Conan está muerto, el destructor no
El Gobierno, la oposición, gobernadores y sindicalistas se guían por encuestas. La Patria avanza la desintegración social. La crisis moral.
Uno de los problemas más graves de la sociedad argentina es la pobreza intelectual y moral de sus clases dirigentes, ya sean políticas, empresariales o sectoriales (campo, industriales, bancos, el comercio y las finanzas). La crisis moral es de las conducciones, de los CEOS de las empresas y de los dirigentes de la Sociedad Rural, no de las actividades en sí mismas. La crisis es social. ¿O todos quienes conducen una empresa, negocio o una escuela están a la altura de la tarea que deben llevar adelante? ¿Las cúpulas de las Policías son saludables? ¿Es respetable el dueño de un banco? ¿Las grandes empresas no crecieron al amparo del Estado?
La revista Forbes publicó las personas que tienen un patrimonio de, al menos, mil millones de dólares. En la lista hay seis son argentinos:
Marcos Galperín (Mercado Libre), Paolo Rocca (Grupo Techint), Alejandro Bulgheroni (Pan American Energy), Gregorio Pérez Companc, (corporación de alimentos Molinos Río de la Plata), Eduardo Eurnekian (Corporación América y Aeropuertos Argentina 2000,)y Eduardo Constantini (Nordelta). Todos ellos con monopolios en sus áreas y/o privilegios otorgados por el Estado. De libertad competitiva empresarial poco y nada.
Sin embargo, el problema suele acotarse a la política: es cierto que la gran mayoría de quienes debieran conducir a los partidos, sindicatos y organizaciones sociales no están a la altura.
En lugar de meterse en el barro, los dirigentes se guían por encuestas: “observan” la realidad desde afuera, como si fuesen ajenos a un experimento del cual sólo son científicos que no intervienen en lo social. Miran los números, no hablan con las personas de carne y hueso. En muy pocos casos viven como ellos.
Así, el Gobierno está “tranquilo” porque conserva una porción importante de apoyo popular, según “dicen las encuestas”. La oposición es “amigable” porque ve esos mismos números. La verdadera oposición “analiza” cada paso a dar (o mejor dicho los que no da) en base a esos datos.
Javier Milei profundiza la recesión, aumenta precios y tarifas, despide empleados y funde a la industria, la construcción y a los comercios porque “tiene apoyo social”. Se lo “dicen” las redes sociales, las encuestas y las fuerzas del cielo. El recibimiento en Ushuaia a la jefa del Comando Sur de los Estados Unidos, Laura Richardson, implica la entrega de la soberanía argentina a Estados Unidos, permitiendo la injerencia norteamericana en nuestra Patria, con base en Ushuaia.
La oposición espera porque a Milei hay que darle tiempo– a que choque solo-.
La gente que lo votó o lo apoya porque “si le va bien al Gobierno, nos va a ir bien a todos”, también tiene su cuota de responsabilidad. A la dictadura, a Carlos Menem y a Mauricio Macri también les fue bien durante varios años, ¿y eso implicó un beneficio social generalizado? No, exactamente todo lo contrario.
Mientras todos observan y muchos esperan, el país avanza hacia su destrucción, con desintegración social del concepto de Nación.
El experimento no participante
Finalmente se reunió el Congreso del PJ Nacional. Se le suele asignar a Juan Perón aquello de que “si querés que algo no funcione, creá una comisión”. Bueno, el partido resolvió crear una comisión, con el agravante de que no se pusieron de acuerdo en quiénes la van a integrar. Imagínense entonces el tiempo que puede llevarle para que funcione (bien).
Con semejante crisis social, económica y laboral, la CGT evalúa si convoca un nuevo paro o sólo a una marcha el primero de mayo. Así y todo, es uno de los pocos sectores que hasta aquí activó políticamente y le puso un freno al Gobierno. Pero ya es hora de tomar otra medida de alcance nacional.
Los gobernadores oscilan entre la resistencia y/o la subsistencia. También “miden” la imagen del Presidente en sus respectivas provincias antes de tomar una decisión. Salvo honrosas excepciones, claro.
Los senadores y diputados hacen lo mismo. ¿A los integrantes de la comisión de salud, no se les ocurre autoconvocarse para tratar de manera urgente la epidemia de dengue que el Gobierno ignora? Ya murieron más de 130 personas, ¿cuántas más se necesitan? No hay más obra pública, ¿no amerita una reunión simbólica en alguna de las rutas nacionales más importantes? Despidos en el Estado y suspensiones en las fábricas: ¿no corresponden que nuestros representantes se presenten en esos lugares? Menos silencio y más calle. Mejor que hablar, es hacer.
Tal vez ésas serían acciones concretas de poner el cuerpo, una manera de actuar y dejar de observar. Y una forma de enfrentar el desprestigio social que tiene la dirigencia política en la sociedad.
A mitad de año llegará la Copa América en EEUU y volverá el sentimiento nacionalista por la Selección. Los diputados y senadores podrían abrazarse antes para rechazar la bandera de EEUU flameando en territorio nacional. ¡Hagan un gol, ahora! Messi juega en EEUU, ¿Milei para EEUU?
Si a un dirigente se le fuese la vida como se le va a un trabajador que se queda sin empleo; como a un jubilado que no puede vivir, comer y alquilar con sus ingresos; o a una persona que le sacan los medicamentos para su enfermedad, tal vez analizarían menos y actuarían más.
Por eso después nos sorprendemos cuando gana las elecciones un personaje que, ya siendo Presidente, dice que lo primero que hace cada mañana es hablar una hora con su perro fallecido. Conan está muerto, el destructor no. Si lo dejamos avanzar en la destrucción de nuestro país, será responsabilidad de todos.