Los apicultores advierten sobre la desaparición de la abejas. Proponen que la apicultura sea una materia en la escuela para comprender la importancia de estos polinizadores en el medio ambiente. El modelo de la soja transgénica dio vuelta todo. Pero aún quedan alternativas alejadas de la lógica de producción intensiva.
Cuando la producción de miel comenzó a bajar desde hace al menos 10 años, los productores apícolas de Argentina se preguntaban si esa caída tenía que ver sólo con la productividad de la colmena, con el clima, con el precio de la miel o con la rentabilidad. Pero indagando más en el problema, se dieron cuenta que algo malo estaba sucediendo en el ambiente. “Desaparecieron las flores, que para las abejas son muy importantes porque son su alimento” dice, Pedro Kaufmann, integrante de la Sociedad Argentina de Apicultores. Efectivamente, el ambiente había cambiado. Menos flores, menos abejas y más soja.
“Las abejas son las responsables de la producción de 7 de cada 10 alimentos que llevamos todos los días a la mesa. Si las abejas mueren, corremos el serio riesgo de caer en una crisis alimentaria”.
Pedro y su familia producen miel cerca de Aluminé, a 200 km al norte de San Martín de los Andes. Tienen las colmenas sobre un valle, en una zona donde no hay agro-ganadería intensiva. Ellos eligieron otra manera de producir, resguardada del sistema extractivo.
“La miel de nuestra zona es muy especial. Cada conjunto de flores produce una miel distinta. En todo el país hay una diversidad de mieles increíble. La nuestra es especial porque el tipo de flor que tenemos aquí es característico de esta pequeña región”.
El cambio que advertían los pequeños productores tenía que ver con la manera de producir. En 1996 había ingresado la soja transgénica a nuestro país. “De ahí en más, comienza un despliegue del modelo agroindustrial que no paró nunca”. La crisis que hoy sufre el sector apícola responde a esa matriz productiva. La lógica de producción sojera modificó el medio ambiente y las abejas comenzaron a desaparecer. “En los últimos 10 años el 50% de los apicultores que había, ya no están. La producción cayó porque se arrasó con el monte natural. Argentina está dentro de los 10 países con mayor deforestación en el mundo”.
“De ahí en más, comienza un despliegue del modelo agroindustrial que no paró nunca”
Pese a la preocupación por la caída de la producción y el pedido ante la CIDH para que se declare a las abejas en “peligro de extinción”, Argentina se encuentra entre los 3 mayores exportadores de miel del mundo. “El 90 por ciento de lo que produce, sale al exterior”.
En el combo transgénico también actúan los pesticidas. Se estima que alrededor de “500 millones de litros kilo de herbicidas, insecticidas y fungicidas se tiran al campo todos los años. Los insecticidas más comunes producen efectos muy complicados en la abejas, básicamente las matan y hacen disminuir sus poblaciones. La gran mortalidad de abejas en Argentina es provocada por el insecticida Friponil”.
Pedro propone pensar el problema de la producción de miel a partir un dato básico: las abejas son las responsables de la producción de 7 de cada 10 alimentos que llevamos todos los días a la mesa. Si las abejas mueren, corremos el serio riesgo de caer en una crisis alimentaria. “Las abejas son importantes por la polinización, que es la posibilidad de que una planta produzca frutos. No estamos hablando solo de vegetales, sino de lo que comen los animales que, además, nosotros comemos. Entonces, esa concepción de la apicultura y las abejas, como parte del inicio de la cadena de producción de alimentos, es la que debiera poner a la apicultura en otro lugar”.
“La abeja no es sólo un bichito que pica en la pileta en verano, hay que quitar esta idea y acercar la apicultura a la gente”. Para Pedro, la apicultura tendría que ser una materia de estudio en los grados iniciales de la escuela. “La abeja es un animal colectivo. Por sí misma no vive sola, sin colmena no hay abeja. Esa concepción de animal colectivo donde cada uno cumple una función te hace mirar la realidad desde otro lugar. Hay que generar conciencia y empezar a ver a la abeja como el bichito que te está dando de comer todos los días, aún cuando no comas miel”.