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Francia: la rebelión popular que Macron no esperaba

La reforma previsional por decreto fue la gota que rebalsó el vaso, así lo definen los principales sindicatos galos.

Bloqueos de vías, quema de autos, acumulación de basura en las calles y piquetes en puentes son algunas de las acciones que los gremios realizan en rechazo a la decisión del presidente Emmanuel Macron de imponer la reforma de jubilaciones de manera arbitraria.

La huelga está lejos de agotarse y plantea un desafío mayor para el presidente francés. El último antecedente de una masiva protesta fue la revuelta de los chalecos amarillos en el 2018.

Los principales sectores que paran son el transporte, la energía y la educación.

La reforma previsional lleva la edad para jubilarse de 62 a 64 años. Y eleva de 42 a 43 los años de aporte.

Los más afectados por esta reforma

Jóvenes de sectores populares que acceden a trabajos precarios y migrantes que nunca podrán alcanzar la edad para jubilarse.

El argumento de Macron es el déficit y la imposibilidad que afrontaría el Estado de pagar jubilaciones a partir de los 62 años. Sin embargo, el equipo técnico encargado de asesorar a Macron no sostiene lo mismo. Hay caja para cumplir con esa obligación.

El contexto

Francia necesita reconfigurar su matriz productiva y energética. Su objetivo es construir un liderazgo a nivel regional que la independice de los tironeros geopolíticos que mantienen EEUU, China y Rusia. La nación gala requiere de inversiones públicas para generar este cambio y Macron corta por la línea más delgada.

Otro punto interesante en esta decisión de Macron de imponer la medida sin debate en la Asamblea Nacional fue la presión de los mercados que ya le habían advertido que no le prestarían dinero a tasas razonables en caso de que no aprobara la reforma.

El descontento popular lo aprovecha la ultra

Dos de cada tres personas, según los sondeos, se oponen a la reforma jubilatoria. La pregunta es, hacia dónde se traslada el enojo popular. Este es el último gobierno de Macron.

La ultraderecha se aprovecha y capitaliza el descontento. La líder de Agrupación Nacional, Marine Le Pen, quien se opuso a la reforma por decreto, declaró hace unos días que Macron está llevando al país a un estallido social.