¿Educación para pocos? La evaluación como instrumento
Por Damián Fernández Alberti Lic. en Psicología (UBA)M.P N° 0634
Abordar la evaluación como instrumento del ámbito educativo, supone tomar su íntima relación con las prácticas docentes, el proceso de enseñanza-aprendizaje, el fracaso y el éxito escolar, y las problemáticas sociales.
Las políticas conservadoras del actual Gobierno se filtran por infinitos frentes y el ámbito educativo no es la excepción. Éstas se sirven de instrumentos para sacar a relucir su desprecio por la igualdad de oportunidades y, los modos de evaluar a los estudiantes no hacen más que dejar en evidencia su sistema de valores y prioridades.
Abordar la evaluación como instrumento del ámbito educativo, supone tomar su íntima relación con las prácticas docentes, el proceso de enseñanza-aprendizaje, el fracaso y el éxito escolar, y las problemáticas sociales.
Hay por lo menos dos modos de entender la evaluación en el ámbito educativo, según explica el Especialista en Didáctica y Organización Escolar de la Universidad de Málaga, Miguel Santos Guerra. El primero sería el uso de la evaluación como instrumento de diagnóstico, aprendizaje y comprensión de la realidad del estudiante. El segundo, la evaluación como mecanismo de control, selección, comparación y medición.
Cada uno de los modos difiere en la manera de concebir al sujeto educativo. El primero formula interrogantes, teniendo como eje la historia y el proceso de enseñanza-aprendizaje. Así, este modo de entender la evaluación contempla nuevos actores, problemáticas de índole social, y tendería a desdibujar los límites rígidos entre lo formal y lo no formal; es decir, un modo que conlleva abordar el origen particular de los aprendizajes extraescolares -considerando que en el sistema educativo se cuenta con niños de niveles iniciales heterogéneos- como una vía apropiada para contextualizar los nuevos conocimientos.
Tal heterogeneidad y las particularidades de los alumnos/as toman relevancia a la hora de pensar el fracaso escolar, ya que es indispensable considerar distintos puntos de partida por su relación con las desigualdades en los ámbitos sociales.
Es necesario develar la dimensión política de los instrumentos evaluativos en la actual sociedad “meritocrática”.
La premisa fundamental en que se apoya este modo de entender la evaluación consiste en analizar las potencialidades y posibilidades del sujeto educativo, es decir, trabajar con lo que los sujetos saben y pueden.
Ahora bien, hay otro modo de caracterizar la evaluación, que deja por fuera el “eje histórico”, tornando así indivisible su conformación como constructo social, y ocultando la naturaleza ética y política de la evaluación como instrumento. Son los modos positivistas de entender la evaluación como fenómeno técnico. Esto se vincula con un proceso aparentemente ingenuo, neutro, de medición y cuantificación, y con explicaciones causales de los resultados y/o fracasos, que en general responsabilizan exclusivamente al alumno. Es decir, modalidades de atribuir a factores ajenos las explicaciones del fracaso escolar, propias de una sociedad “meritocrática”. Esta concepción promueve una cultura del individualismo, de la competitividad, de la cuantificación, y se centra en los productos finales dejando relegados los procesos.
Es necesario develar, a través de mayores prácticas participativas genuinas en el ámbito educativo, la dimensión política de los instrumentos evaluativos en la actual sociedad “meritocrática”, para desnaturalizar las injusticias sociales que la misma escuela tantas veces sostiene y fundamenta.
Estos dos modos o esquemas evaluativos sucintamente expuestos pueden hallarse en formas puras o en esquemas híbridos y confusos en el ámbito educativo.
Las políticas educativas pueden suscribir a modos reflexivos del proceso de enseñanza-aprendizaje. O a modos menos permeables, tomando la evaluación con carácter de exclusión, como técnica clasificatoria, recurriendo a menudo a argumentaciones naturalistas, capacidades innatas o heredadas, como formas de justificación del fracaso escolar.
Con todo, se trata de una temática compleja, pues la evaluación en el contexto educativo, sus diversos enfoques y los usos del instrumento, se entremezclan haciendo del hecho educativo un proceso difícil de simplificar.
Sin embargo, es necesario develar, a través de mayores prácticas participativas genuinas en el ámbito educativo, la dimensión política de los instrumentos evaluativos en la actual sociedad “meritocrática”, para desnaturalizar las injusticias sociales que la misma escuela tantas veces sostiene y fundamenta.