Cultura

Pensar en cuarentena: “La urbanización de las villas fue una fantochada”

Hoy, la Ciudad de Buenos Aires es el epicentro del Coronavirus: la mayoría de los casos se concentran en las villas porteñas. Para la escritora argentina Gabriela Massuh, las autoridades locales son responsables de la crisis sanitaria y social que padece la gran urbe. En esta entrevista, Gabriela recuerda otra Buenos Aires, “con misterios”, con “huellas de tiempo”, diversa y sin ghetos. La ciudad de su infancia que observa desde lejos a una atacada por el “extractivismo” y la especulación financiera. 

AG: ¿Desde dónde surge tu preocupación por la Ciudad de Buenos Aires?

GM: Es una preocupación que tengo desde la infancia. Yo cuido la Ciudad de Buenos Aires porque cuido mi casa. Tengo una intensa noción de que lo público no es ajeno, ésta es una sensación muy argentina, de que lo público es “lo otro”, es lo que no nos pertenece. Para mí, lo público es una prolongación de mi casa pero con otra gente diferente de mí, diversa, heterogénea, y juntos armamos una comunidad que compartimos. Entonces, ese arrebatamiento, la especulación inmobiliaria que se ha convertido en el estandarte de este capitalismo tardío, me ha arrebatado mi casa, me ha arrebatado mis árboles, el paisaje de la infancia, ha puesto todo al servicio de la acumulación de capital. Esta enorme acumulación de capital no se da sólo en Buenos Aires, pero en la Ciudad se da de una manera jactanciosa y desaforada, brutal. En esta constelación yo siento que se pierden todos los elementos de la ciudadanía. El acceso a la educación, el acceso a la salud, a la vivienda, y sobre todo el acceso a un hábitat amable, en donde todos podamos compartir algo para que seamos lo que alguna vez fuimos: una comunidad.

AS: ¿Es la Ciudad de Buenos Aires la máxima expresión del neoliberalismo en el país? 

GM: En la Ciudad se aplican todas las leyes del extractivismo urbano. Extractivismo quiere decir apropiación de los bienes comunes para ponerlo a disposición de la especulación financiera. Eso es la megaminería, la agroindustria, la pesca industrial, es decir, donde uno se apropia de bienes comunes sin tener en cuenta el costo ambiental, el costo social y el costo económico de esto a futuro. En la Ciudad no hay recursos naturales, en el sentido de que no hay metales preciosos, no hay tierra para ser cultivada, pero sí hay espacio público. Entonces, se pone el espacio público a disposición de la privatización no para hacer un servicio a la comunidad, construir escuelas, clubes, plazas, construir viviendas sociales, hospitales, sino que se pone a disposición de la especulación financiera. El último censo de 2010 arrojó una cantidad exorbitante de vivienda desocupada, que es del 23 %. Y a partir de ahí, se siguió construyendo mucho más. Bajo el gobierno de -Mauricio- Macri presidente, todos los territorios del ferrocarril pasaron a manos de la Ciudad, se hicieron los famosos viaductos, y debajo de los viaductos negocios, es decir, el arrebatamiento absoluto del espacio común, y sobre todo del espacio verde. Esta expropiación de la Ciudad arroja hoy una privatización de tierras públicas de 500 hectáreas, que son tres veces Puerto Madero, en estos últimos 13 años. Las tierras públicas fueron puestas a disposición de la especulación inmobiliaria. 

AG: ¿Cómo era la ciudad de tu infancia?

La Ciudad de Buenos Aires no era una sociedad de ghetos, nunca lo fue. Era una sociedad integrada, desde su trazado, las grandes avenidas que unían el centro con los barrios, no eran para separarlos, sino para unirlos. La Ciudad era de una enorme diversidad cultural, de unos enormes espacios públicos, era una de las ciudades más arboladas del mundo. La famosa Costanera Sur fue creada por un gran intendente, Arturo Gramajo*. Los barrios del sur de la Ciudad no eran barrios ricos, y y la gente que vivía allí, no podía viajar a Mar del Plata. Entonces, a esos barrios había que darles una playa, y se construyó la Costanera Sur. Ésa era la visión de Ciudad de un intendente, al servicio de los que no podían y los que no tenían. Yo viví esa Buenos Aires de chica. El Buenos Aires de mi infancia era un Buenos Aires misterioso… esto lo tenés en la poesía de -Jorge Luis- Borges, cuando une el arrabal con el barrio de Palermo, donde vos te metías en ese barrio y salías casi al comienzo de la Ciudad con el campo, y eso era tremendamente revelador. Había una huella del tiempo. La Ciudad que yo viví hasta comienzos de los 90, era una Ciudad con misterio, donde a la vuelta de la esquina te podías topar con una huella del pasado. Una huella que te hablaba de vos, de tus antepasados. Esa huella se desarticuló por vieja.

Gabriela Massuh. Foto: Catalina Bartolomé.

AG: ¿Qué sucedió con las villas porteñas en los últimos 13 años, y cómo ves la situación actualmente en plena pandemia?

GM: Toda la urbanización de las villas fue una fantochada. Lo que tenemos ahora es el gran fracaso de esta urbanización. El epicentro de la pandemia nacional está en la Ciudad de Buenos Aires, en tres lugares. A la Villa 31 le dieron un Mc Donalds y un banco, pero no le dieron agua. Ahora el epicentro de la pandemia está ahí, en las villas. Nos dimos cuenta que no había salud, que no había protección social, no había ningún cuidado para estas 500 mil personas que viven en las villas porteñas. Otro tema son los geriátricos. Se dice que son privados, pero la Ciudad tiene la obligación de controlarlos y no lo ha hecho. Y ahora se está abriendo otro gran problema, que va a ser el -hospital Interdisciplinario Psicoasistencial José Tiburcio- Borda. La gente del Borda está hacinada. Es un proceso absolutamente doloroso, porque en medio de la curva ascendente, la Ciudad se ha puesto a disposición del círculo rojo económico y ha liberado el transporte público. Se podría haber controlado más y no se hizo, entonces se está generando una suerte de euforia en la clase media, en el comercio, mientras paralelamente asistimos a la tristeza, a la desgracia y a la muerte progresiva de lo que está pasando en los barrios carenciados. Y esto no está ocurriendo en el Conurbano, es decir, algo se está haciendo muy mal aquí. Si uno lo escucha -Ignacio- “Nacho” Levy -de la organización La Poderosa- te das cuenta que este es un tema que no tiene solución, porque en función de la conducción política unificada, es decir, para que tengamos esa foto de Horacio Rodríguez Larreta, Axel Kicillof y Alberto Fernández, aparentando que trabajan bien y mancomunadamente, tenemos detrás feroces inacciones, donde el Gobierno porteño solo puede tomar alguna iniciativa si lo ayuda el Gobierno Nacional. El ministro de Salud porteño, Fernán Quirós, dice que la gente en las villas se niega a ser testeada porque tiene miedo. Vamos a terminar con que los más vulnerables, que están hacinados, sean los responsables de enfermarse y de morirse. La situación en la Ciudad de Buenos Aires no es mal manejo de ahora. Es producto de un desgobierno de 13 años que ha puesto prioridades en veredas, metrobuses, en cosmética, en el espacio de “seudo limpieza”, en bicisendas que no se pueden usar, ha desvalijado los sistemas de salud, educativo y social.

AG: ¿Hay un blindaje mediático sobre la situación en la Ciudad de Buenos Aires, ante la gravedad de la crisis sanitaria y social que atraviesa?

GM: El silencio es absoluto y tiene dos puntas: en primer lugar, la necesidad del Gobierno Nacional de dar pelea a lo que se llama ahora “Macrismo explícito”, es decir toda la gente que está en contra de él, y lo tiene a Larreta como de rehén, y dice bueno, yo puedo trabajar con la gente del PRO. Y le autoriza a hacer cosas impresionantes. Larreta está poniendo a disposición del estadio Arena dos terrenos más para construir torres. Otra cosa que está cediendo Fernández es volver atrás con esa adjudicación de los terrenos del ferrocarril que había hecho Macri en diciembre de 2019, que los había pasado a la Ciudad. No se habla mal de Larreta desde el Gobierno Nacional porque se lo necesita y se lo usufructa políticamente, pero quien sale ganando es Larreta porque afirma su ficción de buen dirigente. Por otro lado, el tema del blindaje mediático: los medios están pagados desde el comienzo del Macrismo, hay una inversión monstruosa en materia de publicidad. Es mucho más fuerte la presencia en la televisión abierta y por cable de los funcionarios de la Ciudad, que la presencia de los funcionarios nacionales. El caso más terrible es el de -Gustavo-Silvestre en C5N: se ha convertido en un canal donde Larreta forma parte de un paisaje activo de lucha contra el Coronavirus. Es una situación muy asfixiante, no sólo por el encierro, sino asfixiante por no haber canales de salida, otras voces. 

AS: ¿No creés que de alguna manera la pandemia puso en suspenso el debate político, la crítica, el discenso, la denuncia?

GM: Se denuncia de un lado, se denuncian las compras de Desarrollo Social de la Nación y ya nos olvidamos del escándalo de las tres compras de los barbijos en la Ciudad. Por ejemplo, en la votación por los superpoderes de Larreta, por suerte hubo una unión de la Izquierda y el Frente de Todos que no le votaron los plenos poderes para ejercer lo que el Gobierno porteño hace siempre, que es trasladar a su antojo las partidas presupuestarias. Hay un montón de datos de partidas que tendrían que ir a Desarrollo Social, o que tendrían que ir a Salud de la ciudad y van a otro lado, a la especulación, a las grúas, a seguir pagando la tala absurda de árboles que nos cuesta un montón. Única ciudad del mundo donde se podan los árboles tres veces. Son empresas amigas. Nacho Levy dijo que acordó con la Ciudad un plan estructural para manejar el tema de las villas con el ministro de salud porteño, y desde Hacienda de la Ciudad se le negó todo lo que habían hablado. 

AG: ¿Cómo te imaginas a la Ciudad y al mundo después de la pandemia? 

GM: Con respecto a la Ciudad, no creo que haya un cambio porque no hay lugar para un cambio de conciencia. El mundo sólo puede cambiar si se logra contener al poder económico.  Pero el poder económico domina al mundo, tiene mucho más poder. Hay otro factor que me parece importantísimo que está narrado por el libro de Naomi Klein, que es la “Doctrina del shock”, en donde sostiene de que las crisis, contrariamente a lo que se supone,- no son una oportunidad sino todo lo contrario; las crisis asustan, atemorizan, entonces después de una crisis, la sociedad que pugna por volver a lo anterior está tan asustada, que acepta cualquier medida. Entonces, yo creo que nuestra nostalgia de salir de esto va a ser tan grande que vamos a aceptar que todo siga igual. 
*En 1916, el intendente Gramajo le encargó al ingeniero agrónomo y paisajista Benito Javier Carrasco el diseño de la Costanera Sur.