Cultura

Pensar en cuarentena: “China la gana por goleada”

La pandemia profundizó y amplió el alcance de las tecnologías en nuestras vidas: teletrabajo, educación a distancia y consumos digitales se convirtieron en actividades “esenciales” para los privilegiados que tenemos acceso a Internet ¿Es posible pensar en un mundo regido por lo virtual en el corto plazo? ¿Cuál es el poder real de estas tecnologías? Responde, Beatriz Busaniche, licenciada en comunicación social de la Universidad Nacional de Rosario, Magíster en Propiedad Intelectual por la FLACSO, e integrante de la fundación vía libre.org.

AS: El exCEO de Google Eric Schmidt anunció que trabajará junto al gobernador de NY Andrew Cuomo en un comisión para re-imaginar la realidad pos Covid de la ciudad, con la idea de mejorar y expandir la telesalud, los telebancos y el aprendizaje remoto e integrarlos definitivamente a la vida cotidiana ¿Pensás que es factible un mundo virtual como plantea Schmidt en el corto plazo?

BB: Sí, es posible dentro de los escenarios que ya se están pensando. Las empresas no están haciendo nada que no hicieran antes. Ningún hecho en la historia es un suceso aislado. Todos son catalizadores de procesos que se vienen dando en las sociedades. Las corporaciones que vienen trabajando con el poder político ya son un elemento de las democracias actuales. Lo que puede haber de novedoso son las relaciones de fuerza con estas corporaciones. Google es quizás el paradigma de este nuevo tiempo. Cisco y Huawei dominan la infraestructura de Internet, aquí vemos una lucha geopolítica entre EEUU y China. También tenemos las empresas de comercio, EBay, Amazon y un gran paquete de corporaciones, que forman parte de lo que Soshana Zuboff llama el “capitalismo de vigilancia”.

AS: ¿Qué es el capitalismo de vigilancia?

BB. Tiene que ver con un modo de producción, con la forma en la cual el capitalismo pos industrial se desarrolla y genera valor. El método es el extractivismo de datos, la cosecha de datos y la forma de capitalizarlos que tienen las empresas. En este modo de producción, los datos son el insumo fundamental de esta economía, y a la vez, el procesamiento y el análisis que se hace de esos datos; la forma de moldear conductas a partir de esos datos forma parte de un modelo económico.

AS: Ahora, este proceso ya está instalado desde hace años a través de empresas como Facebook y Google, y con la pandemia se legitima. En este contexto, ¿cómo ves la relación Estado – tecnologías? ¿Más supervisión del Estado o un Estado de excepción, dejando que las tecnologías le den forma a nuestras vidas en las próximas décadas?

BB: La tendencia que vemos es el Estado de excepción. Pero esto no se construyó en la pandemia. Esto se viene construyendo hace mucho, desde los 90, con el Consenso de Washington, la desregulación de las empresas de telecomunicaciones y la retracción de los estados. Hay una carta escrita en 1991 por John Perry Barlow, fundador de la Electronic Frontier Foundation y una voz muy visible en el Foro Económico de Davos; Barlow reivindicaba el ciberespacio como una terreno libre de la regulación de los Estados. Este discurso se encarna en muchas discusiones de todo lo “ciber”, o cuando te hablan de derechos digitales, te hablan de otra esfera, no de los Estados – nación. Se construye en el imaginario la idea del ciberespacio como otro lugar. Y ese otro lugar, muchas veces se pretende desde la construcción de otros derechos, pero detrás de esto está la construcción de otro Estado, donde los derechos vigentes deben ser reconfigurados. Y en ese ideario que suena progresista, libertario, futurista, se construye también un Estado donde los derechos humanos vigentes, los que tienen real valor, los que están en la Constitución, hay que reformularlos. Ahí las relaciones de fuerza para la construcción de estos derechos son bastante asimétricas, y claramente los que bregamos por los derechos humanos (DDHH), perdemos.

AS: En esta puja geopolítica por el control de la tecnología, vemos a EEUU y China liderando una batalla ¿Cómo continuará esta contienda en los próximos años ?

BB: China la gana por goleada. En la última Asamblea de la OMS, hubo una muestra de la geopolítica y de cómo están parados los actores de este conflicto. El discurso de Xi Jinping y las reacciones de Donald Trump demuestran que hay una potencia en ascenso prácticamente imposible de parar, y otra en descenso que está dando manotazos de ahogado. Xi Jinping diciendo “ni bien China tenga una vacuna será un bien público mundial”, está mostrando un liderazgo político y cooperativo. 

AS: Por un lado China se muestra cooperativo ante el mundo, pero por otra parte se cuestiona la política de DDHH al interior de China, particularmente- con el uso de la tecnología para controlar el movimiento de los ciudadanos durante la cuarentena obligatoria… 

BB: Ahí tengo enormes reparos con la política de DDHH hacia el interior de China, políticas de libertad de expresión, libertad de asociación y privacidad. Pero lo que uno ve en los procesos de larga trayectoria, es que lo que en China hizo el Estado, en Occidente lo ha estado haciendo el mercado. Con resultados dispares, pero con sociedades de vigilancia que no son muy distintas, salvo por el hecho de que en China, y ésta es mi crítica más furibunda hacia el avance de los Estados: los Estados en la concepción weberiana tienen el monopolio exclusivo de la fuerza legítima. Cuando nosotros criticamos el desarrollo de ciertas aplicaciones sobre la privacidad, siempre viene alguien y dice “Google ya sabe”. La respuesta es Google no puede allanar mi domicilio, no me puede meter preso, no me puede armar una causa penal, el Estado sí. 

AS: Y el Estado puede usar toda la información que tiene Google … 

BB: Sí claro, y lo puede hacer contra los ciudadanos, y de hecho lo hace. Lo hace en China y lo hace en Argentina. El Estado es el que tiene que poner límites al sector privado. En el sistema internacional de los derechos humanos, la interpelación al cumplimiento de los DDHH es primero a los Estados; no sólo el Estado debe abstenerse de vulnerar los DDHH, sino que a la vez el Estado debe arbitrar los medios para que otros no los vulneren. Si Google vulnera mis DDHH , yo tengo que tener un Estado que le ponga límites a Google.

AS: Volviendo al tablero internacional, ¿qué posición ocupan América Latina y Europa en esta gran batalla por el manejo de la información?

BB: EEUU tiene todavía mucho para decir. Las grandes empresas tecnológicas tienen un pata de cada lado en esta nueva bipolaridad. Todos los productos de Apple se fabrican en China, Huawei nace como fabricante de Cisco, una vez que logra desarrollar el conocimiento le sale a competir a Cisco. En este escenario, América Latina (AL) tiene prácticamente nula relevancia, Europa viene hace rato queriendo meter una cuchara. En 2018, cuando se hizo la Internet Governance Forum en París, el presidente de Francia, Emmanuel Macron, dijo en su conferencia inaugural, que Europa debía encontrar su camino que no era ni a la china ni a la norteamericana. El año pasado, la canciller alemana Ángela Merkel fue en la misma línea. Hay una línea europea que pretende un Estado más presente, con regulaciones más enfáticas, especialmente sobre las empresas norteamericanas. Y aquí hay otras discusiones, que tienen que ver con cómo se para un Estado democrático frente a ese tipo de cuestiones. AL va a tener que tomar una posición en este sentido. Es muy difícil en esta coyuntura actual porque la región está fragmentada, no podemos pensarla en un bloque. Francia y Alemania están pensando en una tercera vía. Esta vía es preocupante en temas como propiedad intelectual, por ejemplo regulaciones de fake news, de discursos de odio, cuestiones que están vinculadas a la libertad de expresión. Estas regulaciones están muy orientadas a los intereses de la industria del entretenimiento. En la Unión Europea no han adoptado tecnologías como sí hicieron en Taiwán, Singapur, en Corea del Sur, donde rápidamente arbitraron medios tecnológicos para hacer seguimiento del cumplimiento de la cuarentena. Europa no implementó esas medidas invasivas porque tiene una tradición en el respeto a los DDHH diferente a la de algunas sociedades asiáticas.*

AG: Si la tendencia es ir hacia un mundo regido por la virtual, ¿Internet no debería tratarse como una utilidad pública sin fines de lucro?

BB: Sí, hay que darle a internet una entidad pública, pero cuando hablamos de internet hablamos de la infraestructura de conectividad, y ahí tenés que ver cómo está conformado el mercado. Los jugadores que tenés son las grandes empresas de telecomunicaciones, medios de comunicación. En Argentina, por ejemplo, son Telefónica y Clarín más Telecom. Claramente hay un problema de concentración. Pero sí pienso que hay que dar esta discusión, y vamos a tener que buscar también la forma de asegurar la conectividad, sobre todo para los sectores más relegados. Los chicos que tienen el privilegio de tener una computadora van a tener una diferencia educativa enorme frente al gran caudal de chicos que no sólo no tienen acceso a los dispositivos, sino que tampoco tienen acceso a una biblioteca, a una familia que les pueda dar una mano en la realización de las tareas. Lo que veo es que en el corto plazo vamos a ver una profundización de las brechas sociales – educativas, en una sociedad que ya está fragmentada. 

Beatriz Busaniche es licenciada en comunicación social de la Universidad Nacional de Rosario y Magíster de Propiedad Intelectual de Flacso.

*El 27 de mayo el parlamento francés aprobó el uso de una app para rastrear contagios. Las autoridades aseguran que el objetivo del programa es que si el usuario descubre que tiene el virus pueda, de inmediato, informar a la plataforma para que esta alerte a las personas con las que interactuó de cerca. Desde el gobierno aclararon además que la app no utiliza el sistema de geolocalización y que su uso será voluntario.