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Panorama Político. Crece desde el pie: de la Tierra Arrasada a la reconstrucción

Familias con bebés en brazos o cochecitos, personas con discapacidad, la multitud les abría paso, las/os cuidaba.  Incalculable la cantidad de gente. Mensurable objetivamente la felicidad, el desahogo. No hubo agresiones para nadie, ni siquiera para los representantes de los medios hegemónicos que tildaron de “ñoquis”, vagos, planeros” a trabajadoras/es, a quienes Cambiemos dejó sin la posibilidad de llevar un plato de comida a sus familias, y los grupos económicos de comunicación sin un micrófono y cámara para denunciarlo; es más, lo ocultaron sistemáticamente. Fueron funcionales porque fueron parte de la alianza de Gobierno. Muy distinto que el trato que reciben periodistas de C5n en las marchas del “Sí, se puede”.  ¿Por qué razón quienes agreden son la imagen de la corrección? ¿Será por el estereotipo social que reproducen los medios hegemónicos?  Había militantes que sufrieron la persecución y descalificación ideológica. Tampoco allí hubo espacio para el “ministerio de la venganza”. Uno de los pocos creados por el gobierno anterior que, paradójicamente, se lo endilgan a la nueva gestión. Fue una fiesta popular, no populista, nacional y popular. Las cámaras registraron tomas desde arriba, no a la altura de las cabezas para que dos fuesen multitud.  No hubo un incidente, más allá de los desmayos por las altas temperaturas. No hacen falta las rejas en la Plaza ni que toda la zona esté vallada con policías armados para la represión. Hay espacio para la manifestación política. Eso es la democracia. Muchísima organizaciones políticas, sociales y sindicales (fundamentalmente por Avenida de Mayo y Diagonal Norte), tanto como familias sueltas (especialmente por Diagonal Sur). La “gente”, mayoritariamente joven. Ésa es y será la base de sustentación política de Alberto y Cristina Fernández, y que buscarán ampliar.

“Poner a Argentina de pie” define claramente un proyecto político que se presenta como antagónico al de Cambiemos

El mensaje de Alberto es ya el lema de la comunicación presidencial: “Argentina Unida: aprendimos que con la división que ellos se hacen fuertes”. Tendrán que cuidar la Unidad política lograda, conformada a partir de una demanda de la sociedad; es condición indispensable. Y cuidarse de las desestabilizaciones; será condición necesaria: en América Latina “ha habido golpes de Estado, y al mismo tiempo en varios países crecen reclamos ciudadanos contra el neoliberalismo y la inequidad social”, expresó ante la Asamblea Legislativa el flamante Presidente.  El llamado a la unidad, no obtura una definición clara de cómo encuentra al país: Tierra Arrasada, como el documental estrenado por el flamante ministro de Cultura Tristán Bauer. “Más de 15 millones de personas sufren de inseguridad alimentaria en un país que es uno de los mayores productores de alimentos del mundo. Uno de cada dos niñas y niños es pobre en nuestro país”.
“Poner a Argentina de pie” define claramente un proyecto político que se presenta como antagónico al de Cambiemos: un modelo de acumulación basado en la producción productiva en lugar de la valorización financiera; de actividad económica del mercado interno frente a la recesión; de creación de empleo ante su destrucción; de desendeudamiento ante una deuda que llegó a casi el 100 por ciento del PBI; de recuperación salarial ante la baja sistemática del salario real en dólares de trabajadores. De la Tierra Arrasada, a la reconstrucción de un país. Para destruirlo alcanzan un par de años, a un Gobierno como el de Mauricio Macri le sobra una gestión. “Ha dejado al país en una situación de virtual default”, definió Alberto. Reconstruirlo cuesta mucho más. Para ello, “los únicos privilegiados serán quienes han quedado atrapados en el pozo de la pobreza y la marginación”. Por eso es indispensable no volver a caer Nunca más en modelos neoliberales. Macri ya se fue, lo grandes grupos económicos y sus lobistas que pregonan esas ideas, no.

“Un contrato social que sea fraterno y solidario”

Las políticas del Frente de Todos para sus gestiones, en Nación y provincia de Buenos Aires, priorizan “el Plan Integral Argentina Contra el Hambre”; la independencia económica del FMI: “un proyecto no dictado por nadie de afuera, con remanidas recetas que siempre han fracasado (…) Vamos a encarar el problema de la deuda externa. No hay pagos de deudas que se puedan sostener si el país no crece”, fueron las palabras de asunción del Presidente; la búsqueda de consensos expresadas en la creación de distintos consejos: “institucionalizar un Consejo Económico y Social para el Desarrollo –o el- Pacto Educativo Nacional”. Lo urgente: “Acuerdos Básicos de Solidaridad en la Emergencia”, y lo estructural:   De la falacia y nunca corroborada teoría del “derrame, a “comenzar por los últimos, para llegar a todos”.
Hace seis meses, nadie imaginaba que Alberto iba a ser Presidente, ni siquiera él mismo. Tampoco que iba a tener una multitud semejante, aclamándolo. Cristina fue generosa, como él mismo lo reconoció. Ante la cerrazón con la que históricamente se la identificó, construyó el Frente de Todos. En la Plaza le habilitó el vínculo, la cercanía con el pueblo. “El colectivo es más importante que lo individual”, dijo Cristina. Ella misma lo puso en práctica. La gente suelta, las organizaciones sociales, los sindicatos y los partidos políticos le extendieron, cantando, el respeto y el amor al “Presidente, Alberto Presidente”. Llegaron en micros, sí, es parte de la organización política. También a pie empujando un cochecito de bebé, en “bondi o subte” con la SUBE. “Confíe en su pueblo, nunca traiciona, son los más leales, sólo pide que los defiendan y representen”. Después de cuatro años de persecución política, Cristina sabe de lo que habla. En pocos meses, y desde el 10 de diciembre, también Alberto Fernández lo vive en carne propia.