Según informó el portavoz del gobierno Ruwan Wijewardene el grupo terrorista se adjudicó la matanza a través de un comunicado emitido por la agencia Amaq. Las autoridades consideran que los atentados a iglesias y hoteles fueron en represalia por los ataques contra mezquitas en Nueva Zelanda ocurridos el 15 de marzo. 

El gobierno buscó desde un comienzo la pista internacional que estaría conectada con el grupo local National Thowheed Jamath, señalado como el ejecutor de la masacre que dejó al menos 321 muertos y más de 500 heridos. El grupo esrilanqués, es conocido por haber atentado contra Budas repartidos en todo el país. 

Wijewardene, también dejó entrever algunas diferencias dentro del gabinete cuando aseguró que ni él ni el primer ministro Ranil Wickremesinghe fueron convocados a las reuniones del consejo de seguridad nacional que se realizan desde octubre de 2018. Estos cortocircuitos fueron admitidos por Rajitha Senaratne, vocero presidencial, el día después de los ataques. El portavoz aseguró que el gobierno recibió alertas de atentados y que esta información no fue comunicada al premier. 

El diario esrilanqués ‘Daily Mirror’ informó este martes que el Ejecutivo podría estar evaluando la posibilidad de prohibir el uso del burka y el niqab, dos velos islámicos que cubren por completo el cuerpo de la mujer. Según pruebas y testimonios recabados por los investigadores habrían participado varias mujeres en los sucesivos ataques. 

Entre las víctimas mortales del domingo, figuran 45 niños según informó en Ginebra Christophe Boulierac, vocero del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF). Por su parte, el Ministerio de Salud confirmó que restan identificar al menos 41 cadáveres.

El país del Índico continúa en estado de emergencia. El número de sospechosos detenidos trepó a 40. Sri Lanka aguarda la promesa de ayuda internacional para seguir investigando las conexiones terroristas. Este martes fue declarado día de luto nacional. Los esrilanqueses ya comenzaron a enterrar a sus muertos.