Internacionales

Wuhan, a un año del inicio de la pandemia

Por Alejandra Peña

En medio de los rebrotes en todo el mundo, en la ciudad china casi no quedan rastros del largo confinamiento sufrido por sus habitantes. Una misión de la OMS investiga in situ el origen del coronavirus. 

El 11 de enero de 2020 China anunciaba la primera muerte ocurrida dos días antes en la ciudad de Wuhan, causada por un misterioso virus, luego bautizado como Covid 19. Un año después, la pandemia ya dejó más de 92 millones de casos y se cobró la vida de dos millones de personas en el mundo, provocando una crisis sanitaria, política y económica global con final incierto. 

La identidad de la primera víctima nunca fue dada a conocer por el gobierno chino. Se trataría de un hombre de 61 años que hacía sus compras en el mercado Huanan de Wuhan, una ciudad de 11 millones de habitantes ubicada en el centro del gigante asiático, considerada internacionalmente como el foco de la pandemia, una afirmación rechazada por Beijing en forma recurrente. Hasta ahora, los científicos sospechan que el virus que comenzó a expandirse por el mundo a finales de 2019 se transmitió a los humanos desde murciélagos u otros animales, presumiblemente desde China. 

Como respuesta y cada vez con más insistencia, las autoridades chinas plantean la teoría de que el virus ya existía en otros países europeos o en la India antes de llegar a Wuhan. Parte de la prensa oficial que responde al gobierno asegura que el covid fue importado al gigante asiático a través de alimentos congelados: una hipótesis desestimada por la OMS.  

Al cumplirse el primer aniversario del puntapié inicial de la pandemia, en Wuhan no quedan evidencias del largo confinamiento declarado por las autoridades el 23 de enero de 2020, que se extendió por 76 días. Para evitar la expansión de la enfermedad. Xi Jinping impuso entonces un cierre absoluto de fronteras insistiendo hasta hoy en que no hay ninguna evidencia de que el virus patógeno haya infectado por primera vez a un ser humano en Wuhan.  

La ciudad no registra casos de coronavirus desde mayo, cuando las autoridades dispusieron el testeo de toda la población con resultado negativo. Sin embargo, para muchos ciudadanos de Wuhan, el coronavirus cambió sus vidas para siempre.  

Museos y lugares turísticos abiertos, carreteras con atascos, estaciones de tren colmadas de pasajeros, bares y restaurantes abarrotados, fiestas repletas de jóvenes…En Wuhan, casi no hay rastros de esas imágenes de férreos controles y desolación que un año atrás daban la vuelta al mundo. Sin embargo, las cicatrices del paso de la pandemia siguen estando presentes en el dolor de los familiares de las víctimas y en los miles de infectados que aún sufren las secuelas de la enfermedad.  

En medio del rebrote de casos que obligó esta semana al confinamiento de al menos tres ciudades, las autoridades chinas confirmaron la primera muerte por covid en varios meses y elevaron el total de decesos en todo el país a 4.635 y a casi noventa mil los contagios registrados, una cifra relativamente baja dada la población del gigante asiático cercana a los mil cuatrocientos millones de habitantes. El American Enterprise Institute, un influyente instituto de investigación estadounidense, asegura que Beijing habría ocultado al menos 133 mil muertos y alrededor de 3 millones de infectados.  

A las acusaciones internacionales sobre el ocultamiento del brote, China suma no pocos cuestionamientos sobre la transparencia de la información y reiteradas violaciones a la libertad de expresión.  

Zhang Zhan, una reportera que cubrió el inicio del brote de coronavirus de Wuhan, fue condenada días atrás a cuatro años de prisión por “buscar altercados y provocar problemas”La ex abogada de 37 años fue detenida en mayo y lleva varios meses en huelga de hambre. Otros periodistas y ciudadanos chinos que brindaron información sobre lo que estaba ocurriendo en Wuhan también denunciaron persecuciones.  

En coincidencia con el primer aniversario de la pandemia, el gobierno chino finalmente autorizó el demorado arribo de una misión de expertos de la Organización Mundial de la Salud encargada de investigar el origen del coronavirus, compuesta por reconocidos científicos de Dinamarca, Reino Unido, Países Bajos, Australia, Rusia, Vietnam y Alemania, además de Estados Unidos, Qatar y Japón.   

Para Fabian Leendertz, un investigador alemán integrante de la comitiva, “el objetivo no es designar a un país o a una autoridad culpable, es entender lo que pasó para que no vuelva a suceder”. Una intención y deseo seguramente compartidos por gran parte de la humanidad.