Internacionales

En el nombre de Dios

Surge una ¿nueva? fuerza política en América Latina. Bolivia se convierte una vez más en el centro de experimentación regional de novedosas estrategias de dominación. Para el investigador francés Thierry Meyssan, dentro de este esquema hay un componente religioso. El director del portal voltairenet.org asegura que en el armado del golpe en Bolivia se encuentran los llamados “ustachis” que llegaron al país después de la Segunda Guerra Mundial. Se trata de una organización criminal, ultracatólica, nazi – fascista nacida en 1929, que promovía una visión “racista” del mundo. Para Meyssan estos grupos aún sigue operando en Bolivia y uno de sus representantes es Luis Fernando Camacho, líder del Comité Cívico Pro Santa Cruz, activa institución en el proceso destituyente contra el gobierno de Morales.

De acuerdo a esta investigación, los “neoustachis” crearon la “Unión Juvenil Cruceñista”, una milicia civil conocida por sus incursiones violentas y asesinatos de miembros del pueblo originario aymara. Camacho es uno de los antiguos jefes de la Unión Juvenil Cruceñista y fue uno de los principales instigadores del golpe, ahora anunció su candidatura para unas elecciones que no tienen ni fecha ni legitimidad. El gobierno de facto presidido por la senadora Jeanine Áñez prohibió las candidaturas de Morales y García Linera, ambos exiliados en México.

Esta nueva corriente que predica la violencia en nombre de Dios, como lo hace constantemente Camacho cuando se dirige a sus simpatizantes – por este motivo lo llaman “el Bolsonaro de Bolivia”-  hace posible el caos como lo vemos en otros países de Medio Oriente sumidos en guerras civiles ¿El caos acaso será el objetivo final? El fanatismo religioso construye también un discurso racista contra los pueblos originarios. “Sueño con un país libre de ritos satánicos indígenas”, escribía Áñez hace unos años en sus redes sociales.

Desde el golpe de Estado, tanto la policía como agentes militares se desplegaron para reprimir las masivas manifestaciones que exigen el restablecimiento de la Constitucionalidad. En poco más de un mes, los ataques contra la población dejaron 33 muertos. La violencia interétnica se propaga por todo el país, lo más parecido al caos.