Lithiumland, épica contra el abuso transnacional.
Agendasur entrevistó a al escritor Javier Ortega para hablar de Lithiumland (Ed. CICCUS), su última novela, en la que un grupo de idealistas, de gente común, se junta para revivir la Logia Lautaro con el fin de ir contra las transnacionales que a través de la explotación someten a la Patria.
Qué te inspiró esta novela. Me surge en Córdoba, participando en una charla del INTA, donde uno de los especialistas habló del triángulo del litio, y de que somos la región que tiene una de las mayores reservas de litio en el mundo. A la vez habló del cambio de paradigma en el uso de energía: ser lo menos intensivos en el uso del petróleo porque se está agotando y más intensivos en electricidad.
El triángulo está dado por Chile, Bolivia y el norte de Argentina. Allí están los yacimientos de litio más importantes. El especialista planteó allí que es cuestión de tiempo para que EEUU descubra a Al Qaeda en la región, o que hay una red de narco tráfico o que la DEA tiene que actuar haciendo algún tipo de intervención. Lo dijo en tono de humor, pero no tanto. Así me vino la idea de imaginar un futuro donde esa zona esté intervenida por las transnacionales.
Quise hacer una novela futurista y me salió presentista porque cuando me puse a leer sobre el tema encontré que, efectivamente, hay transnacionales que están extrayendo litio, sobre todo de Canadá. Y tal el folclore sudamericano, sacan el commodities y las baterías las fabrican afuera.
Porqué una novela y no un ensayo. Con el fin de que sea una provocación. Salvando la sideral y cósmica distancia entre ellos y yo, Isaac Asimov utilizaba la ciencia ficción para divulgar la ciencia. Y el maestro de todos, Carl Sagan, la utilizaba para comunicar como por ejemplo en su novela “Contacto” que estaba basada en argumentos conceptuales que son reales, siendo ciencia ficción.
Incluiste a la Logia Lautaro. Le di un tono independentista y en ese tono pensé en la Logia Lautaro, cuando vino por la emancipación de Latinoamérica con hombres prominentes, formados. Se me ocurrió una idea romántica de que esa logia Lautaro que peleó, hace dos siglos, por la emancipación latinoamericana vuelva a resurgir encarnada en otros nuevos patriotas. Que esta vez luchan por la emancipación y contra la explotación de nuestros recursos naturales por parte de intereses foráneos.
En la novela aparece el lenguaje como resistencia. Todo lenguaje como todas las cosas de la sociedad tiene su contenido político. Inventé el “conurbanés” porque el conurbano es una zona en donde se vive la exclusión, se sufre la agresión del capitalismo que segmenta. Vi la manera, el habla, que tiene el conurbano como un síntoma, una manifestación de resistencia. Y me pareció provocativo utilizar ese lenguaje para engañar a los algoritmos. La resistencia semiótica.
Hablás de los esbirros criollos refiriéndote a los CEOs. Porque una cosa es el patrón de estancia, que es un personaje deleznable pero por lo menos representa algún tipo de identidad propia, en cambio el CEO es un empleado muy bien remunerado, pero que no deja de ser el último eslabón de la cadena trasnacional que encuentra su centro afuera.
Hay un acto heroico que me hace acordar al Operativo Cóndor. Tiene su toque setentista y también de reivindicar los valores que fueron originales de los ejércitos de Latinoamérica, que fueron libertarios: San Martín era liberal en el buen sentido de la palabra, no un liberista económico, creía en las libertades personales y a la vez era un militar.
La logia, con el asalto a la multinacional, quiere romper un blindaje mega mediático que tapa todo el país. Con el objetivo de que se empiece a hablar de estas cosas, así después pasar a la acción política que los lleve hacia adelante. Es el inicio de un camino, dejan de poner bombas y sabotear para pasar a una organización de sindicato.
Hay una crítica solapada a los medios de comunicación. Sé que por día recibimos unos tres mil estímulos publicitarios, no tengo la cuenta de cuántos son informativos en total, entonces con todos los fierros mediáticos podes prácticamente hacer vivir a una persona en una realidad virtual. Te bombardean con tanta información que te domina la psiquis.
Toda novela tiene su parte de denuncia, lo que intento es contar desde otro lado, tratar de llegar como sea al lector. Uno se circunscribe a los medios que tiene.