Actualidad política

Panorama político: Un virus infectó a la oposición; el Gobierno, sin vacuna

Así como hay contagiados sintomáticos y asintomáticos de la pandemia que azota a casi diez millones de personas en todo el mundo, también hay sectores políticos que manifiestan síntomas de querer desestabilizar al Gobierno Nacional. Por el contrario, otros opositores son “sanos”; son quienes tienen responsabilidad de gestión y enfrentan el Coronavirus de la misma manera que lo hace el equipo de Alberto Fernández.  El Frente de Todos “conduce” el problema sanitario generado por el Covid-19, pero aún no encontró la “vacuna” para inocularse de los grupos fácticos de poder que condicionan e intentan limitar su proyecto político y económico.

De la “infectadura” a Vicentin

El Gobierno Nacional cumple 200 días de gestión, de los cuales 100 de ellos los atravesó (y atravesará) con la pandemia, por extensión geográfica, más cruda que haya sufrido el país y el mundo, al menos en el último siglo. Todavía no se sabe cuándo finalizará esta pesadilla. Tampoco nadie puede asegurar que el año que viene no se repita. Todos/as esperamos la ansiada vacuna. Las proyecciones estadísticas de la caída del PBI son eso, proyecciones inestables. ¿Cómo será eso que se denominó la “nueva normalidad”? ¿Qué características tendrá? En el imaginario social aún opera la idea de que cuando esto termine, todo será “como antes”. Como ambición, sí; como realidad, difícil.
La agencia estadounidense Moddy´s anticipó una caída de 8% del PBI argentino para este año, cuando en el país se contabilizaron mil muertes por Covid-19. Al mismo tiempo proyectó caídas más verticales aún en otros países que lideran el trágico ránking de fallecidos y contagiados, como EE.UU. con 10.1% de caída y, para esa fecha, 42 mil decesos. Es casi imposible a esta altura predecir con precisión la caída del PBI local, cuando no se sabe dónde terminará la principal potencia de la región, que ya cuenta con más de un millón 152 mil contagiados y casi 43 mil muertos. San Pablo tiene una población similar a la de toda la Argentina, pero más de cuatro mil muertos diarios. Brasil atraviesa, además, una profunda crisis política por falta de liderazgo de su inconsciente presidente, Jair Bolsonaro. El FMI pronostica 9.9% para nuestro país. Con todo, aquí hay sectores del Gobierno que evalúan que la caída podría llegar hasta el 12% a fin de año. Eso podría suceder, lo que jamás se toleraría ni ética ni políticamente es una crisis sanitaria donde los sistemas público, de obras sociales y privado, no puedan dar respuestas a la demanda de camas de terapia intensiva, respirados ni recursos humanos para la atención de las/os pacientes. El responsable será, indefectiblemente, el Gobierno Nacional, y luego los ejecutivos provinciales y locales.

La crisis económica no es responsabilidad del Presidente actual, el pueblo lo sabe; por ello culpabilizó y echó por los votos al gobierno anterior. La oposición dura, la que no tiene ni responsabilidad de gestión ni escrúpulos, también lo sabe. Es consciente que “todos (no) somos Vicentin” y que es un despropósito conceptualizar a este Gobierno como una “infectadura”. Por allí podrá desgastar al gobierno del Frene de Todos y hasta “trabar” ciertas medidas económicas y políticas importantes, pero no erosionarlo hasta la desestabilización. Por ello es que abogan por levantar la cuarentena “más larga del mundo”, como si todo el país fuese el AMBA y como si no se hubieran habilitado muchas actividades. La flexibilización de hecho es muchísimo más amplia que la legal. La consecuencia de la postura de esos políticos implicaría el colapso del sistema sanitario, como sucedió en otros países, desarrollados o no: norte de Italia, Ecuador, Perú, Chile, Brasil. ¿Quién sería el responsable? El Gobierno: en ese contexto, los medios masivos de comunicación invadirían las pantallas con el periodismo más “amarillo” (en todo sentido) posible, y el plan de desestabilización resultaría muchísimo más eficaz; triste, inmoral, pero eficaz. Una de las periodistas preferidas del Macrismo, Silvia Mercado, aseguró que “la verdad que sí. Encontraríamos más sentido –con 20 mil muertes- a las restricciones. Así, es muy difícil.” Mercado, un dato menor luego de semejante “sincericidio”: sí de afirmación, se escribe con tilde; si condicional, sin acento ortográfico. En la misma línea, el presidente de la Unión Cívica Radical, Alfredo Cornejo, aseguró que “hay pocas muertes” y la cuarentena “se extiende a tontas y locas”. La política puede ser la actividad más pura en pos del bien común, o puede ser esto; al fin y al cabo, es ejercida por personas que integran nuestra misma sociedad. Algunos dirigentes políticos están infectados de odio, y lo ponen por delante del interés colectivo que dicen representar.
Por el contrario, más allá de las posturas ideológicas, los opositores que gestionan actúan con mayor responsabilidad. El gobernador de Jujuy, Gerardo Morales, quien no es precisamente un blando, allí tiene todavía como presa política a Milagros Sala, no dudó en volver a fase uno. En eso está también, susceptible a las presiones partidarias, Horacio Rodríguez Larreta. Pero no se comportan igual que los anteriormente mencionados, en estos momentos críticos no manifiestan síntomas de odio.

Marchas y contramarchas

La movilización de “Todos somos Vicentin” es contra el Gobierno y contra la (y el Banco) Nación. Ése sí, verdaderamente, somos todos. Y lo vaciaron para beneficiar a la exportadora. No les importa, parece… La marcha no fue masiva y muchísimo menos trasversalmente clasista. Estuvo nuevamente focalizada en dos bastiones opositores: la ciudad de Avellaneda, sede de la empresa, donde todos/as están directa o indirectamente vinculados culturalmente a Vicentin, y la Ciudad de Buenos Aires. Pero los planos cortos de los canales de TV y las tapas de los diarios le dieron tal repercusión que lograron, otra vez, ganar una batalla cultural. Lo más importante de un Gobierno son sus políticas, luego viene la comunicación. Aquí se falló en ambas: no se puede exponer al Presidente con una medida tan importante sin haber acordado previamente con el gobernador local, con los actores involucrados (productores), ni haberse asegurado los votos en diputados, propios y ajenos necesarios. Luego, la comunicación fue defensiva. Tarde, se pagó un costo político sin haberse obtenido ningún rédito: controlar la exportación de granos que, en parte, se hace evadiendo sin “pesar” lo que sale por los puertos, ni se cuenta con mayor información para obligar a que los exportadores liquiden los dólares retenidos para la especulación. Para ello, el Gobierno dispondrá que quienes no liquiden las exportaciones cuando cierre la campaña de este año, al 30 de septiembre, lo harán después pero con el valor del dólar a esa fecha, más allá que obviamente haya aumentado. Están en juego aproximadamente u$s 6.800 millones.

Avanza la causa penal, y ahí el Gobierno tendría todas las de ganar para desplazar a las autoridades que vaciaron Vicentin.

Ahora se ensaya la salida propuesta por el gobernador de Santa Fe, Omar Perotti, que tendría la ventaja política, precisamente, de ser una salida del conflicto decorosa para el Gobierno. Pero tiene la dificultad de que se hace “presente” con una silla interventora una provincia donde la derecha es fuerte. Ahora gobierna el Peronismo, ahora…. Además, lo más importante, habrá que ver si lo central sigue en pie, esto es, el control estatal de una empresa pública. Veremos si verdaderamente es una salida “superadora”.

Ésta es la “causa concursal”, pero paralelamente avanza la penal, y ahí el Gobierno tendría todas las de ganar para desplazar a las autoridades que vaciaron la empresa y nos perjudicaron a todos con los $ 18.500 millones de los préstamos del Banco Nación. Es por esta razón que el Banco es querellante en la causa Vicentin (no somos todos).
Otra contramarcha, ésta para bien, será la de mayor restricción en la zona AMBA, seguramente hasta el 15 de julio. Es positiva porque era indudable que iba a suceder. Lo que estaba en discusión era si se daba de manera planificada políticamente como plantean los gobiernos Nacional y de la provincia de Buenos Aires, o producto del colapso del sistema sanitario que traería el caos social, como apuestan los opositores irresponsables. Por el bien de la salud de todas/os, parece que primó la razón sobre la sinrazón.

“Pasaron cosas”

La causa del espionaje ilegal sí que avanza, y ésa es una carta fuerte con la que cuenta Larreta para resistir las presiones de sus aliados políticos partidarios, mediáticos y del poder judicial. Él ahora es querellante en la causa, y con esa información puede presionar fuertemente en la interna a Mauricio Macri y su banda. Ya hay un detenido, el ex espía y funcionario de la AFI, Alan Ruiz. Esperemos que se haga justicia y las penas no alcancen sólo a los cuadros intermedios.
Pasaron seis meses desde que Alberto Fernández asumió, parecieran seis años. Fueron 200 días, la mitad en cuarentena. Llegan los momentos decisivos; en la pandemia, en la política y en la economía. El pico de contagios; las medidas que hacen decidir a cada uno dónde va a posicionarse polítimente; la crisis económica y el cierre dilatado de la renegociación de la deuda.  Con marchas y contramarchas; con avances y resistencias; con oficialismo y oposiciones, por ahora, más de una, no unificada. El Gobierno no puede “esperar” la vacuna, sino, como contra el Covid, salir al territorio, a la cancha.
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