Por María Eva Dorigo, desde Estados Unidos.
Hemos tenido semanas convulsionadas en los Estados Unidos con el incidente de Jacob Blake y la policía en Kenosha (Wisconsin), el asesinato de dos manifestantes por un miembro de una milicia (en la misma ciudad) y el paro de la NBA en protesta por la violencia sin fin hacia los negros. Mientras todo eso sucedía, los partidos Republicano y Demócrata realizaban sus convenciones de cara a las elecciones del 3 de noviembre.
El partido Demócrata nominó a su candidato a Presidente durante la Convención Nacional Demócrata: Joe Biden. Los invitados para dar sus discursos fueron Michelle y Barack Obama, los ex-candidatos a Presidente para el partido Demócrata; una mujer cuyo padre republicano y “trumpista” murió de Covid 19; un activista a favor de la salud pública universal que sufre de esclerosis múltiple; el ex gobernador y republicano no “trumpista” John Kasick; Hillary y Bill Clinton, Bernie Sanders y Alexandria Ocasio-Cortez.
Los mensajes transmitidos tenían que ver con plantear una sociedad más inclusiva, donde la economía funcione para todos y no para algunos, y donde se replantee la salud pública para que ningún ciudadano quede sin cobertura médica. Se escucharon discursos sobre el ambiente, políticas migratorias que respeten los derechos humanos y sobre cómo encarar una estrategia para combatir la Covid 19. También se habló sobre un país que ponga en marcha una reforma para desmantelar el racismo estructural que viven millones de minorías étnicas.
Uno de los discursos más emotivos lo protagonizó Brayden Harrington. Se trata de un adolescente tartamudo de 13 años, quien habló sobre su encuentro con Biden (el candidato demócrata también sufre de tartamudez), quien en esa oportunidad le dio consejos para minimizar la dificultad en el habla. Esta conversación mostró a un Biden empático, en contraposición al presidente Donald Trump, un hombre con graves dificultades para demostrar compasión alguna.
Michelle Obama, quien nos tiene acostumbrados a discursos inteligentes y estratégicamente elaborados, elogió a Biden y llamó a cuidar el voto: “si hay alguna esperanza de acabar con este caos, tenés que votar por Joe Biden como si nuestras vidas dependieran de ello…tenemos que votar por anticipado, pedí tu boleta ahora y asegúrate que tus familiares y amigos también lo hagan”.
“Si hay alguna esperanza de acabar con este caos, tenés que votar por Joe Biden como si nuestras vidas dependieran de ello”, aclamó Michelle Obama.
En la convención Republicana, Donald Trump hizo algo sin precedentes: utilizó la Casa Blanca como espacio para el tradicional encuentro. La casa de Gobierno está prohibida para eventos partidarios. Participaron más de 100 invitados sin tapabocas y sin respetar el distanciamiento social. Entre los invitados a dar discursos, estuvieron: una activista en contra del aborto; la hija de un pastor hablando a favor de la libertad de religión; todos los hijos de Trump; una pareja armada que amenazó a manifestantes si pisaban su jardín durante una marcha de Black Lives Matter; el jefe del sindicato de policías de New York, Rudy Giuliani; el presidente del UFC (la liga de lucha libre); una mujer cuyo hijo fue atropellado por un inmigrante indocumentado (quien fue retirada de la lista por publicar en su cuenta de Twitter comentarios antisemitas horas antes del evento); y representantes de ambas Cámaras de Representantes.
En la convención Republicana, Donald Trump hizo algo sin precedentes: utilizó la Casa Blanca como espacio para el tradicional encuentro.
Los mensajes transmitidos por los invitados tenían que ver con el caos que provocaría el advenimiento de un gobierno demócrata. Advirtieron que los demócratas “vienen por tus armas, quieren abrir las fronteras, proponen el aborto libre, pretenden imponer un sistema comunista, son anti-policías y pro-criminales, quieren aumentar los impuestos a la clase media e imponer restricciones a la industria en materia de medio ambiente”, entre otras medidas.
Aunque Trump haya querido en estos cuatro días de convención pintar un país ficticio, la realidad golpea fuerte: con millones de personas que requieren seguro de desempleo, que sufren inseguridad alimentaria; desalojos inminentes; pequeños comerciantes que deben bajar sus persianas y protestas alrededor del país por la violencia policial sin fin.
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