Luego de las protestas espontáneas que ocurrieron en las grandes ciudades estadounidenses hace unas semanas atrás contra las acciones llevadas a cabo por la agencia de migraciones ICE, el domingo 14 de junio hubo marchas organizadas en todo el país.
Desde pequeñas localidades a pueblos de pocos habitantes, fueron alrededor de 2000 manifestaciones en todo el país. La consigna fue “No Kings’ day” -“Aquí no hay reyes”-, debido al abuso de poder que demuestra diariamente el gobierno de Donald Trump. Alrededor de cinco millones de personas llenaron las calles con carteles pidiendo la abolición de ICE y quejándose por la inacción del partido Demócrata. Pusieron las banderas estadounidenses colocadas al revés como signo de protesta, comparando el gobierno de Trump con el Nazismo.
Ese mismo día la Casa Blanca organizó un desfile militar por el cumpleaños de Trump y la celebración por el 250 aniversario de la Armada estadounidense con escasa concurrencia, solamente unas 10.000 personas.
Unos días después nos fuimos a dormir con la noticia de que el gobierno norteamericano había bombardeado tres sitios donde “supuestamente” Irán fabrica armas nucleares. Una de las bajas fue la persona encargada de la negocioción con Steve Witkoff, funcionario de Trump, por la no proliferación de armas nucleares en Irán. Esta decisión unilateral de la Casa Blanca fue criticada por varios congresistas que calificaron este acto como ilegal, debido a que toda acción de iniciar una guerra debe pasar por el Congreso de la Nación, el único poder del Estado que puede autorizar algo así. La congresista por el Estado de Nueva York, Alexandria Ocasio-Cortez, dijo que el ataque podría generar el comienzo de un tercer juicio político de Trump.
Otros hablan de las similitudes con el comienzo de la guerra contra Irak, basada en la mentira de la acumulación de armas letales. Hace unas semanas, la autoridad máxima de la Agencia de Inteligencia estuvo en el Congreso y durante su testimonio dijo que “las Agencias de Inteligencia creen que Irán incrementó las reservas de uranio, pero que no ha tomado medidas para montar armas nucleares”. Sin embargo, el día siguiente del bombardeo estadounidense a Irán se desdijo.
Lo cierto es que no hay un gran apoyo al comienzo de otra guerra dentro de la población estadounidense, ni en el congreso de Estados Unidos. Hay un desgaste emocional entre la población y una división marcada entre los que siguen apoyando a Israel sin límites y aquellos que ya no quieren invertir más en las guerras sin fin. Es claro entre muchos el interés del primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, de quedarse en el poder indefinidamente. Además, como con el fin de los conflictos llegaría el fin de su carrera política, arrastra a los Estados Unidos a esta guerra con Irán con el objetivo de eliminar la posibilidad de que Irán construya armas nucleares y el derrocamiento del régimen islámico en ese país.
Si observamos la historia reciente de intervenciones militares en la región con el fin de derrocar regímenes políticos no alineados con los Estados Unidos, solo se ha conseguido el debilitamiento de los sistemas de Gobierno, el decline económico y sufrimiento desmedido a sus poblaciones.
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