Exclusivo desde El Líbano: La disuasión de Hezbolá y el dilema de los dos frentes de Israel
Por Marwa Osman, Ph.D.
El ataque preventivo que Israel ha insinuado no logrará su objetivo previsto; por el contrario, fortalecerá a Hezbolá y hará que su represalia sea aún más decidida.
Últimamente se ha hablado mucho de la supuesta falta de estrategia y visión de Benjamin Netanyahu para la guerra. Sin embargo, contrariamente a esta percepción, Netanyahu tiene una estrategia y una visión claras. Desde el principio, su verdadero objetivo fue despoblar Gaza desmantelando su infraestructura esencial y subyugando a Hamas. El enfoque de Netanyahu se centró predominantemente en las soluciones militares, lo que lo ha llevado a desestimar las vías políticas y diplomáticas porque, hasta ahora, cree que la superioridad militar de Israel le permite alcanzar sus objetivos sin hacer concesiones. Sólo cuando Israel sienta que está perdiendo esta superioridad, recurrirá a soluciones políticas y diplomáticas para poner fin al conflicto.
Por lo general, el propósito de los ataques preventivos en la guerra es despojar al adversario de su capacidad de tomar represalias, inutilizar sus capacidades y obligarlo a reconsiderar sus decisiones. Sin embargo, en el caso de Hezbolá, un ataque preventivo no eliminaría ni retrasaría su respuesta a un asesinato; más bien, aceleraría el curso de los acontecimientos. Por lo tanto, el ataque preventivo que Israel ha insinuado no logrará su objetivo previsto. Por el contrario, fortalecerá a Hezbolá y hará que su represalia sea aún más decidida.
Después de la operación de Hamas “Inundación de Al-Aqsa”, Israel se dio cuenta de que no podía defenderse desde fuera de sus fronteras. A principios de 2023, el general de división Yaakov Bango, jefe de la Dirección de Planificación, anticipó la “Inundación de Al-Aqsa” cuando escribió en una revista militar que “la edad de oro de Israel ha terminado” y agregó: “Israel debe desarrollar un plan para enfrentar la evolución del Eje de la Resistencia durante la próxima década”. Paradójicamente, cuando los responsables en Israel se dieron cuenta de esto, no hicieron nada, lo que llevó a la “Inundación de Al-Aqsa” y al posterior desmoronamiento del Estado.
Comandante del Mando Sur de las Fuerzas de Defensa israelí, Yoav Gallant, “Ahora me opongo a atacar al Líbano y prefiero llegar a un acuerdo”.
Varios expertos militares israelíes han analizado la posibilidad de un ataque preventivo en el frente norte, en particular Uri Bar-Yosef, quien se explayó sobre el escenario posterior a la “inundación de Al-Aqsa” y confirmó la intención de Israel de lanzar un ataque preventivo sorpresa contra Hezbolá en el Líbano. En su estudio, Bar-Yosef planteó la pregunta: “¿Quién es el tonto que propuso esta opción?” Además, las recientes declaraciones del Comandante del Mando Sur de las Fuerzas de Defensa israelí, Yoav Gallant, parecen confirmar el análisis de Bar-Yosef: “No entiendo el diálogo, pero entiendo la seguridad. Hoy estamos en una situación completamente diferente a la de octubre. Entonces apoyé atacar al Líbano, pero la cúpula política se opuso. Ahora, me opongo a atacar al Líbano y prefiero llegar a un acuerdo”.
Según estimaciones israelíes, Hezbolá posee 30.000 misiles tierra-tierra dirigidos a la zona de Gush Dan, cada uno equipado con una ojiva de 500 kg, con un total de 15.000 toneladas de explosivos, lo que equivale a la bomba de Hiroshima. Éste es probablemente uno de los factores clave que impiden a Israel atacar los suburbios del sur de Beirut. Es evidente que una respuesta del Eje de la Resistencia trasladaría el poder de decisión a Washington y Tel Aviv, enviando un rotundo mensaje de que Hezbolá y sus aliados no permitirán que Israel imponga nuevas reglas de combate. Los responsables israelíes tendrán que pagar un alto precio para entender que Israel debe contener la respuesta de la Resistencia, ya que serán plenamente conscientes de la magnitud de las medidas de represalia que se seguirían.
Israel es incapaz de librar dos guerras a gran escala en dos frentes simultáneamente.
Israel ha considerado todas las posibilidades y escenarios partiendo de la base de que Hezbolá responderá con seriedad; de lo contrario, ¿para qué hablar de armas que aún no se han utilizado? Los responsables israelíes son muy conscientes de que Hezbolá es capaz de sorprender a Israel de maneras que no prevé. Por eso todos los organismos de seguridad israelíes se han visto obligados a considerar todas las opciones posibles, ya que la fuerza de Hezbolá reside en su capacidad de responder con decisión, en su coraje en la toma de decisiones y en la motivación que proporcionan las circunstancias.
Con la precisión de atacar objetivos, Hezbolá ya le ha demostrado a Israel su eficacia. Uno de los resultados más importantes de cualquier conflicto sería la constatación de que Israel es incapaz de librar dos guerras a gran escala en dos frentes simultáneamente.
La participación de los Estados Unidos y sus flotas es una clara indicación de que Israel ha perdido gran parte de su capacidad estratégica.
El Eje de la Resistencia ha logrado transformar con éxito el frente interno de Israel en un auténtico campo de batalla, lo que significa que cualquier guerra que emprenda Israel no se limitará a sus fronteras, sino que penetrará profundamente en su núcleo estratégico.
A pesar de las especulaciones diarias sobre el momento de la respuesta de Hezbolá y la acumulación de fuerzas militares en la región, la probabilidad de una guerra a gran escala sigue siendo muy baja, e incluso es improbable que se repita la guerra de julio de 2006. Los israelíes son plenamente conscientes de las capacidades de Hezbolá. El escenario más probable implica respuestas recíprocas, y el peor escenario es el de ataques precisos y selectivos.
Israel declara públicamente que no busca la guerra, sino que desea actuar libremente sin desencadenar una respuesta que pueda conducir a la guerra. La Resistencia intenta convencer a todo el mundo de que no tiene intenciones de ir a la guerra, mientras lanza simultáneamente ataques en los suburbios del sur de Beirut, Teherán y Hodeidah. Por lo tanto, quienes adopten una estrategia de ataques limitados recibirán una respuesta igualmente mesurada. La Resistencia entiende que no responder ni disuadir al enemigo le costaría caro; de hecho, la inacción podría ser más peligrosa que cualquier guerra.
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