Por Gabriel Katz
El primero de octubre
El 1 de octubre se celebró el Día Internacional de las Personas Mayores proclamado por Naciones Unidas. Este año será tristemente recordado por las marcas y cicatrices, muchas imborrables y traumáticas, que nos está dejando la pandemia del Covid-19. Es innegable que esta crisis ha impactado en particular en las personas de edades más avanzadas del mundo, y es igual de visible que el Coronavirus desnuda liderazgos políticos, sistemas de salud, formas de vincularnos y hasta de nombrarnos.
“El debate sobre la protección de los derechos de las personas mayores debe ocupar un lugar central en la agenda política y social de los países”.
Esta fecha se conmemora en un contexto que no puede esperar. Ha transformado y socializado temáticas que antes sólo se discutían en foros internacionales; las ha convertido en prioridades. El debate sobre la protección de los derechos de las personas mayores debe ocupar un lugar central en la agenda política y social de los países. Esta crisis ha puesto de manifiesto que es esencial transformar el modelo de cuidados y trabajar con total decisión para eliminar, de una vez y para siempre, el “viejismo”, término que muchos comienzan a conocer y que señala el conjunto de prejuicios y estereotipos: la discriminación hacia las personas mayores en todas sus formas.
Esta fecha nos obliga a recordar nuevamente que las personas mayores conforman el sector más diverso y heterogéneo de la sociedad. Cada persona transita su vejez de múltiples maneras. Por ello, la vejez no constituye un grupo que se defina sólo por su condición biológica, sino que las condiciones sociales, económicas, culturales, generacionales, de género y hasta étnicas, también especifican su fortaleza y su vulnerabilidad.
En nuestro país, más de siete millones de personas tienen más de 60 años, el 15,4 por ciento de la población. El aumento de la esperanza de vida es uno de los mayores logros de la humanidad y uno de los fenómenos que transforma las sociedades de todo el mundo.
“Viejismo”, término que muchos comienzan a conocer y que señala el conjunto de prejuicios y estereotipos: la discriminación hacia las personas mayores en todas sus formas.
Aunque la pandemia se esfuerce por tapar el bosque, algún día sólo figurará en los libros de historia. El futuro cercano volverá a instalar el desafío que hace un tiempo llegó para quedarse: cómo vivir más y mejor nuestros años, cómo construir sociedades que abracen, contengan e incluyan a todas edades. Hoy puede ser un gran día para empezar a diseñar nuestro futuro. Esto, también pasará.
