Ganar o reventar: una sociedad más allá de la campaña
Las PASO. Ganar para qué (o reventar). El Oficialismo y la oposición. Frente de Todos y Juntos por el Cambio. La sociedad que viene después de las elecciones. El riesgo: la derechización de la sociedad.
La vicepresidenta había propuesto que en esta campaña se debatieran ideas: “Es vital discutir cómo se va a pagar y quiénes van a pagar esa deuda. Debatamos los números del endeudamiento, los números de la caída del empleo, son números duros y crudos que golpean todos los días las puertas de los hogares argentinos. Son momentos difíciles para todos y todas”. La oposición -en sentido amplio y estricto-, la mediática, económica y política partidaria, habla ininterrumpidamente de “ella”, pero no la escuchan. Más allá de qué opinión tenga cada uno de Cristina Fernández, qué duda cabe que nos volvimos a perder la oportunidad de discutir los temas que hacen a nuestra sociedad. Como había anticipado, nuevamente en esta campaña electoral primaron “el marketing y el coaching”. No es inocuo ni casual: que la agenda haya sido dominada por el desaliento, la bronca, el “todo da igual y todos son lo mismo” es un logro patético, pero efectivo en lo electoral, de la oposición. El Gobierno intentó debatir ideas, los modelos en disputa, pero fruto de los tiempos de la imagen sobre las ideas, el show y los errores propios, como la fiesta clandestina en Olivos, la campaña fue ganada por el marketing de la oposición. Veremos cómo impacta eso en los resultados. Las encuestadoras más serias coinciden, en general, en un triunfo no muy holgado del oficialismo, pero hay operaciones por todos lados, y por la pandemia, es una elección inédita.
Ganar o reventar
Superada la campaña, recodemos que en las PASO de este domingo no se resuelve nada de lo que tenga que ver con la conformación de las cámaras de Diputados y Senadores, sino la definición de las listas que participarán en las elecciones generales del 14 de noviembre, viene la pregunta de ganar para qué. Y el ex presidente Mauricio Macri y la “orgullosa” candidata a diputada por la Ciudad de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, lo trasparentaron sin eufemismos: “Cambian o se van a tener que ir”, amenazó Macri; Vidal apuntó a “un bloque sólido de 120 diputados que impida que el oficialismo tenga mayoría en el Congreso”. Teniendo en cuenta que esa declaración viene de un ex presidente y del frente Cambiemos que envió armas a Bolivia para apoyar un Golpe de Estado, representa una grave amenaza a todo el sistema democrático. El resto del espacio político lo convalidó en su momento con la acción, y ahora con la omisión de cuestionar esa manifestación autoritaria. Además, adelanta la táctica disfrazada de análisis que será el eje de las opiniones a partir del domingo a la noche: sumarán todos los votos que no sean para el oficialismo del Frente de Todos y dirán que alrededor del 60% se opone al Gobierno y “quiere que se vayan”. Tan básico como falaz. Como anticipa la “paloma” Vidal, si hasta acá la oposición jugó a entorpecer la gestión, indefectiblemente de aquí en adelante será aún más destructiva.
Está claro que la interna en Juntos por el Cambio la ganó el PRO, sobre el Radicalismo de derecha y la casi extinta Coalición Cívica de Elisa Carrió. Dentro de aquel partido, Horacio Rodríguez Larreta pareciera haber sido el que hegemonizó el espacio, pero Mauricio Macri y Patricia Bullrich impusieron el tono y la táctica radicalizada. Los votos que se le fugan, se van por derecha, no hacia el centro. Así que estará por verse cómo cicatrizan las heridas de quienes queden derrotados en la interna. Hasta aquí estuvieron más separados que Juntos. En el fondo, el proyecto político de todos ellos es el mismo, el neoliberal.
Frente a Todos, gobernar
El desafío del Frente de Todos será gobernar con esa oposición, gestionar “a pesar de”: la reactivación de la economía, la ampliación de derechos y lenta pero irremediablemente sacar a la gente de la pobreza. Cuando desde los grandes medios de comunicación dicen que “el Kirchnerismo irá por todo”, desnudan su temor: si el Gobierno logra “hacer politica”, negociar, ya no para que todo siga más o menos igual, sino una vez superada la tragedia de la pandemia-con el plan de vacunación y sin que haya estallado el sistema de salud- llevar adelante su propuesta política, la oposición quedará dibujada y la sociedad apoyará crecientemente al oficialismo. De lo contrario, la frustración irá captando cada vez más adeptos, y ahí la radicalización por derecha de la sociedad (Javier Milei, José Luis Espert) representará el gran riesgo social en el corto y mediano plazos. Hoy parecen caricaturas más que candidatos serios, pero más allá de los nombres que pueden ser circunstanciales y esporádicos, tensionan a la sociedad hacia la derecha, y ése es el gran peligro.
Allí están frente a espejos deformantes de la realidad dignos de un tren fantasma, los ejemplos de Donald Trum y Jair Bolsonaro. Cuidado. El debate cultural, por ideas, por modelos de sociedad, es lo que está en disputa hace rato en Argentina. Esta pequeña batalla de la campaña la ganó ese tipo de oposición. Es un aviso.
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