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Estados Unidos: el voto “no” democrático

Radiografía del sistema electoral de Estados Unidos a un mes de las elecciones.

Por María Eva Dorigo, desde Estados Unidos

En las últimas semanas y debido a que nos estamos acercando a las elecciones presidenciales, he desarrollado la obsesión de chequear una aplicación del Financial Times en donde se hace un seguimiento del movimiento de las encuestas y del voto electoral en todo el país. De este modo, puedo ver cuántos votos recibiría cada candidato. Me detengo aquí a explicar brevemente cómo se elige al jefe máximo de Gobierno en este país. A diferencia de la mayoría de los países del mundo, en EE.UU. no se considera el voto popular como la forma de elegir al presidente, sino que se realiza a través del voto del Colegio Electoral.
Cada Estado cuenta con una cantidad determinada de electores (miembros del Colegio Electoral) que se calcula en base a la cantidad de diputados y senadores que tenga.
Hay que aclarar que la cantidad de diputados se va modificando a medida que la población crece o disminuye. Por ello, cada 10 años, cuando se hace el recuento de la población a través del censo poblacional, sube o baja el número de representantes dependiendo de esta variación. Por ejemplo, el Estado de Nueva York cuenta con 27 diputados y 2 senadores, por lo tanto, tiene un total de 29 electores.
Los electores, elegidos por cada partido, emiten su voto aplicando el concepto “winners take all”. Todos los electores votarán por el candidato que gana el voto popular en ese Estado.
En sólo dos de los 50 Estados, Maine y Nebraska, se aplica el método de “distritos congresionales”. Para comprender esto tomemos el Estado de Nebraska que cuenta con 3 diputados (3 distritos congresionales) y 2 senadores, por lo tanto tienen un total de 5 electores. Dos de los 5 votos electorales se destinan al ganador del voto popular en ese Estado, y los 3 votos restantes van al ganador de cada distrito. El ganador de la elección presidencial será el candidato que logre conseguir como mínimo 270 votos electorales, de un total de 538.

¿Qué tiene de democrático o beneficioso este sistema de elección presidencial?

No es democrático y no tiene ningún beneficio. Es una tradición. De hecho, este sistema ha beneficiado al Partido Republicano en dos ocasiones: en las elecciones Bush-Gore (año 2000) y Hillary Clinton-Trump (2016). En estos casos, el ganador de los votos electorales no fue el ganador del voto popular.
En las últimas elecciones presidenciales, Hillary Clinton sacó 2.9 millones más de votos que Donald Trump, pero sin embargo, resultó perdedora.  Esa diferencia se debió a que en Estados grandes como California, con 55 electores, o New York con 29, votaron gran cantidad de personas, pero como el número de electores no es calculado en base a la cantidad de personas sino a la cantidad de representantes, el voto electoral no se modifica. Varias veces se ha intentado sin éxito abolir el Colegio Electoral ya que se necesitan dos tercios del Senado para ello.

Los “Estados hamaca”

Es importante también entender otro concepto, el de los “Swing States” o “Estados hamaca”. Mirando el mapa de Estados Unidos se ven algunos Estados coloreados de azul y otros de rojo. Esto significa que estos Estados votan consistentemente por un partido u otro en cada elección. En cambio, los “Estados hamaca” son aquellos que no votan consistentemente por uno u otro, cada elección es una sorpresa.
Los “Estados hamaca” son los Estados en los que los candidatos concentran su “tour electoral”. Los candidatos nunca pasarán por California, de mayoría azul pero sí viajarán a realizar sus “rallies” masivos a Pensylvannia, Florida, Michigan o Wisconsin, Estados con gran cantidad de electores que, en cada elección, cambian su voto.
En este sistema “hamaca”, los candidatos apuestan sus fichas en temas locales que no tienen interés nacional. Por ejemplo, en Florida un candidato republicano puede prometer más sanciones a Cuba porque la mayoría de la población en ese Estado es “anticastrista”. De esta manera, el postulante sólo busca tener el apoyo de ese sector que le suma muchos más votos a su favor y no le interesan problemas nacionales, como los incendios en California.
El sistema de elección vigente pone en evidencia debilidades propias de su su funcionamiento, lo que hace cada vez más urgente la necesidad de pensar en la abolición del Colegio Electoral. El debate está abierto pero la dirigencia política aún no logra consensos.

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