Salud y Educación

Personas mayores y discriminación: el otro virus

Por Gabriel Katz

Si bien poco a poco las estadísticas van demostrando que la gravedad de la pandemia se extiende a distintas franjas etarias, el Coronavirus tiene en el centro de la escena, como tristes protagonistas, a las personas mayores. 

A los riesgos ya conocidos a la salud se le suma el maltrato a los más grandes. 

En Alemania, al borde de la irresponsabilidad y la locura, jóvenes proponen fiestas bajo el provocador título: “Corona Fest”. En el otro extremo de las decisiones, el ministro de defensa israelí Naftali Bennet advierte en un video que se viralizó planetariamente que: “la cosa más importante, más aún del distanciamiento social, más que los testeos, es separar a la gente grande de los jóvenes”, y remata con que “la combinación más letal es cuando una abuela abraza a su nieta”. 

Los ejemplos se multiplican como el virus. 

Los medios de comunicación no se quedan atrás. Aún los que se esfuerzan por ser políticamente más correctos sugieren: “cuidar a los abuelos”, olvidando que el abuelazgo es apenas un rol de la vejez.

La viralización de la pandemia, la forma de comunicarla, desnuda el viejismo: la cara más oscura con que las sociedades y una gran cantidad de medios de comunicación castigan y discriminan a las personas mayores. 

Esta estigmatización está encuadrada en un sistema cuyo modo de producción valora a las personas en tanto productivas y rotula a los mayores en “clase pasiva”. La crisis del capitalismo, que hoy enrostra la fragilidad de los sistemas de salud de muchos países considerados del primer mundo, olvida que empoderar a los mayores puede ser parte de la solución. Durante la crisis española de 2008, fueron las jubiladas y jubilados quienes abrigaron a los más jóvenes y hasta reactivaron algunos sectores de la economía.

Construir una sociedad para todas las edades es trabajar por la solidaridad intergeneracional. Tomar conciencia sobre la necesidad de la deconstrucción respecto a nuestra mirada, e incluso las formas de nombrar a las personas mayores, se instala como una urgencia de estos tiempos. Tan miserables, bulímicos, distanciados y pandémicos.