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Colón de pie, tras 14 años de Estado Plurinacional de Bolivia

Por Verónica Zapata desde Bolivia.

El lunes 2 de agosto un grupo de manifestantes indígenas se convocó a pocas cuadras de la casa de gobierno en el corazón de La Paz, con el objetivo de derribar la estatua de Cristóbal Colón.

Colón fue autor del mayor genocidio que la historia de la humanidad haya conocido y perpetrado contra los Pueblos Originarios de Abya Yala durante la Conquista de América. 

Un manifestante indígena logró trepar a su estatua y produjo la rotura de la nariz con un martillazo, además de pintar de negro su rostro. Luego le puso una soga al cuello para poder tumbarla. Abajo, sus compañeros tocaban instrumentos de vientos típicos del país y levantaban las Whipalas al grito de “Jallalla”, “Somos quechuas y aymaras, los dueños de estas tierras”.

Inmediatamente, se convocó en el mismo lugar otro grupo de personas para evitar el derribamiento de dicha estatua al grito de: “indios borrachos”, “indios ignorantes”, “indios incivilizados”, “arresten a estos atrevidos indios”, etc.

Por otro lado, la cobertura de los medios de comunicación que transmitían en vivo el suceso estereotipaba a los manifestantes indígenas, llamándolos “violentos”,  “indigenistas”, “indianistas”, que “no representan a las verdaderas demandas de los pueblos originarios”.

A su vez, ensalzaban la supuesta identidad “mestiza” y su “cultura mixta”, alegando que no solo el país  contiene “indígenas”. También, presentaban al monumento de Colón como el “Gran descubridor de América”. 

La policía llegó al lugar y montó un show lamentable propio de la época de la colonia, golpeó a los manifestantes indígenas y los arrestó frente a una multitud que aplaudía mientras continuaba con las consignas racistas.

Fueron detenidos siete manifestantes, a quienes se les abrió una causa penal y se montó un fuerte operativo para resguardar la estatua de Colón con el objetivo de que otros grupos de indígenas cumplieran el objetivo de derribarla.

Con respecto a las posturas que alegan argumentos de una identidad mestiza para el pueblo boliviano de mayoría indígena, esto ha sido históricamente un intento de encubrir la identidad indígena, de renegar de ella, de invisibilizarla, de “blanquearla”.  Un ejemplo de ello es el caso paradigmático de Jeanine Áñez (ex presidenta de facto), que pese a sus rasgos originarios, se concibe “blanca” y en el peor de los casos “mestiza”, pero nunca indígena.

Ovidio Salvatierra, director de patrimonio cultural del gobierno municipal, denunció el intento de los manifestantes de derribar la estatua y calificó a la acción como “delincuencial”.  El gobierno municipal está bajo el mando del alcalde Iván Arias, ex ministro de facto de Áñez que ganó ante el MAS en las elecciones subnacionales de marzo pasado.

Por otra parte, el embajador español Francisco Javier Gassó Motoses afirmó “no compartir” la destrucción de bienes públicos y sugirió “un debate acerca de la propia identidad”. Este planteamiento es insolente e improcedente en un país donde la mayoría de la población es indígena y que para refundar Bolivia en 2009 como Estado Plurinacional, se dieron intensos debates al respecto. 

A pesar de las lamentables palabras del embajador español, evidentemente sigue siendo muy necesario seguir debatiendo temáticas como el racismo y el machismo, que no son parte central de la agenda política. Es preocupante lo  exacerbadas de estas prácticas en la sociedad boliviana que sigue organizándose desde la pigmentocracia, es decir, desde el color de piel como si viviera bajo un apartheid en pleno siglo 21. Lo más preocupante es que la situación se encuentra naturalizada como si fuera un destino inevitable para las y los indígenas, a pesar, de haber conquistado el gobierno y ser el pilar fundamental del MAS-IPSP.

Derribamientos masivos de estatuas de Cristóbal Colón en toda Abya Yala.

Este hecho pasaría desapercibido, como un monumento más de Cristóbal Colón que se intenta derribar en la región, en el medio de una ola masiva de repudio a estas estatuas y lo que representan. A no ser por un detalle no menor, que Bolivia no es un país como el resto de la región que son repúblicas, el país se refundó hace 14 años como Estado Plurinacional. Es por tal motivo, que resulta insólito que hasta la fecha todavía exista una estatua de Colón en el corazón de su capital política, La Paz y a cuatro cuadras de la casa de gobierno. Mientras que en diferentes países como Colombia, Ecuador, Canadá, Argentina, etc., incluso en Estados Unidos han tumbado estatuas de Colón.

Esta situación convoca a la reflexión, si se pretende seguir construyendo un Estado Plurinacional, el cual no es algo que viene dado por el simple hecho de estar reconocido en la constitución política, es decir, escrito en papel. El Estado Plurinacional implica un proceso de construcción donde la descolonización de cada institución que integra la sociedad es vital junto a la decolonialidad del pensamiento y el Ser. 

Lo que el país necesita no son discursos políticos grandilocuentes de “igualdad y equidad”, sino acciones concretas para apaciguar tanto racismo y machismo, palpable para cualquier extranjero, que si bien vivencia estas prácticas en su país de origen, en Bolivia se lo huele hasta en el aire al caminar las calles de las ciudades. Una de esas acciones concretas sería reemplazar ese monumento de Cristóbal Colón por un líder indígena como Tupak Katari o Bartolina Sisa. 

Si en pleno Los Ángeles, las autoridades de la ciudad retiraron la estatua de Colón como un acto de “justicia restauradora”, aduciendo que “Sus actos contribuyeron al genocidio jamás registrado en la historia” y que “Su imagen no se tiene que celebrar en ninguna parte del mundo”, según el concejal Mitch O Farrell. ¿Cómo es posible que la estatua de Colón esté en el corazón de La Paz, luego de 14 años desde la refundación de Bolivia como Estado Plurinacional?

Una estatua en pié de Cristóbal Colón construye sentido común racista y al estar naturalizada su presencia en la ciudad, es una contradicción que llama a la reflexión profunda. Sobre todo cuando pos golpe de estado, se observó desde los medios de comunicación internacionales un huracán de racismo y machismo que dejó atónico a la región. Pues sacó a la superficie algo que estaba contenido y rebeló lo peor de una sociedad, así como un gran error del ex gobierno del MAS, de no haber avanzado en un proceso concreto de descolonización.

Por otra parte, la República de Argentina que es un país que erradamente construyó su identidad desde el eurocentrismo abonado por la “teoría de los barcos”, pese a contener el 63% de su población con sangre indígena, según el prestigioso historiador argentino Osvaldo Bayer ratificados por estudios genéticos de la Universidad de Buenos Aires (U.B.A.), reemplazó su estatua de Colón de la casa de gobierno por la de la indígena-boliviana Juan Azurduy. 

El 2011 el ex presidente de la República Bolivariana de Venezuela Hugo Chávez Frías durante una visita a la casa de gobierno le expresó a la actual vicepresidenta Cristina Fernández: “¿Qué hace ahí ese genocida? Colón fue el jefe de una invasión que produjo no una matanza, sino un genocidio. Ahí hay que poner a un indio”. Con esas palabras originó el reemplazo de la estatua que fue obsequiada por el ex gobierno del MAS, el mismo que no pudo reemplazar la estatua de Colón del corazón de La Paz, durante 14 años desde la  refundación Bolivia como Estado Plurinacional.

Se necesita la decisión política desde el gobierno central de acabar con esta vergüenza nacional de mantener una estatua de un genocida de indígenas en un país de mayoría indígena.  Se espera que Bolivia dé el ejemplo en estas temáticas a nivel regional y mundial puesto que es el primer país y el único en declararse plurinacional.