Trelew: La Patria Fusilada
A 50 años de la Masacre de Trelew, la historia del libro que rescató los testimonios de tres sobrevivientes de los fusilamientos. Paco Urondo y su periodismo militante.
En el anochecer del 25 de mayo de 1973 una multitud se congregó a las puertas de la cárcel de Villa Devoto. Se calcula que unas 50 mil personas rodearon el presidio para reclamar la liberación de los detenidos por causas políticas. Cientos de militantes de las organizaciones armadas FAR, ERP y Montoneros se encontraban detenidos en distintas cárceles del país y el fin del gobierno del dictador Agustín Lanusse abría la puerta hacia la libertad.
Horas antes Héctor José Cámpora había asumido como presidente de la Nación luego de 18 años de proscripción del peronismo. Una fiesta popular se vivió en las calles durante todo el día y la consigna de campaña “El Tío Presidente/libertad a los combatientes” se refrendó en el discurso de asunción ante la Asamblea Legislativa, cuando Cámpora le dijo al titular del Senado: “hago entrega del proyecto de Ley de Amnistía que propone el Poder Ejecutivo”.
“Abran, carajo/ o la tiramo abajo” gritaban en el exterior del penal. En el interior los 135 hombres y 87 mujeres continuaban con la toma de las instalaciones. Las autoridades percibieron que no se podía esperar a la votación de la Ley y apuraron un indulto presidencial.
Pasadas las diez de la noche comenzaron las liberaciones. A medida que salían en fila india, los presos fueron absorbidos por una marea de abrazos. Entre quienes recuperaron la libertad estaba el militante, poeta y periodista Francisco Paco Urondo que al salir se conmovió por el clima de fraternidad de la muchedumbre. Rodolfo Walsh y Miguel Bonasso lograron acercarse para abrazarlo. Tiempo después se enteraron que el bolso que Urondo aferraba con su mano guardaba las cintas con los testimonios de los tres fusilados que sobrevivieron a la Masacre de Trelew.
La víspera
“Ya van a ver
Ya van a ver
Cuando venguemos
Los muertos de Trelew”
El clima de euforia por el regreso de un gobierno popular al poder se vivía en la calle y también en el interior del penal de Villa Devoto. El 24 de mayo los detenidos políticos tomaron los cinco pisos del edificio donde estaban alojados. Los pasillos se colmaron de actividad: se pintaban banderas y consignas revolucionarias en las paredes, se confeccionaban brazaletes, las celdas permanecían con sus puertas abiertas y en la parte superior se escribieron los nombres de los militantes muertos en Trelew. Tan sólo nueve meses habían transcurrido del intento de fuga masiva de la cárcel de Rawson. El plan no pudo cumplirse y del penal se escaparon 25 detenidos, pero sólo seis lograron abordar un avión hacia Chile desde el aeropuerto de Trelew. Los 19 guerrilleros restantes se entregaron, pero fueron llevados a la Base Almirante Zar y en la madrugada del 22 de agosto los fusilaron.
La versión oficial de la dictadura del General Agustín Lanusse fue que los prisioneros intentaron fugarse, pero tres fusilados estaban vivos. María Antonia Berger, Alberto Miguel Camps y Ricardo René Haidar sobrevivieron y luego de su recuperación fueron enviados a la cárcel de Villa Devoto.
Gracias a la toma del penal pudieron reencontrarse después de varios meses porque los presos varones ocupaban el primer y segundo piso y las detenidas estaban en los tres pisos superiores.
Para Paco Urondo fue un momento ideal para desplegar su militancia periodística. Minutos antes de las nueve de la noche del 24 de mayo los tres sobrevivientes y Urondo se reunieron en una celda. Paco se sentó sobre una mesita, frente a él estaban María Antonia y Alberto Camps y al costado de una cama, en cuclillas, el “Turco” Haidar. Cerraron la puerta, y si bien había un ambiente de fiesta porque era inminente la salida en libertad, en el pasillo de ese piso reinaba el silencio. Los demás detenidos sabían del encuentro, cuidaron que no molestara el ruido y custodiaron la puerta para que nadie interrumpiera la charla. Urondo activó la grabadora y hasta las cuatro de la mañana conversaron sobre lo ocurrido en Trelew.
“Hemos sobrevivido para contarlo” dice Haidar en un momento. El relato de los hechos se va construyendo de manera coral, con pocas intervenciones de Paco Urondo. “Yo quería intervenir lo menos posible, como corresponde a todo entrevistador que procura que hablen los otros”. Los sobrevivientes eran protagonistas de un momento histórico y fundamental para lograr que en un futuro les llegue el castigo a los responsables de la Masacre y Urondo estaba construyendo una obra esencial del periodismo argentino.
El valor de un libro
Meses después del Devotazo, nombre con el que se conoció la liberación de los presos políticos, la mítica revista Crisis publicó la entrevista en forma de libro con el nombre La Patria Fusilada. La edición incluía dos poemas de Juan Gelman uno de apertura y otro como cierre, una entrevista a Francisco Urondo donde cuenta cómo fue la grabación de la entrevista, la conferencia en el aeropuerto que dieron los guerrilleros que no pudieron abordar el avión y la lista de los caídos el 22 de agosto de 1972. La revista El Descamisado también publicó la entrevista en tres entregas en junio de 1973.
La dictadura que se instaló en 1976 continuó con el plan de exterminio que las Fuerzas Armadas iniciaron en Trelew: Francisco Urondo fue asesinado en junio de 1976; a Alberto Miguel Camps lo mataron en agosto de 1977; María Antonia Berger fue secuestrada en 1979 y desde entonces permanece desaparecida; a Ricardo René Haidar lo secuestraron en diciembre de 1982 y fue visto por última vez en la ESMA.
En 2011 Libros del Náufrago reeditó La Patria Fusilada respetando la versión original, pero sumó tres capítulos. Los caídos II que relata lo ocurrido con Urondo, Berger, Haidar y Camps. Y Los Juicios I y II que desarrollan lo ocurrido en la justicia con los fusilamientos de Trelew.
Con motivo de cumplirse los 50 años de la masacre el Fondo de Cultura Económica volvió a publicar el libro con prólogos de Ángela Urondo, hija de Paco, y de Raquel Camps, hija de Alberto.
La Patria Fusilada revive en cada reedición porque lo que se cuenta permitió las condenas de los asesinos en 2012 y fue fundamental para la sentencia que dictó un juzgado de Miami contra el ex marino Roberto Bravo en julio de este año.
“El periodismo y la militancia política son para mí las armas que posibilitan mi comunicación con la realidad. Sobre todo, la experiencia militante que me ayudó y me ayuda a entender todo este proceso de lucha popular”, le contó Paco Urondo a la Revista Así en 1973. Y ese motor lo llevó a abstraerse de lo que ocurría la noche del 24 de mayo de 1973 en la cárcel de Villa Devoto y encerrarse a escuchar a los sobrevivientes. “Escuchaste como nunca, atento a cada temblor en la voz de los que habían resucitado del espanto. Allí fue más cierto que nunca que escribir es escuchar” sentenció su amigo Rodolfo Walsh.