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Sin conducción; ¿sin salida?

La economía y la problemática social por un lado, la politiquería por otro. Internas externas. Las contradicciones y la necesidad de la “síntesis”. Y sobre todo, los riesgos.

El principal problema social hoy, y hace tiempo, es económico: pobreza, inflación, salarios que no alcanzan, incluso para amplios sectores que tienen trabajo formal, ni que hablar para el resto. Es un obviedad, pero el grueso de la dirigencia política argentina pareciera no entenderlo, o lo entiende pero no le da prioridad, que es peor. Así, desplazan “su” eje y ubican como discusión central a la política, la chiquita, la de las internas, la de los egos, la que se muestra en las redes y lee en los portales. Ésa es la que termina condicionando y poniendo límites serios a “la gestión política”, con mayúsculas, para encontrarle así solución a la problemática económico-social.
El Gobierno logró “ordenar”, contener, “patear para adelante” la deuda externa con el FMI, como ya había hecho con  los acreedores privados, en este último caso ahorrando 37 mil millones de dólares. Con el Fondo no es ni más ni menos que estirar unos años los pagos que ahora resultaban imposibles, tanto en lo económico porque no había reservas suficientes, como en lo social porque no hay margen para más corridas cambiarias que aumenten la pobreza, con otra disparada inflacionaria aún peor que la actual. Es evidente que en unos tres o cuatro años habrá que renegociar el acuerdo. La esperanza es que en ese momento también haya un Gobierno popular para que, como ahora, se eviten reformas estructurales regresivas (previsional, laboral, entrega de recursos naturales). Y que además el contexto latinoamericano ayude mucho más que ahora; la proyección son gobiernos de características similares en Brasil con la vuelta de Lula Da Silva, ya están Andrés Manuel López Obrador en México y Gabriel Boric en Chile, podría sumarse Gustavo Petro en Colombia, entre otras esperanzas para la Patria Grande, que se sumen a Cuba, Venezuela…

Diversos líderes de extrema derecha en el mundo. Acá no hay ningún argentino, por suerte y por ahora.

Si esa posibilidad se diera, la negociación será dura, larga, muy tensa, con corridas cambiarias desestabilizadoras; esto es, una negociación con los verdaderos poderes internacionales y sus lacayos locales. Pero una negociación al fin. De lo contrario, todo se resolvería rápidamente, en “cinco minutos” como ciertamente dijo Mauricio Macri: la entrega de los recursos naturales y los derechos laborales sería total.
¿Hay un escenario peor? Sí, siempre lo hay: por ejemplo, que la “política” del Frente de Todos continúe  con sus “internitas” para que la derecha y la extrema derecha crezcan y lleguen al poder: Javier Milei es ese mamarracho fascista que nadie imagina que pueda llegar a ser Presidente (como no nos imaginábamos a Jair Bolsonaro en Brasil ni a Donald Trump en EE.UU.). Hoy por hoy, la suerte del país depende de estos personajes: las mezquindades propias hacen que sus dirigentes, por ahora, y sólo por ahora,  no hayan acordado ir “Juntos” a la elección, ya que si así fuera, y las presidenciales se realizaran el próximo domingo, ganarían en primera vuelta. Encuestadores de los dos extremos, Santiago Giorgietta de Proyección (progresista) y Jorge Giacobbe (liberal de derecha) aseguran que Milei es el político con mejor imagen positiva, uno de los pocos que mide “dos dígitos” y que, como tiene alto nivel de desconocimiento, es quien más fácilmente puede crecer. Pero cuidado: que no acuerden sus líderes no quiere decir que no aumenten sus electores, que no se “junte” su electorado. Y Milei no le roba votantes sólo al Macrismo, también crece en comunas pobres de la Ciudad y en La Matanza, bastiones del Peronismo. Analogía: Marine Le Pen, extrema derecha en Francia, no ganó las elecciones, pero “triunfó” entre las y los votantes jóvenes y trabajadores.

Internas externas

En el Frente de Todos no pasa un día sin una declaración contra un/a“compañero/a”; una chicana; un mensaje a través de los periodistas que hoy representan a cada espacio (Román Lejtman en Infobae al “Albertismo”, Horacio Vertbitsky en El Cohete a la Luna al “Kirchnerismo”); un titular regalado a Clarín o un video viral a La Nación +; una “carta” de uno y otro lado como modo de hacer política. Llegamos al extremo de “de hablar si se hablan o no”, el análisis del meta mensaje… Está también quien toma el cargo de jefe de bloque de Diputados del FDT, -no del sub bloque de La Cámpora-, y renuncia a ciertas responsabilidades pero no a sus beneficios, como Máximo Kirchner. Es extraño, la “POLÌTICA”, el Peronismo es, -o era, o debía ser-, otra cosa. Primero la Patria, por último los hombres (y las mujeres).

El “promedio” social se corre a la derecha, tanto en el oficialismo como en la oposición. La agenda, las demandas, las “soluciones” son de derecha. “Cada vez se puede hacer menos”.

Como el pueblo, o la gente, -hoy quizás el concepto más pertinente sea gente, por la falta de organización política y la conciencia social-colectiva, el individualismo que explica precisamente el crecimiento de las extremas derechas en todo el mundo-, está en otra cosa, en “sus cosas”, en sus problemas cotidianos, no le lleva el apunte a estas internas. Pero sufre y vive las consecuencias. La conclusión fácil es “son todos iguales”. Ahí nacen los “outsiders”, los que dicen que ellos pelean contra “la casta”. Ahí están los Milei, o como se llamen. El problema no es la persona sino la ideología y sus ideas. El “promedio” social se corre a la derecha, tanto en el oficialismo como en la oposición. La agenda, las demandas, las “soluciones” son de derecha. “Cada vez se puede hacer menos”, cada vez cuesta más; la correlación de fuerzas se vuelve más adversa. Si el problema es la inflación que come salarios, cualquier “salida” se legitima, por más socialmente dañina que sea, como una hipotética dolarización. ¿Suena a locura? Luego de la hiperinflación, la convertibilidad trajo legitimidad política para la entrega del país, las privatizaciones y la pérdida del aparato productivo. Y fue reelecta. Y para cambiar de Gobierno hubo que decir que “la convertibilidad” no se tocaba. No se votó su cambio, no se salió por decisión política, estalló que es diferente. Cuidado, de una experiencia como la dolarización, o cosa similar, no se sale más. Ahí está el ejemplo de Ecuador… En el corto plazo trae “alivio”, la inflación se detiene y habilita cualquier reforma estructural regresiva; es un gran “disciplinador social”. Luego es tarde, los costos sociales son inmensos.

La “solución” del Frente de Todos

Los “Albertistas” acusan a los “Kirchneristas” de extremistas; éstos a aquellos de tibios.  Máximo y Cristina ahora simpatizan con Sergio Massa, que no es precisamente el más “puro”. Es tan cierto que Alberto y Martín Guzmán se reúnen con el FMI, como que Cristina recibe a la titular del Comando Sur de EE.UU o a su embajador. Alberto a Boric, sí, la vice no. Ni tan duros unos ni tan blandos los otros. La militancia y los Kirchneristas sueltos son quienes más desencantados están. Tal vez porque votaron algo, o a alguien, que erróneamente pensaban que iba a hacer la revolución; error de ellos, no del supuesto revolucionario que lo nunca fue. Lo que se votó fue sacar al Macrismo, arreglar la deuda y ordenar lentamente el país condicionado y endeudado. Esto es, un Gobierno de transición.  Todos y todas debemos hacernos cargo de la cuota que nos toca. El país está en juego, no es joda. Salvo que quieran que la transición sea para terminar en un ballotage entre Horacio Rodríguez Larreta y Milei. Ahí sí que por primera, y única vez, sería lógico votar en blanco.

Sin conducción no hay salida. A laburar, o búsquense todos y todas otro laburo.

Ésa es la responsabilidad que tiene hoy el Frente de Todos. Ésa es hoy la principal consecuencia de las peleas internas. “Es el Frente de Todos, hablamos de “unidad”, pero todos y todas trabajamos por la ruptura”. Sólo que, por ahora, y por conveniencia política, ninguno se anima a romper formalmente lo que está quebrado de hecho. Después, cuando haya que salir a la calle para defender conquistas, a estar a la “defensiva”, que los (i)rresponsables no se lamenten. Para eso, y con razón, porque necesitan el laburo y el pan de cada día, están las mujeres y los hombres. El Frente de Todos tiene la responsabilidad; ahí está la única esperanza de un Gobierno popular, en el medio no hay nada y del otro lado de la mal llamada grieta sólo existe el abismo. Es la única salida, es indispensable la discusión política en serio, la grande, para que la conducción alcance la “síntesis de las diferencias”. Existen las contradicciones secundarias y las principales, otra obviedad olvidada. El problema de la gente es económico-social; el de la dirigencia, político. No es así, no cierra…Sin conducción no hay salida. A laburar, o búsquense todos y todas otro laburo.

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