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El pulmón del planeta en peligro

De acuerdo a un informe del Instituto Nacional de Investigación Espacial del Brasil (INPE) la deforestación de la Amazonía Brasileña alcanzó los 920 kilómetros cuadrados sólo en junio pasado, un 88% más que en el mismo mes de 2018. El mismo reporte indica que en los últimos 11 meses se han arrasado 4565 km2, un aumento del 15% respecto al año anterior.

Carlos Nobre, uno de los climatólogos más prestigiosos del mundo, advirtió sobre el riesgo de que la selva amazónica se convierta en una sabana degradada. “El punto de ruptura está cerca” dijo, en una entrevista al medio digital brasileño Carta Capital. “Necesitamos avanzar hacia una política de deforestación cero. Lo ideal sería lograr este objetivo para 2030”. 

Nobre, doctorado en Meteorología en el Instituto de Tecnología de Massachusetts (EE.UU), explicó que cuando la deforestación alcance entre el 20 y 25% de la cubierta vegetal original de la Amazonía, la “sabanización” sería inducida de manera irreversible. “Hoy estamos al 16%”, advirtió. También la organización Global Forest Watch señaló que en 2018 se produjo la pérdida de bosques primarios cerca o dentro de los territorios indígenas. Por ejemplo, la reserva Ituna Itata, hogar de algunas de las últimas tribus aisladas, experimentó un desmonte ilegal de 4 mil hectáreas.

La Amazonía reserva una gran cantidad de carbono en sus miles de millones de árboles, que de lo contrario, se quedaría en la atmósfera, lo que provocaría el aumento de las temperaturas globales. No en vano, la selva Amazónica es considerada el pulmón del planeta y una aliada clave en la lucha contra la emergencia climática. 

Lejos de la “deforestación cero”

¿Cuál fue la reacción del presidente de Brasil? Jair Bolsonaro cuestionó los datos sobre deforestación y echó al director del INPE. El mandatario brasileño consideró que existe una “psicosis ambiental” en torno a la protección de la Amazonía. Todas sus políticas van en dirección contraria al cuidado del medio ambiente. Cuando asumió el gobierno manifestó abiertamente su interés por legalizar la actividad minera en áreas protegidas de la selva amazónica y sin filtro lanzó: “las reservas indígenas están impidiendo el desarrollo de los negocios del país”. De eso se trata, un país que protege sus recursos y otro que los explota sin límites. Los pilares del modelo Bolsonaro no son tan distintos a los de Argentina, que acaba de otorgar el rango “ministerial” a la Secretaria de Agroindustria: explotación minera, forestal y ganadera. Bolsonaro desmanteló las agencias de protección ambiental, trasladó el Servicio Forestal al Ministerio de Agricultura y ajustó el presupuesto a la fiscalización, todas medidas que dan un paso atrás en la supervivencia del territorio amazónico. 

Una investigación del diario The New York Times reveló hace pocos días que la administración de Bolsonaro redujo en un 20% la imposición de multas y el decomiso de material a los “garimpeiros” (buscadores de oro), ganaderos y madereros que operan sin licencia en la Amazonia. Esta información confirma lo denunciado por varias ONG’s y el propio INPE. La explotación sin límites del territorio selvático en Brasil también activó las alarmas en Europa. Francia instó al gobierno brasileño a respetar el Acuerdo de París como condición insalvable para sellar el tratado de libre comercio con la UE, un pacto que puede también incentivar la deforestación desmedida en Brasil ante la búsqueda de nuevas tierras cultivables.

Minería ilegal en zonas protegidas

Imágenes satelitales registradas por la compañía estadounidense Planet Labs, muestran que desde enero de 2019 se expandió la actividad minera ilegal en las tierras indígenas amazónicas. La situación fue monitoreada en las zonas habitadas por los pueblos originarios que más sufren la extracción ilegal de oro: Kayapó, Munduruku (ambas en Pará) y Yanomaní (en Roraima y Amazonas). A fines de 2018, la red de información socioambiental Amazon, que reúne a ocho ONG’s medioambientales de América Latina, publicó un informe en el que también identifica minería ilegal en al menos 18 territorios indígenas.

El asesinato de un líder indígena

Emrya Wajãpi, líder de los indígenas Waiãpi fue asesinado a puñaladas por un grupo de “garimpeiros” según denunciaron los integrantes de la comunidad. El hecho ocurrió en el municipio de Amapá (cerca de la frontera con la Guyana Francesa), una zona rica en oro. Según la Fundación Nacional del Indio (Funai) los habitantes de la aldea, tuvieron que abandonarla asustados por la posibilidad de más ataques violentos.

El gobierno sostiene que no hay evidencia de que hubo una invasión de mineros informales en el área. Sin embargo, las comunidades que habitan esas tierras aseguran que desde hace tiempo los “garimpeiros” invaden el territorio que les pertenece y hasta amenazan de muerte a quienes les ofrecen resistencia.