El medio vaso; las Plazas, llenas
El acto por el día de la Democracia. Los discursos en la asamblea de Plaza de Mayo. Las internas en el Peronismo. El acuerdo con el FMI.
Mitad de mandato del Frente de Todos. En la mitad del vaso lleno se cuenta la recuperación de uno de sus principales bastiones políticos del Peronismo, la movilización, que mantiene la potencialidad de llenar, y reventar, dos veces la Plaza de Mayo en un lapso menor a un mes: el 17 de noviembre, día de la militancia, y el 10 de diciembre, día de la Democracia y los DD.HH. En la mitad vacía, las chicanas internas y los sectarismos que no permiten la realización de “UN ACTO” en absoluta unidad, cuyas dimensiones cuantitativas son imposibles de dimensionar. A modo de mero ejercicio de simplificación, no menos que dos Plazas de Mayo, diagonales convergentes e inmediaciones repletas. Caer en la comparación numérica – ¿dos, tres o cuatro personas por metro cuadrado?-, entre las plazas de la GGT y el Peronismo más ortodoxo del 17, y la de ayer del Kirchnerismo o La Cámpora, es caer en otra chicana. El verdadero hecho político es que ambos tienen una inmensa capacidad de movilización, y que cada uno hace “la suya”. Cualitativamente también hay diferencias: la primera es bien propia del “aparato” sindical de los “gordos de la CGT”; la segunda tiene un componente más “progresista de a pie”. Ambos son expresión del componente “policlasista” histórico del Peronismo. La columna vertebral del Peronismo puede estar en discusión, en “empate”, ya que la sociedad de hoy es más compleja y heterogénea que la de los del ´40-´50: menos trabajadores formales industriales, más en servicios, mayor proporción de desocupados, subocupados e informales, los movimientos sociales que contienen a los más desprotegidos… Pero la unidad debería expresar más que una alianza electoral para llegar a constituirse como una verdadera coalición de Gobierno.
Las elecciones internas en las PASO del 2023, ya prometidas por el Presidente, y una institucionalización del Frente de Todos que canalice y sintetice las lógicas tensiones internas propias de cualquier Frente político, se presentan hoy como imprescindibles. El riesgo a lo que hay del otro lado, a la derecha neoliberal, es gigante.
Esas expresiones internas llegaron a su punto más crítico durante las elecciones: primero tras las PASO, cuando Cristina, con una carta y las renuncias de sus funcionarios en el Gobierno, dejó en debilidad a Alberto Fernández. El Presidente, con sabiduría política, desconoció a quienes estimularon la ruptura con el Kirchnerismo, realizó cambios en su gabinete y relanzó el Gobierno. La forma del reclamo por los “funcionarios que no funcionan” es más que discutible; el resultado fue positivo. Las elecciones generales arrojaron mucho más que una “derrota digna”: significó ni más ni menos que evitar un Golpe vía un proceso de desestabilización económico-político. Así el FDT podrá terminar su mandato y, esperemos, cumplirle al pueblo su programa electoral. El empate en la provincia de Buenos Aires suavizó la derrota a nivel nacional. De todas maneras, a mediano plazo, es imposible un triunfo electoral en 2023 perdiendo en todas las provincias del centro del país.
“Presidente, yo sé que tenemos muchas dificultades, pero siempre digo que, ante las grandes adversidades, grandes acciones”, Cristina Fernández.
“No tengas miedo Cristina; los ajustes pasaron a la historia”, Alberto Fernández.
Luego llegó la última carta donde la Vicepresidenta expresa cuál su límite: citó a Alberto cuando él mismo aseguró que no firmará ningún acuerdo con el FMI que condicione el desarrollo CON INCLUSIÓN. Todo hacía prever que ése es límite que Cristina y su espacio mayoritario dentro del FDT no va a traspasar. Y ayer lo ratificó en la asamblea que se vivó en la Plaza de Mayo. Cristina dio un discurso de una dimensión política pocas veces visto en los últimos años: “Presidente, yo sé que tenemos muchas dificultades, pero siempre digo que, ante las grandes adversidades, grandes acciones. (…) Presidente, comprométase que cada dólar que encontramos en el exterior se lo vamos a dar primero al Fondo de los que fugaron, de los que se la llevaron sin pagar impuestos. Que sea un punto de negociación con el Fondo”. Y el Presidente le respondió: “No tengas miedo Cristina; los ajustes pasaron a la historia”.
Tras la imprevista pandemia se requiere otra impronta ejecutiva, otra fuerza política que toque ciertos intereses, y eso es difícil de consensuar…
La figura del medio vaso vacío o lleno, dependiendo de quiénes y cómo se lo mire, vuelve a expresar los avances y las deudas pendientes del Gobierno del Frente de Todos, exactamente en la mitad de su mandato. Ya es sabida, -y negada al mismo tiempo-, la exitosa gestión en salud pública para enfrentar y sobrellevar la peor pandemia jamás imaginada. Tampoco es valorado en su justa dimensión el acompañamiento estatal a los sectores más empobrecidos por la pandemia neoliberal de Cambiemos, ni a las industrias y servicios para que puedan pasar el Rubicón de la pandemia del Covid. Allí los defensores del neoliberalismo y el “Estado mínimo” se olvidaron por un año de “los parasitarios subsidios que pagamos todos para aquellos vagos que no quieren trabajar”. En la otra mitad, la alta inflación –también fruto de la pesada herencia Macrista-, particularmente de los precios de los alimentos, esterilizó mucho de los refuerzos en aportes, salarios y jubilaciones. La negociación con los acreedores privados nos ahorró 37 mil millones de dólares, casi los mismos que nos dejó Mauricio Macri con el FMI. Hoy, ésa es la decisión que comprometerá los próximos años de Argentina y su pueblo: la negociación con el FMI por la deuda que dejó Cambiemos. ¿Podrá haber arreglo sin ajuste? Si no fuese así, ¿qué destino viable y “sustentable” tendrá una sociedad que parte de un 50% de pobreza? En una jugada política magistral, Cristina eligió a Alberto candidato para una etapa que era la de unión del Peronismo, componer a la sociedad y arreglar el desastre de la deuda legada por Cambiemos. Brillante. Ahora es otra etapa política: tras la imprevista pandemia se requiere otra impronta ejecutiva, otra fuerza política que toque ciertos intereses, y eso es difícil de consensuar… En eso estamos, eso es lo que se discute. Es con un Presidente fortalecido por Todos y por él mismo, no hay otra.
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