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A qué juegan Massa, Milei y Bullrich

A poco más de una semana de la primera vuelta presidencial, todo pareciera encaminarse a un balotaje entre Sergio Massa y Javier Milei: Estado o no Estado; unidad nacional o desintegración social; derechos humanos o represión social.

Es cierto que las encuestas no puedan predecir con exactitud el número que obtendrá cada candidato, pero sí describen tendencias, “leen” percepciones y climas sociales. Todas coinciden en ese escenario; en promedio, con tres o cuatro puntos a favor de Milei, seguido por Massa y con Patricia Bullrich muy lejos de pasar a la final. El triunfo en primera vuelta es muy difícil: el ultraderechista debería sacar 13 puntos más que en las PASO (no llegó al 30%) para superar el 40% con más de 10 puntos de ventaja sobre Unión por la Patria.


Como Milei sabe que en el balotaje no le será tan sencillo sumar los votos para llegar al 50%, apuesta el conseguir el mayor caudal posible ahora para distanciarse de su rival. Entonces, tras dos debates en los cuales intentó mostrarse equilibrado, el candidato de La Libertad Avanza volvió a su faceta original de desequilibrado emocional.
Y le agregó un elemento que hasta aquí no había expuesto y que jamás se había observado un candidato presidencial en plena campaña electoral: llamó a que los ahorristas retiren sus depósitos de los bancos y estimuló a que el dólar esté lo más caro posible. A él le conviene, económicamente porque puede generar una fuerte inflación necesaria para la dolarización y políticamente porque desestabiliza. Esta jugada llevó a que inclusive las asociaciones bancarias se lo recriminaran. La corrida cambiaria, y el intento de extenderla a una bancaria, generalmente dañan al oficialismo por la inestabilidad económica y el aumento de precios que generan. Pero todo es tan “loco” en este candidato, que puede llegar a darse el inédito caso que el pirómano termine incendiado, esto es, que la gente se lo facture.

Por el contrario, Sergio Massa busca posicionarse como el candidato del orden, más allá del 12.7 % de inflación en septiembre. Así se mostró en ambos debates presidenciales, como un hombre de Estado, consistente, el único serio de los tres. Articula, habla con todos los sectores y adelanta que el suyo sería un “Gobierno de Unidad Nacional”. Otra excentricidad: nunca un candidato propuso algo así en plena campaña electoral. Incluso prometió que tendría ministros de otras fuerzas políticas. Y ya trabaja en ese sentido.
Por último (bien dicho en este caso), aparece la “Pato” renga Patricia Bullrich. A menos de diez días de las elecciones, sigue en la búsqueda de “un perfil”, de recuperar la centralidad política perdida. Luego de la muy floja perfomance en los dos debates, donde se la vio errática, dubitativa y con una endeblez que contradice su discurso duro, lo único positivo fue un spot con todos los gobernadores de Juntos por el Cambio. Lo peor no son sus números en las encuestas, sino que sus propios candidatos e integrantes del espacio hablan de qué harían ante una eventual derrota, lo que en sí mismo es verse perdidos.

Mauricio Macri fue gran responsable de la derrota de Horacio Rodríguez Larreta en la interna y ahora lo es también de la debacle de Bullrich. Esta semana le tiró un “carpetazo” a Carlos Melconian, el eventual ministro de Economía de “su” supuesta candidata. Por ahí circulan los audios del economista pidiendo favores sexuales a jóvenes subordinadas laboralmente cuando era titular del Banco Nación, en pleno gobierno de Macri, cuando las escuchas ilegales eran cotidianas. Aparecieron ahora: cada punto que pierde Bullrich lo gana Milei…
Macri es el líder del espacio o no habrá JXC, al menos como hasta aquí lo conocimos. Siempre fue jefe y no concibe para sí otro rol. Busca ser quien “conduzca” a Milei otorgándole estructura legislativa y, en menor medida territorial, para que pueda gobernar. Si para eso debe cocinar Pato a la naranja, lo hace sin pruritos.
Los pisos electorales que habilitan la entrada al balotaje hoy parecieran ser estos. Los techos en una eventual segunda vuelta están por verse. Por diferentes motivos, a los dos les va a costar crecer…
A Massa por su alta imagen negativa, por el clima de “cambio” en la mayor parte de la sociedad y la crisis económica. A Milei también le será complejo articular: por el temor y rechazo que genera; porque se lo ve desequilibrado y no da “un hombre de Estado”; porque se ganó muchos más enemigos que amigos políticos con quienes negociar. Luego de ser el candidato más votado en las PASO, se pensaba que todos iban a pegársele por sentirlo eventual próximo Presidente. Pese a que quedó un clima de triunfalismo mucho mayor al resultado (ganó por dos puntos y medio), el único “gran apoyo” que consiguió fue el Luis Barrionuevo. Lo que confirma, además, que él es cualquier cosa menos un anticasa. No pudo sumar actores relevantes. Salvo que haga una primera vuelta excelente y quede posicionado como “el gran candidato”, hoy por hoy pareciera que sólo logrará ser acompañado por el político con peor imagen de la Argentina, Macri, y algunos cuántos más. Allí Massa deberá construir el “todos contra la ultraderecha”, como ya sucedió en Francia y Chile. Para eso la Unidad Nacional sería indispensable.

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