973 -1974 (fecha de s fallecimiento).

(3) Entrevista realizada a Alicia Castro para el libro América latida – voces de una región en constante movimiento, del periodista y escritor Héctor Bernardo. Libro con prólogo de la periodista Stella Calloni – publicado por la Editorial de la Universidad Nacional de La Plata (Edulp). 2019.

(4) Spruille Braden fue embajador  de Estados Unidos en Argentina, Cuba y Colombia, como lobista norteamericano tuvo influencia en el enfrentamiento entre Bolivia y Paraguay conocido como la Guerra del Chaco, colaboró con las dictaduras de Fulgencio Battista en Cuba y Anastasio Somoza en Nicaragua, fue el líder articulador de la oposición contra Juan Domingo Perón en Argentina y participó activamente en el golpe de Estado en Guatemala contra Jacobo Arbenz en 1954.