MoroGate
El prestigioso equipo periodístico de The Intercept encabezado por el estadounidense Glenn Greenwald reveló la trama política más importante de los últimos años en Brasil. Conversaciones en la red social Telegram entre el exjuez Sergio Moro (ahora Ministro de Justicia) y Deltan Dallagnol, el fiscal de Lava Jato, confirman cómo se coordinó la encarcelación del expresidente Lula para evitar que fuera nuevamente candidato a presidente.
En una de las conversaciones filtradas, Moro le sugiere a Dallagnol contactar a una fuente para indagar en un caso contra Lula. “Aparentemente la persona estaría dispuesta a prestar información. Te la estoy enviando. La fuente es seria”, escribió el magistrado.“¡¡Gracias!! Contactaremos”, responde Dallagnol. “Serían decenas de inmuebles”, agrega Moro. Dallagnol le explica después que llamó a la fuente pero que ésta no quiso hablar. “Estoy pensando en hacer una intimación oficial (a la fuente), incluso basada en noticia apócrifa”, comenta Dallagnol.“Mejor formalizar, entonces”, escribe Moro.
Esta megafiltración se da a conocer en el peor momento del gobierno de Jair Bolsonaro, no sólo por la caída de su imagen positiva (asumió en enero con el 55% de aceptación) sino además por las feroces internas dentro de su gabinete entre los “militares entreguistas” y los “duros nacionalistas”.
Los diálogos obtenidos por The Intercept de una fuente anónima, revelan varios puntos a destacar. Moro excedió en gran medida las líneas éticas que definen el papel de un juez. En Brasil, los jueces deben ser imparciales y neutrales, y se les prohíbe colaborar en secreto. Bajo este modelo, el juez debe analizar las alegaciones de ambas partes de manera imparcial y desinteresada. Pero las conversaciones entre Moro y Dallagnol muestran que, cuando era juez, el actual ministro de justicia interfirió indebidamente en el trabajo del grupo de trabajo de Lava Jato, actuando de manera informal como asesor y asistente de la fiscalía.
Los materiales obtenidos por The Intercept, contienen también evidencia de que la fiscalía tenía serias dudas sobre si había suficientes pruebas para establecer la culpabilidad de Lula antes de presentar la acusación: si el triplex era en realidad del expresidente y si tenía algo que ver con Petrobras. Lula fue acusado de recibir como soborno del Grupo OAS un apartamento frente a una playa del Estado de San Pablo a cambio de facilitar contratos millonarios de Petrobras. “Dirán que estamos acusando con base a una noticia en un diario y con indicios débiles… entonces es un ítem que debe estar bien sustentado. Fuera de ese ítem, hasta ahora tengo dudas de la vinculación entre Petrobras y el enriquecimiento, y después que me hablaron estoy con recelo de la historia del depto… Son puntos en los que tenemos que tener las respuestas claras en la punta de la lengua” escribió Dallagnol en un chat grupal de Telegram con sus colegas el 9 de septiembre de 2016, cuatro días antes de presentar su acusación contra Lula.
Los elementos son contundentes. El Ministerio Público abrió una investigación para evaluar el accionar de Moro y el equipo de fiscales. Los implicados tendrán diez días para presentar todo lo requerido por el organismo. La megafiltración hace tambalear la investigación por la que Lula está preso y no pudo presentarse como candidato a otro mandato presidencial. La revelación del portal The Intercept también genera un terremoto político dentro del gabinete de Bolsonaro. El presidente ultraderechista premió a Moro con el Ministerio de Justicia por encarcelar a Lula y ahora el ex juez deberá dar explicaciones sobre su comportamiento en la causa. La oposición pide la renuncia del titular de Justicia, un reclamo que en las últimas horas también llegó a las calles paulistas.
Ahora la situación de Lula podría dar otro giro. La segunda corte del Supremo Tribunal Federal reanudó el debate sobre un recurso de “habeas corpus” que se había presentado para que se libere al expresidente. En abril, el supremo le redujo la condena y la viceprocuradora de la república Aurea Nogueira pidió que Lula complete su sentencia bajo un régimen de libertad vigilada.
El MoroGate desnudó una trama que se repite en otros países como Argentina, en los que también juegan un rol fundamental las grandes corporaciones mediáticas. Este papel central de los medios se detecta cuando en una de las conversaciones el fiscal Dallagnol habla sobre la fragilidad de las pruebas contra Lula y entonces la necesidad de reforzarlas sino “dirán que estamos acusando en base a una noticia en un diario y con indicios débiles”.
Desde una perspectiva global, las megafiltraciones ya cambiaron las maneras de contar y construir la noticia. También son otros los espacios alternativos desde donde se publican y analizan estas revelaciones. Y a continuación cito al colega Santiago O’Donnell quien también sigue de cerca este caso. “No es casualidad. El periodismo de hoy, y del futuro, pasa por ahí. El periodismo serio, el que cuestiona, el que interpela, el que sacude el status quo y desafía al poder, pasa por las nuevas formas de contar, por una búsqueda de verdad, justicia y el bien común que va más allá de la lógica comercial, pasa por renovar el contrato con el lector acerca de lo que se puede y se debe contar. Más allá del chamuyo”.