Economía

Cómo reducir la brecha entre los dólares: ¿devaluación o reservas?

Por Facundo Budassi CEPA

La distancia nominal que separa las cotizaciones del dólar oficial con el paralelo es motivo
de múltiples controversias, pero sobre todo es fuente de la elevada inflación.


La remarcación de los precios de los productos en miras a la cotización del dólar paralelo no
constituye ninguna novedad en la economía doméstica. La fiscalización que la aduana llevó
adelante en el Mercado Central de Buenos Aires expuso abiertamente la operatoria de
importadores de frutas. Las empresas realizaban compras externas en dólar oficial y
vendían en el mercado interno a cotización blue.
Esta gran divergencia de precios no sólo motiva ganancias fenomenales para las
importadoras, sino que impacta directamente en los valores que enfrenta el consumidor final
a la hora de realizar la compra.


Posiciones encontradas


La grieta política, económica, histórica y social Argentina se traduce también en las
posiciones a tomar en cuanto a las políticas destinadas a achicar la brecha cambiaria. Por
un lado, la oposición busca imponer una agenda devaluatoria para llevar a la unificación
cambiaria. Es decir, llevar el valor del oficial al blue.
Por el otro, el Gobierno y los frentes populares intentan contener la cotización oficial
buscando, de forma desesperada, la protección de las reservas del Banco Central, ya sea
mediante cepos cambiarios, multiplicación de tipos de cambios, aplicaciones del Sistema de
Importaciones de la República Argentina (SIRA). Todo ello con el objetivo de asegurar un adecuado
desarrollo de las operaciones de comercio exterior y las negociaciones bilaterales con las
potencias emergentes ,para llevar a que las transacciones comerciales internacionales se
realicen en monedas que queden por fuera de la órbita del dólar.
La primera propuesta atrae por su simplicidad, pero, de llevarse a cabo, sus efectos
perniciosos se manifiestan rápidamente en cuanto producen de inmediato el incremento de
todos los precios de la economía. Si bien existen este tipo de remarcaciones aprovechando
la brecha, no todos los saldos internos del mercado argentino están siguiendo a rajatabla la
cotización blue de la divisa norteamericana. Por lo cual, una devaluación general del dólar
oficial llevaría a que esa posibilidad se materialice y el costo, obviamente, caería sobre el
ciudadano de a píe.

El oficialismo plantea apretar los
dientes para no contraer la actividad y contener los precios mediante fiscalizaciones para
mantener el desarrollo normal de la actividad
.


La experiencia cercana habla por sí sola: sobre fines de 2015, el debate sobre la brecha
había colonizado la discusión electoral y durante los primeros pasos del gobierno de
Mauricio Macri se decidió la devaluación del peso frente al dólar. La justificación del equipo
económico dirigido por Alfonso Prat-Gay era que la economía ya funcionaba en torno al blue
y que la devaluación no produciría ningún cambio negativo en la dinámica interna. Pero algo
falló.
El 16 de diciembre de 2015 fue cuando el por entonces ministro de Economía anunció el fin del
cepo, y el dólar pasó a cotizar 14 pesos eliminando la brecha y las valuaciónes paralelas.
Pero el sendero de los importes se alejó de lo proyectado por Prat-Gay. En los tres meses que pasaron desde la devaluación inicial, la depreciación del peso alcanzó el 50% y la
inflación un 10%, marcando una aceleración que más que duplicó los registros anteriores.
El combo recesivo se completó con la agresiva política restrictiva del Banco Central
conducido por Federico Sturzenegger, que aterrizó forzosamente la actividad económica
obligando al PBI a caer un 2% en enero. Al parecer, el diagnóstico había sido equivocado y
los precios en su conjunto respetaban la cotización oficial.

La oposición busca imponer una agenda devaluatoria para llevar a la unificación
cambiaria.


La propuesta del actual oficialismo está imbricada en una mayor complejidad: apretar los
dientes para no contraer la actividad y contener los precios mediante fiscalizaciones para
mantener el desarrollo normal de la actividad. La posibilidad de ajustar la brecha queda
sujeta al despliegue político y de convencimiento que el oficialismo pueda poner en práctica:
seducir al Fondo Monetario Internacional para lograr desembolsos anticipados que cubran
el desfalco de divisas propiciado por la sequía; frenar las corridas mediante intervenciones
de mercado; y esperar ampliar la utilización de monedas alternativas para no afectar la
disponibilidad de dólares. En definitiva, el método es mucho más tortuoso, pero busca
desinflar la brecha sin empujar una recesión y un incremento superior de la inflación.
Achicar la brecha llenando las reservas o “sincerando” las existentes, ésa es la cuestión.
Será la ciudadanía la que tenga a su cargo votar por la mejor estrategia, pero es
responsabilidad de los dirigentes lograr un consenso operacional en torno de buscar una
estrategia común para la conducción del mercado de divisas, que tenga el menor impacto
posible en los bolsillos de los Argentinos.

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