Panorama Político. Condiciones necesarias y suficientes: de lo trascendental a lo simbólico
El comienzo del gobierno del Frente de Todos coincide, lógicamente, con las fiestas. Son días donde el grueso de la sociedad está particularmente sensible, no sólo por las expectativas que un cambio de gestión genera en el contexto de una profunda crisis económica, sino también por la Navidad y el fin de año. Las problemáticas familiares se cruzan con las alegrías personales y populares. Así, las grandes decisiones políticas que toma Alberto Fernández son tan importantes como las simbólicas. En los últimos años la asunción de Mauricio Macri generó incredulidad en sectores politizados y académicos, que no podían explicar(se) cómo parte de las clases populares, bajas y medias fundamentalmente, habían podido votar contra “sus propios intereses”. Es cierto en un aspecto restringido: en el económico. Pero comprender los intereses sociales en los últimos años es más complejo, ya que abarca también lo simbólico, cultural y aspiracional. No se descarta la influencia de los medios de comunicación y las redes sociales, pero tampoco hay que sobredimensionarla. Alberto Fernández encaró el inicio de su gestión tomando decisiones políticas trascendentales, en el mismo momento y en la misma dimensión de los gestos simbólicos que comunica y que ya “hacen” a su Gobierno y figura.
La corrupción no modifica la estructura económica de un país, pero es una batalla que hay que dar.
Alberto llegó a la asunción manejando su auto particular, así como el gobernador Axel Kicillof había hecho toda su campaña arriba de un Renault Clio prestado. El Presidente estuvo la nochebuena en la icónica Iglesia San Cayetano, patrono del trabajo, con quienes peor la pasaron (y la pasan) socialmente. El lema elegido por el Gobierno es Argentina Unida. Todos/as los/as funcionarios/as tienen antecedentes intachables, más allá de la persecución política llevada adelante por Cambiemos. El reemplazante de la (no) abogada Laura Alonso en la Oficina Anticorrupción será el ex fiscal especializado en Derechos Humanos, Félix Crous. Hay más ejemplos, pero éste es tan significativo que alcanza y sobra para dimensionar las diferencias entre ambos gobiernos. Recordemos que el esquema anterior consistía en desgajar al Estado entregando un Ministerio a cada corporación. Otra vez, un ejemplo alcanza: Juan José Aranguren, de Shell, en Energía. La gestión podrá salir bien o mal, pero no hay dudas de que los funcionarios están allí para tomar medidas a favor de los sectores populares y, disculpen la semántica, son “buena leche”. No hubo declaraciones de ninguno de ellos faltándole el respeto a los ciudadanos, como hacían sus antecesores: “son ñoquis, vagos”; “les hicieron creer que podían comprarse un celular”; “las universidades no son para los pobres”.
La corrupción no modifica la estructura económica de un país. Más allá de que en todas las sociedades hay algún índice de corrupción porque es intrínseca al sistema capitalista, lo cierto es que está instalado como si fuese un problema estructural en las sociedades latinoamericanas, y todos los golpes blandos y las estrategias judiciales para perseguir a líderes populares se montan sobre supuestos, y en la gran mayoría no comprobados, casos de corrupción. El grupo Macri llegó a la dictadura con siete empresas y se retiró con 47; su deuda privada la “estatizó” Domingo Cavallo y la pagamos entre todos; y durante su gestión blanqueó la plata de sus familiares. Sin embargo, se jacta de su supuesta honestidad y una gestión éticamente intachable.
Pero la sorpresa de los primeros días de Gobierno alcanza al grueso de la militancia del Frente de Todos.
La lucha contra el narcotráfico sólo encontró implicado, hasta aquí, al ex intendente de Paraná Segrio Varisco, de Cambiemos. Esta semana fue detenido un ex precandidato Radical a intendente de Tres de Febrero, Marcelo “Locatti” Uscheroff, acusado de liderar una banda dedicada a la trata de personas. No obstante, el paradigma de la lucha contra el delito organizado es, supuestamente, la ex ministra de Seguridad, y presidenta del PRO, Patricia Bullrich. Son batallas hasta aquí ganadas mediáticamente por la derecha, por más que en los Panamá Papers desfilen sus líderes. Hay que darlas: hay que “ser y parecer”.
Pero la sorpresa de los primeros días de Gobierno alcanza al grueso de la militancia del Frente de Todos, a los “K” como los suelen llamar desde los grades medios, en este caso también positivamente, pero por motivos opuestos. Alberto no se queda en las formas, toma medidas económicas y políticas progresistas: una ley de Solidaridad que grava a quienes viajan al exterior o ahorran en dólares, cuyo destino será el sistema de Seguridad Social y el desarrollo de una política de vivienda; avanza sobre las jubilaciones en el Poder Judicial, no sobre los regímenes especiales de docentes, y aumenta las mínimas; plantea la reforma en la Justicia; la intervención en la AFI; aplicó el protocolo de la interrupción legal del embarazo; derogó el que facultaba a las fuerzas de seguridad a disparar en cualquier contexto; el Estado destina recursos a la tarjeta alimentaria y a los medicamentos para jubiladas/os. Su discurso en la gestión es el mismo que tuvo en campaña. Los políticos, y las políticas, no son todos iguales, evidentemente.
Axel procede de manera similar en la provincia, con una reforma que busca volcar el grueso del aumento de los impuestos en los sectores que más capacidad económica tienen. La crítica desde los grandes medios, claro, era esperable: como recién descubrieron palabras como ajuste, crisis o pobreza, todavía no saben cómo aplicarlas correctamente. No las utilizaron ni con los tarifazos de Macri, María Eugenia Vidal ni Horacio Rodríguez Larreta, pero ahora generan debates (shows) alrededor del “impuestazo” en la Provincia: “todos sufrirían el 55% de aumento”. Falso: sólo los terratenientes propietarios de 200 campos superior a las dos mil hectáreas pagarán el 75%; el grueso, el 86% tributará un aumento del 15% o más,siempre por debajo de la inflación. Para redistribuir es necesario “tocar” intereses, no tocarlos significaría mantener el status quo regresivo y desigual.
En virtud de la desastrosa situación social heredara por el Frente de Todos, es momento de avanzar con políticas intervencionistas y redistributivas. A más días en la gestión, más resistencia de los grupos económicos encontrará el Gobierno. La de las patronales del campo al aumento de derechos de exportación (retenciones), es un alerta importante. La resistencia popular en Mendoza a la modificación de la ley provincial que cuidaba el agua y limitaba la megaminería, es un mensaje para el Gobierno Nacional. Las bases tensionan hacia la izquierda; es saludable, ése debe ser su rol. En el medio, el Gobierno deberá resolver/encausar la relación con el FMI y la deuda externa. Las medidas como la restricción al uso de dólares y el recargo a los pagos en el exterior o para atesoramiento son, habida cuenta de la estructural restricción externa que afecta al país, casi revolucionarias. Ahora, a seguir en esa línea, aprovechando el contexto coyuntural para no dar marcha atrás. Juntamente con lo simbólico y cultural, están las políticas económicas estructurales. Aquellas son importantes, condición necesaria; éstas imprescindibles, no suficientes.