“La Bauhaus fue el último gran movimiento de vanguardia”
Stern era la madrina del arte Madí, “y todo ese movimiento en Buenos Aires estaba impregnado de cierta vanguardia muy similar a la Bauhaus”
“Estudiando la vida de María Elena Walsh, yo veía que ella tenía una gran admiración por lo que pasaba en la casa de Grete Stern. La primera foto famosa de María Elena la saca Stern, María Elena tenía 17 años”. En esa casa de Villa Sarmiento, partido de Morón, vivieron la fotógrafa alemana y su pareja, el fotógrafo argentino Horacio Coppola. Durante muchos años, fue el epicentro de reuniones de escritores y artistas, desde Jorge Luis Borges hasta Pablo Neruda. Toda esta historia fascinante comenzó cuando le pregunté a Gabriela Massuh, escritora y ex directora de Cultura del Instituto Goethe en Buenos Aires, cuál había sido la influencia de la Bauhaus en Argentina.


Stern era la madrina del arte Madí, “y todo ese movimiento en Buenos Aires estaba impregnado de cierta vanguardia muy similar a la Bauhaus”. Pero la conexión de Stern y Coppola con la Bauhaus fue anterior. La joven pareja se conoció en la escuela fundada por Walter Gropius, coincidieron en las clases que daba Walter Peterhans, el gran maestro fotográfico de la Bauhaus. Tuvieron que abandonar Berlín ante la inminente llegada del nazismo; Grete era judía. Migraron a Londres, se casaron y terminaron en Buenos Aires.
“El germen de la Bauhaus se produce, más o menos, a comienzos del siglo XX. Eran años de profundas convulsiones, se caían todas las monarquías de Europa, se instalaba el comunismo y el pensamiento marxista florecía. La Bauhaus fue el último gran movimiento de vanguardia, el último en el cual se da algo que me parece una conjunción esencial para que se dé una vanguardia, que es la conjunción de la vanguardia estética y la vanguardia política”.
Las bases pedagógicas les proporcionaron a los alumnos una mirada integral del nuevo mundo que estaba naciendo.


En el momento de su fundación, Gropius pensó que una nueva sociedad exigía un nuevo tipo de artista. Entonces definió el programa pedagógico. “Hay una enorme diferencia entre aquella época y ésta, que es que aquella época tenía futuro, había una convicción de que el cambio en el futuro era posible. Sin esa convicción, no hubiera existido la Bauhaus”.
Después de la primera guerra mundial, las mujeres salieron de la casa y accedieron a espacios hasta entonces reservados para los hombres.
Las bases pedagógicas les proporcionaron a los alumnos una mirada integral del nuevo mundo que estaba naciendo. Y en este contexto, revolucionario para el arte, la participación de la mujer fue clave. En la Bauhaus, las estudiantes llevaban el pelo corto, vestían pantalones y eran dueñas de su propia sexualidad. Después de la primera guerra mundial, las mujeres salieron de la casa y accedieron a espacios hasta entonces reservados para los hombres. En ese momento, la Constitución de Weimar, (primera sede de la Bauhaus) de 1919, había dado un paso inmenso en la emancipación de la mujer, reconociendo sus derechos a voto y a estudiar en cualquier centro educativo. La fuerza de la mujer emancipada hizo tambalear las estructuras de la escuela, la igualdad de género existía, pero con algunos matices. “Diez años después de la Bauhaus se dio Bloomsbury, el grupo de Virginia Woolf. Grandes vanguardistas que también tuvieron un rol de la mujer muy avanzado. Y esto tiene que ver con la igualdad del nivel productivo que tenía la mujer en el marxismo. Esto es algo que relaciona a la Bauhaus con el marxismo. Que tiene que ver con una visión emancipatoria de la mujer, que es cambiar las reglas de la producción”. Entre los ideales que trataba este círculo artístico británico, se debatían preocupaciones aún actuales: igualdad de géneros, homosexualidad, bisexualidad, pacifismo, el arte como valor principal y feminismo.
Pero volviendo a la Bauhaus, en este contexto cultural fuertemente político, su nacimiento tiene que ver también con la historia de un país. “Alemania tiene una producción de sabiduría infernal y es capaz de expresarla y matarla, eso es muy increíble. El nivel de espíritu crítico que generó, no lo generó ningún otro país”.


La Bauhaus fue muchas veces etiquetada como movimiento burgués. Sin embargo, los primeros edificios que diseñó en Dessau eran para los obreros. “Hay un elemento importante de la Bauhaus que no es burgués, es el elemento `comunitario´, la aspiración de Gropius era hacer lo que en alemán se llama `obra de arte total´. Y esta visión de la creación grupal y transgresora de los géneros estéticos, no es nada burguesa”. Richard Wagner, defiende, en “Ópera y drama”, que la Gesamtkunstwerk (obra de arte total) es el desafío artístico esencial del futuro. La Bauhaus fue una clara expresión de esta idea. Unificó lenguajes y procuró un nuevo arte que, a su vez, dejó abierto el camino hacia una nueva manera de diseñar el mundo.
La entrevista con Gabriela continuó con la búsqueda de más conexiones entre la Bauhaus y Argentina. El viaje de Gropius a Buenos Aires, sus escritos en Revista Sur y la participación del diseñador y teórico argentino Tomás Maldonado en la Hochshule für Gestaltung de Ulm – postulada por Gropius como la continuadora de la Bauhaus -, fueron algunas de las numerosas vinculaciones de la escuela alemana con el Río de la Plata.
El legado de la Bauhaus perdura en las ideas y los debates sobre el nuevo diseño. La vuelta a la pedagogía de Gropius, su lectura y reinterpretación, quizás sean las claves para el nuevo artista que exige la sociedad del siglo XXI.