Cultura

Pensar en Cuarentena: “Éste es un momento de gran disputa; no hay que ceder a la nueva normalidad”

Dos polos de pensamiento dialogan. Desde el Norte, la periodista canadiense Naomi Klein y el filósofo Noam Chomsky junto a otros intelectuales de EEUU y Europa lanzaron el Green New Deal, como salida alternativa a la crisis. Klein alertó sobre la lógica de la “doctrina del shock”, y el renovado intento por aplicarla en este contexto de crisis acentuado por la pandemia. “La doctrina del shock es la estrategia política de utilizar las crisis a gran escala para impulsar políticas que sistemáticamente profundizan la desigualdad, enriquecen a las élites y debilitan a todos los demás”. Desde el Sur, también se trabaja en una respuesta superadora a la debacle global. En sintonía con la iniciativa Norte,  la socióloga Maristella Svampa y el abogado ambientalista Enrique Viale presentaron el “Gran pacto ecosocial y económico”, con cinco puntos fundamentales para poner en jaque al “capitalismo del caos”.

AS: ¿Cómo surgió el Gran pacto ecosocial y económico?

Maristella Svampa: Está muy vinculado al trabajo que Enrique Viale y yo venimos haciendo en relación a los movimientos socioambientales. Un trabajo que desarrollamos desde hace 10 años en clave nacional y latinoamericana. Con Viale escribimos un libro en febrero, en tiempos de colapso climático. Al final del capítulo sobre la transición ecológica, tanto en la cuestión energética como alimentaria, proponemos pensar un Pacto ecosocial y económico, y colocarlo en diálogo con las propuestas del Green New Deal que se están elaborando en los países del Norte. A raíz de la pandemia, con Enrique decidimos elaborar una propuesta en base a cinco puntos: ingreso universal ciudadano, reforma fiscal progresiva, suspensión al pago de la deuda externa, paradigma del cuidado y transición socioeconómica integral. Para nosotros es muy urgente dar respuestas a las demandas de justicia redistributiva en un contexto de ensanchamiento de las desigualdades, y por otro lado, a la necesidad de avanzar hacia una transición socioecológica.

Barriada popular en Chile.

AS: En algunos países de Europa “la transición ecológica” está en la agenda gubernamental. Ángela Merkel llamó a una reconstrucción verde tras la crisis del Coronavirus.

MS: En Europa se avanza con una transición ecológica hacia energías limpias y sustentables, pero por otra parte se avalan también proyectos altamente contaminantes ligados a los combustibles fósiles, al carbón o a lo nuclear. Ángela Merkel es la líder indiscutible, y es probable que en Europa se lleve a cabo una revolución verde.

AS: ¿En AL se puede pensar en una transición verde, considerando que los países de la región enfrentan otro tipo de problemáticas más urgentes ligadas a la desigualdad?

El problema es que si en el Sur no avanzamos en el mismo sentido para lograr también un multilateralismo más solidario y democrático, lo más probable es que terminemos financiando la transición Norte con el costo de destruir nuestros territorios. En América Latina, por un lado hay una ultraderecha negacionista; Bolsonaro es la ilustración más acabada. Por otra parte, hay una suerte de “consenso desarrollista” que atravesó a los gobiernos progresistas que fueron más refractarios a pensar la crisis socioecológica. La mayor parte de los gobiernos progresistas buscaron aumentar la rentabilidad extraordinaria en la época del “boom de los commodities” a costa de los territorios, de las poblaciones locales, y sin discutir una agenda de transición. Tuvimos una suerte de “progresismo selectivo”, que por un lado apuntaba a instalar una agenda de derechos humanos y derechos sociales, pero por otro, negaba la posibilidad de instalar una agenda en relación a los pueblos originarios y a las cuestiones ambientales. Hoy en día eso es necesario reverlo. Tenemos que terminar con la ceguera epistémica de los progresismos selectivos. Tenemos que abrir esa agenda de discusión. Lo que sucedió en Mendoza en diciembre de 2019, es algo más que una advertencia*. Las puebladas ahora no son solamente por el hambre, también son en contra de la megaminería o en contra del fracking. Y Mendoza expresa claramente ese nuevo lenguaje de valoración que busca articular en clave local los grandes problemas que a nivel global estamos padeciendo en términos ecológicos y climáticos.

AS: ¿Por qué la cuestión ambiental no está en la agenda del progresismo selectivo?

Porque creo que no hay una comprensión de la problemática. De hecho se comentó mucho que cuando Alberto Fernández estuvo en Europa e inclusive conversó con Merkel, la canciller le preguntó qué íbamos a hacer con el cambio climático y AF no supo qué responder. Yo no sé si será verdad o mentira, pero esto no está en la agenda de este Gobierno. Y no hay un discurso público en relación a esto, hay frases sueltas que no tienen una articulación en una política pública, todo lo contrario. Este Gobierno desde el comienzo promovió la megaminería y el agronegocio. Con respecto al fracking, mientras en todo el mundo cae el precio del petróleo, acá el Presidente firma un decreto garantizando un precio criollo al barril de 45 dólares por presión de los gobernadores que son los representantes máximos del extractivismo, las corporaciones petroleras y los sindicatos petroleros. En vez de abrir la agenda para poder pensar seriamente cuestiones ligadas a la transición, lo que hacemos es subsidiar un proyecto altamente inviable en términos ambientales y económicos.

AS: ¿Y qué sucede en el resto del mundo en relación a los fósiles?

MS: A nivel internacional se ha generado un movimiento de desinversión en los combustibles fósiles, alguien como Jeremy Rifkin, un economista bastante ligado al establishment consejero de Xi Jinping y Ángela Merkel, escribió un libro sobre el New Deal Global, en el cual apuesta a la necesidad de avanzar hacia una transición socioeconómica, apuesta a la desinversión en los fósiles, diciendo lo que mucha gente sabe ya: que lo combustibles fósiles se van a convertir en activos varados u obsoletos, que será necesario dejarlos bajo tierra porque los riesgos serán muy grandes en términos de calentamiento global o crisis climática. Entonces creo que hay un sector de las élites mundiales, tanto políticas como económicas, que son conscientes que hemos llegado a límites naturales y límites ecológicos.

AS: En esta cuarentena vemos un avance inexorable de las nuevas tecnologías sobre nuestras vidas ¿Pensás que es necesario también un pacto tecnológico pospandemia?

MS: También manifestamos nuestra preocupación por el avance de la sociedad digital en el control de la sociedad. Por un lado, un Estado al que llamo “Leviatán sanitario” avanza en términos de estado de excepción a través del control digital, pero también del control territorial y la concentración del poder en el Ejecutivo. Y por otro, tenemos un Estado social que busca reforzar el sistema sanitario y que además subsidia y busca contener la crisis que afecta a los sectores más vulnerables. Un Estado también que no sólo sale a salvar a los más pobres, sino a los más ricos. En nuestra propuesta también promovemos la democratización de los servicios de comunicación. Las plataformas digitales, además de aumentar la brecha educativa, también promueven por ejemplo a través del teletrabajo, mayor precarización laboral.

AS: En el discurso público proliferan hipótesis conspirativas sobre el origen del Coronavirus. ¿Cuál es tu postura?

MS: Yo no soy muy adepta de las hipótesis conspirativas. Lo que sí es cierto es que hay orígenes socioambientales que pueden probarse ya en la existencia de otros virus como el ébola, la gripe aviar, la gripe porcina. Por un lado, tenemos la depredación de ecosistemas que expulsan animales silvestres que transmiten el virus a los seres humanos, o la cría de animales a gran escala que utilizan antibióticos, tóxicos, y que son un caldo de cultivo para estos virus zoonóticos. Esto no aparece en la agenda pública, todo lo contrario, lo que aparece es la metáfora bélica, que insiste en colocar al virus como el gran enemigo. Negar eso es negar la posibilidad de otras pandemias, que muy probablemente tengan lugar.

AS: De a poco, la mirada feminista se incorpora a los ámbitos laborales, a los medios y al mundo político. Sin embargo, el tema medioambiental aparece más invisibilizado.

Gracias a la potencia del movimiento feminista se visibilizaron algunas demandas socioambientales. El movimiento feminista colocó en la agenda la necesidad de cuestionar el patriarcado desde diferentes puntos de vista. Lo que quizás no aparece de manera potente en el discurso feminista son los llamados “feminismos ambientales”, que hoy proliferan en América Latina. No nos olvidemos que las luchas socioambientales en casi todo el continente son lideradas por mujeres. 

Marzo de 2016. Jornada de movilización internacional por el asesinato de la dirigente indígena Berta Cáceres.

AS: Pienso en Berta Cáceres…asesinada en Honduras, líder indígena, dirigente feminista y ecologista.

Sí, claro, son las mujeres las que crearon un nuevo lenguaje de valoración del territorio, muy en sintonía con los movimientos indígenas que colocan en el centro la noción de cuerpo, territorio y naturaleza. Estos temas no aparecen en los feminismos urbanos.

AS: ¿Qué sucede a nivel global con el discurso medioambiental? ¿Hay posibilidades reales de avanzar con el debate?

MS: A nivel global sin dudas, la aparición de Greta Thunberg ha sido fundamental, porque Greta interpeló a la juventud, a los más jóvenes, y puso de manifiesto el fracaso de todo aquel discurso acerca del pacto intergeneracional . “El mundo que debemos legarle a nuestros hijos” lo puso en evidencia, porque justamente vemos que la humanidad va rumbo al colapso. Y Greta con ese estilo tan dramático de poner las cosas en su lugar, interpeló a la juventud. Aquí, en Argentina, surgieron grupos juveniles equivalentes a Fridays for future, como Jóvenes x el clima (Argentina). Hoy, los jóvenes tienen un rol fundamental en la aplicación de la agenda socioambiental, visibilizando las luchas socio- ecoterritoriales que se vienen dando en el país.

Movilización en Alemania contra el Cambio Climático.

AS: En ese discurso público del que hablamos aparece la frase “volver a la normalidad” y “nueva normalidad” ¿Qué sensación te genera el uso de estas expresiones ?

MS: La nueva normalidad implica una profundización del modelo anterior ligada a la precarización laboral y a más extractivismo. Es una nueva normalidad que lo que hace es acentuar el capitalismo del caos. La placas tectónicas se están moviendo muy rápidamente. Quién iba a pensar que tan rápidamente en Brasil emergiera un líder de ultraderecha que ganara la presidencia; quién hubiera pensado que en Chile se dieran las protestas que se dieron a fines de 2019. Los cambios son vertiginosos. Es cierto que por un lado muestran la emergencia de movimientos sociales , pero por otro también muestran un escenario muy peligroso en el que corrientes sociales reaccionarias que buscan la vuelta a la “normalidad” hagan la opción, no por la solidaridad, sino por el miedo. Que haya una suerte de cierre cognitivo ante la incertidumbre que lleve a un fortalecimiento de las fronteras internacionales por la vía de la xenofobia y del negacionismo construye un escenario muy peligroso. Éste es un momento de gran disputa, no hay que ceder a la nueva normalidad. Hay que hacer cambios radicales.

*En diciembre de 2019, una masiva movilización tumbó la ley 9.209 que autorizaba el uso de cianuro y de ácido sulfúrico, entre otros productos contaminantes para la explotación minera. Estuvo vigente apenas 10 días.

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