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Cuatro años

A resistir y cuidarse. Quienes busquen alivio en estas líneas, evitar la lectura. Si “NO HAY LUGAR PARA EL GRADUALISMO”, tampoco puede haberlo para los eufemismos.

Y el abismo llegó. La caída durará, al menos, cuatro años. Será durísima, como nunca se vivió en la democracia moderna La resistencia pasará por agarrarse de los filos de las cornisas para amortiguar lo más posible los costos. Habrá heridos, hagamos lo posible que al término de este calvario no tengamos, otra vez, muertos, que siempre, indefectiblemente, los pone el pueblo. Los costos serán económicos: despidos, crisis, pérdida estructural del poder adquisitivo (nos sólo coyuntural), el cierre de empresas, sueldos y jubilaciones congeladas -la edad para acceder al beneficio se alargará bastante-, quita de subsidios, aumento de servicios, venta de empresas del Estado, entrega de recursos y la lista se extenderá. También contaremos secuelas políticas y culturales: persecución y hostigamiento a las mujeres y a las minorías en las calles; creciente individualismo y desintegración social.

El mayor desafío será un nuevo orden social.

Pero el mayor desafío será un nuevo orden social: si Javier Milei fuera “exitoso” en su Gobierno, lograría lo que Mauricio Macri -el otro gran ganador- no pudo y sí en su momento la dictadura cívico- militar: la reconfiguración de la sociedad argentina. Es falaz la idea de que si a él le va bien, a todos nos va a ir bien. Una sociedad que estará definitivamente quebrada, a la chilena o peruana, con una amplia mayoría subsistiendo en pesos (en el mejor de los casos) y una minoría ligada al comercio exterior, el sistema financiero y los amigos del poder disfrutando en dólares. En Chile y Perú, por ejemplo, los presidentes cambian, duran más o menos, pero la estructura social de esos países es inmutable.

El 55 %

Todo (muy) legitimado socialmente por el 55 % de la población; no del pueblo, eso implica un nivel de conciencia que hoy no tenemos. No lo votaron sólo jóvenes. Ganó en todas las provincias, excepto en Santiago del Estero, Formosa y Buenos Aires. Reconocer el resultado no implica negar ni ser políticamente correctos: sí, la gente se equivoca. Ejemplos hay en todos lados (Adolf Hitler en Alemania, Jair Bolsonaro en Brasil y Javier Milei aquí, son sólo algunos de los muchos casos que cuenta la historia).
El electorado no podrá decir que no sabía. Milei siempre dijo lo que piensa y va a hacer. Quizás, en las PASO haya sido por bronca. Lo ratificaron en las generales. Y ahora en el balotaje casi 14 millones y medio de argentinas/os eligieron a un fascista desequilibrado que no puede sostener un discurso público sin agredir y gritarle a su interlocutor. Ese hombre expondrá en la ONU, negociará con hombres de Estado, nos representará ante el mundo; en síntesis, decidirá nuestro futuro.
Lamentablemente quienes opondremos resistencia a sus políticas de exclusión seremos siempre los mismos; quienes no lo votamos ni jamás lo haríamos.

Y aquellos que cualquier candidato les “da lo mismo”, que se sienten realizados viviendo en la oposición cual adolescentes en el recreo: la izquierda troskista argentina que nunca se plantea, en serio, conducir siquiera un centro de estudiantes. Su agudo análisis histórico- político lo llevará a la conclusión de que en troskolandia la revolución estará a la vuelta de la esquina.
Con el tiempo se irán sumando, tarde, los “yo no lo voté”. Eso quedará para más adelante. Al principio, cuando “NO HAY LUGAR PARA EL GRADUALISMO”, como dijo su Presidente, permanecerán inmóviles susurrando en voz baja que todo es necesario y consecuencia de “la herencia K”. Hay dos grandes elementos que son muy discipliadores: el miedo y, si bajara la inflación, “el orden”, por más que se consiga a costa de un freno profundo de la economía.

Hay responsables

Como se detalló en editoriales anteriores, y no con “la columna del lunes”, en el Peronismo, el Frente de Todos o UP hay dirigentes que no hicieron lo que debían y colaboraron (y mucho) para este resultado. Por orden de responsabilidad, primero Alberto Fernández: pensado como un Presidente para otra coyuntura más amable, no estuvo a la altura para conducir una más adversa con pandemia + sequía + guerras.
Luego Cristina Fernández: desde que murió Néstor Kirchner, achicó el espacio nacional y popular. No ayudó a Daniel Scioli y sufrimos a Mauricio Macri. Más tarde se rehízo y construyó la unidad en el FDT para ganar las elecciones en 2019, pero un frente electoral exitoso no implica por sí mismo conducir una alianza de Gobierno. Allí, su boicoteo constante a toda la gestión de Alberto, nos da como resultado Javier Milie.  Con todo, ella también pagó con la persecución política, con un intento de magnicidio y probablemente le toque–ojalá que no- la cárcel.
Mucho más abajo por estatura política, “mínima” -Máximo- Kirchner. Por portación de apellido tuvo y tiene un poder político que le excede en demasía y por el cual no hizo nada en su carrera para ostentar (aquí sí sería útil aplicar la meritocracia, ¿no es cierto?): diputado nacional, presidente del bloque y del PJ de la pcia. de Buenos Aires. Desde allí boicoteó a Alberto Ferrnández primero y a Axel Kicillof después. ¿Qué logró? Pedir cargos para “su organización” La Cámpora.
Párrafo aparte para el gran gobernador Kicillof que deberá enfrentar una tarea titánica, casi imposible de sobrellevar: gestionar Buenos Aires con Milei en la Nación. ¡Qué pena sería perdernos un candidato como él!
La conducción de la CGT previsiblemente nos entregue, otra vez, su peor imagen acuerdista/ acomodaticia. Ojalá nos equivoquemos. Los gobernadores deberán sostener sus provincias. Será muy difícil la paz social sin el apoyo de Nación que utilizará los recursos a discreción, retaceando todo lo posible la Coparticipación Federal. Eso implica apoyos a leyes y “vistos buenos” a políticas indeseables.
Como Scioli en su momento, Sergio Massa hizo muchísimo más que “los puros”. Sin olvidarnos sus comportamientos políticos previos a 2015, cuando colaboró con el triunfo de Macri y participó de la persecución al Kirchnerismo, en estos cuatro años, y particularmente en la campaña, tuvo un comportamiento ejemplar.
“La (in)Justicia”, esto es el Poder Judicial, seguramente se acomodará una vez más. Esta vez le tocará ponerle límite a las políticas inconstitucionales que plantee Milei (dolarización, quita de derechos, eliminación de la Coparticipación). Veremos, no somos optimistas…
Si es que Milei cumple con su promesa de libertad absoluta de comercio, el “gran empresariado local” (nacional no es) pude tener un gran desafío: dejar de vivir de las prebendas del Estado. Nunca sucedió, no está preparado “económicamente” para ello. A las PyMEs les será durísimo, peor que con Macri, lo que es mucho decir.
Los otros partidos políticos también deberán reconfiguarse. Pese a tener gobernadores jóvenes, el supuesto y falso abstencionismo del Radicalismo lo vuelve a dejar mal parado. Son momentos límites, no de “tibieza” dijo Milei. Así actuó la UCR una vez más, pero no le alcanzará.
Sería un error pensar que Milei va a durar tres meses. Si así fuera, está Victoria (del genocidio) Villarruel. ¿Volverán los indultos? Seguramente será un Gobierno represivo. Otra vez a pelear, como  las Madres, las Abuelas y la resistencia en distintos momentos de la historia argentina. Son cuatro años, de mínima.