Internacionales

Argentina a la cola de Washington

Por Carlos A. Villalba. Fracasó la ayuda humanitaria a Venezuela

Venezuela cuenta con las mayores reservas probadas del mundo de petróleo crudo, lo que le permitiría abastecer, por sí sola, el total del consumo mundial durante nueve años y dos meses

Distintos gobiernos estadounidenses, con diferentes armas, hicieron lo imposible por arrasar el modelo bolivariano de autonomía económica, integración regional y redistribución de la renta petrolera venezolana, impulsado por el comandante Hugo Chávez desde el día en que se instaló en la Presidencia de su país el 2 de febrero de 1999. 

Hasta ahora no lograron su objetivo. Tampoco la administración Trump que, a diferencia de sus antecesores, no se preocupa por guardar las formas y organiza la desestabilización  sin disimulo, y por televisión.

Sin embargo, y como nunca, la decisión está tomada y la cuenta regresiva activada. Tropas, aeronaves y flotas, con todos sus pertrechos bélicos cerraron el cerco alrededor de Venezuela; desde hace varios meses los marines y los mercenarios mascan chicle en sus 16 acantonamientos de Aruba, Curazao, Colombia, Brasil, Guadalupe, Guayana Francesa, Honduras, Martinica, Panamá, Puerto Rico y Trinidad y Tobago y en las concentraciones alistadas en distintos fuertes de los propios Estados Unidos, bajo la comandancia de “Halcón 1”, nombre de fantasía que asumió la jefatura del Comando Sur para el presente despliegue, instalada en Key West, Florida.

A esos bienes deben sumarse sus reservas de oro (segundas en el mundo) y, muy especialmente, de coltán, mineral combinado a partir del cual se produce el tantalio utilizado en todas las tecnologías de punta.

Desde hace más de 15 años, sucesivos ocupantes de la Casa Blanca (Bill Clinton, George W. Bush, Barack Obama, Donald Trump) intentaron construir el personaje “nacional” sobre quien apoyar la maquinaria invasora, o una “oposición” fuerte y con simpatías populares. No tuvieron suerte hasta el momento, a pesar de una situación económica sumamente compleja, con bloqueo y presiones externas -en especial a través de  sanciones financieras contra el Banco Central y la estatal PDVSA-, boicot de la industria privada, ataques a la moneda nacional , sabotajes al suministro eléctrico y precios de petróleo a la baja. El complemento de ese panorama la constituye la falta de una política socioeconómica integral, que permita enfrentar con éxito a esos enemigos y sumar a sus esfuerzos redistributivos –confirmados por sus planes de vivienda, transporte, salud y educación-, la construcción de un modelo productivo, complementario al exclusivamente subsidiario de la renta petrolera.

La nueva multipolaridad mundial, hasta el momento, juega como un paraguas defensivo contra las intenciones de Estados Unidos, que se ve imposibilitado de armar un escenario como aquellos de desembarcos de tropas en naciones extranjeras. China y Rusia, poderosos aliados económicos y militares del gobierno de Nicolás Maduro, cumplen un papel importante en este tablero, en el que están en juego las mayores reservas probadas de petróleo crudo del mundo, según los informes de la CIA, con un estimado de 302.300 millones de barriles calculados el 1° de enero de 2018, lo que le permitiría abastecer, por sí sola, el total del consumo mundial durante nueve años y dos meses.

A semejante tesoro deben sumarse las reservas de oro (segundas en el mundo) y, muy especialmente, de coltán, mineral combinado a partir del cual se produce el tantalio, usado en la elaboración de condensadores electrolíticos, presentes hoy en la mayoría de los dispositivos electrónicos, como teléfonos móviles, computadoras, pantallas de plasma o cámaras digitales y en proyectos de alta tecnología como los satélites artificiales y reactores nucleares.

Como sucede desde su asunción, el gobierno de Mauricio Macri hizo de comparsa a las maniobras del 23F, cuando se realizó una puesta en escena “humanitaria” en la frontera colombiana con Venezuela, destinada a generar una suerte de “marea popular” tras la figura del autoproclamado Juan Guaidó que, en realidad, quedó circunscripta al show televisivo presentado por cantantes “latinos” que cobraron fuertes cachet por su “compromiso”,  y a un par de atentados de “falsa bandera” en las fronteras de Venezuela con Brasil y Colombia.  

Desde su asunción las actuales autoridades argentinas se desmarcaron del conjunto de acuerdos regionales consolidados o construidos a lo largo de los primeros quince años del siglo como Mercosur, Unasur, Celac o Parlasur

A partir del 10 de diciembre de 2015 las autoridades de Argentina se desmarcaron del conjunto de acuerdos regionales consolidados o construidos a lo largo de los primeros quince años del siglo como Mercosur, Unasur (Unión de Naciones Suramericanas), Celac (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) o Parlasur (Parlamento del Mercosur). Por el contrario, aceptaron de manera acrítica las imposiciones, políticas y estrategias de Washington, el Banco Mundial, el FMI y del Comando Sur de los Estados Unidos. Ese realineamiento implicó el abandono de posturas autónomas, nacionales, solidarias, productivistas y distribucionistas, que mejoraron la calidad de vida de las mayorías en las naciones que las adoptaron.

Desde 2017, el mandatario argentino hizo uso de los recursos diplomáticos de su Cancillería para acompañar los intentos de desestabilización de Nicolás Maduro bajo cobertura “humanitaria”, y generó un verdadero zafarrancho diplomático que incluye la incorporación a la maniobra de Washington del organismo de asistencia humanitaria internacional,  la Comisión Cascos Blancos, cuyos acuerdos con Naciones Unidas le exigen cumplir con los principios de neutralidad, humanidad, imparcialidad e independencia Operativa vigentes desde 2004.

La situación generó incluso conflictos internos dentro del Palacio San Martín, los que llevaron a su Subsecretaría de Relaciones Institucionales y Diplomacia Pública a vetar el viaje del presidente de Cascos a Bogotá y Cúcuta. La Casa Rosada, por otra parte,  desoyó la recomendación de la Subsecretaría de Relaciones Institucionales y Diplomacia Pública del ministerio de Relaciones Exteriores, que sentenció que “en el estado actual del Derecho Internacional, el reconocimiento de un gobierno, cuando hay otro gobierno que efectivamente detenta el control en un país, es considerado una intervención ilegal en los asuntos internos de ese Estado”. Y para no dejar dudas expresó que “para el Derecho Internacional, el reconocimiento de Guaidó constituiría una intromisión en los asuntos internos de Venezuela”. 

Mauricio Macri y su grupo rechazan cualquier recomendación que no siga el camino que ordena Washington. De todos modos, la invasión humanitaria fracasó y el gerente general del Grupo Socma está a las puertas de entrar en un proceso electoral al que llega con la peor imagen de un mandatario en ejercicio.