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“Los indígenas están invisibilizados”

“El autoritarismo no existe, el sectarismo no existe, la xenofobia no existe, el fanatismo no existe, lo real resiste”, canta el brasileño Arnaldo Antunes en “O real Resiste”, disco lanzado en 2019. 
Un año antes de la presentación del nuevo álbum, Antunes viajó al Estado de Acre y visitó a la comunidad de los indios Iauanauás. “Fue muy hermoso ver su cultura, medicina, música, fue una experiencia de aprendizaje”, manifestó por entonces el artista paulista. “O real Resiste”, es un retrato de la vida brasileña en un momento de bruscos cambios políticos en Brasil. 
Ese mismo año 2019, los incendios de la floresta devastaron miles de hectáreas en la selva amazónica. Las comunidades indígenas se vieron otra vez amenazadas por la indiferencia de los políticos y el avance de los garimpeiros o buscadores de oro.
Un año después, el enemigo “invisible” tiene otro nombre, Coronavirus. Brasil registró el primer caso de la región y hoy lidera el número de positivos y muertos por la Covid-19 en América Latina. La pandemia aún no se propagó por los territorios indígenas más alejados, pero afecta a los familiares de los indios que viven en las grandes urbes de la región amazónica, como Manaos, Belém y Santarém. Las muertes de indígenas infectados por Covid-19 aumentaron un 800% sólo en 15 días del mes de abril, según los informes elaborados por asociaciones indígenas independientes.“Los indígenas están invisibilizados” denuncia Florêncio Almeida Vaz Filho*, integrante del pueblo Maytapu, fraile franciscano y doctor en Ciencias Sociales, quien hoy reside en Pará. “La primera persona que murió de Coronavirus en Pará fue una mujer indígena, anciana; ella no fue contabilizada como indígena. Las instituciones estatales de Brasil no reconocen a los indígenas que viven en la ciudad”. La  Articulación de Pueblos Indígenas (APIB) emitió una nota lamentando el subregistro de las personas indígenas: “Es un acto de racismo institucional”, clasifica la entidad.

“La gente es excluida dos veces, viven en situaciones muy precarias, y cuando mueren, ni siquiera son reconocidos como indígenas”.

Al no reconocimiento, se suma la falta de presupuesto para la Fundación del Indio y el Instituto del Medio Ambiente, dos entidades orientadas al trabajo con las comunidades. “Manaos es la ciudad más grande de la Amazonía, gran parte de las personas que mueren de Coronavirus son indígenas. La gente es excluida dos veces, viven en situaciones muy precarias, y cuando mueren, ni siquiera son reconocidos como indígenas. Ninguna institución cuenta hoy con el dinero suficiente para cubrir las necesidades básicas. Los indigenas viajan muy seguido a las ciudades para comprar víveres, medicinas, para trabajar, muchos quedaron varados y otros decidieron no regresar, ya que corren el riesgo de trasladar el virus a las comunidades y contagiar a sus familiares”. 

Las alertas de deforestación se incrementaron casi un 30% este año, en comparación con el mismo período en 2019.

Una pandemia no frena a la otra. La pandemia de la tala indiscriminada y la invasión ilegal de los mineros ilegales continúa. Según datos de la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) divulgados el 17 de abril, casi 50 mil familias indígenas sufrieron alguna forma de violencia en conflictos con la tierras en Brasil en el último mes. Esta situación empeora. Desde el comienzo de la pandemia, las invasiones de tierras indígenas en la Amazonía aumentaron. Las alertas de deforestación se incrementaron casi un 30% este año, en comparación con el mismo período en 2019.“La tala de la floresta sigue, incluso ahora con más libertades, sin control. La prensa habla sólo de la Covid – 19 y la renuncia de Moro (Sergio Moro ex ministro de justicia de Brasil). La explotación de madera clandestina continúa, este gobierno incentivó la deforestación desde el día que asumió”. 
Semanas atrás, el director del Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (Ibama), en Pará, coordinó una operación para detener el avance de los garimpeiros en tierras indígenas. “El gobierno lo echó porque estaba expulsando a los invasores y defendiendo a los indígenas. La entrada de estas personas empeora aún más la situación porque pueden también trasladar el virus. Además,  amenazaron con llevar el virus a las comunidades para atemorizar a sus pobladores.” 
“La situación de Brasil es compleja, está más allá de los indígenas, ni siquiera somos mayoría de la población, pero somos un sector muy organizado. La oposición está despertando ahora, con la crisis en el gabinete. Los movimientos sociales y la izquierda ganaron una nueva esperanza. Hay posibilidades de resistencia, de poder cambiar las cosas, pese a la pandemia”. Como dice Antunes, lo único real que existe, es lo que resiste.

*Indígena, fraile franciscano y doctor en Ciencias Sociales.