La política después de la proscripción
La condena a Cristina, su futuro político y el de Peronismo. El panorama preelectoral. La táctica de la oposición. El pueblo.
“El 10 de diciembre de 2023 no voy a tener fueros, (Héctor Magnetto) va a poder dar la orden a sus esbirros de que me metan presa, pero mascota, jamás”. Los poderes Económico y Judicial inhabilitaron de por vida a Cristina Fernández para ejercer cargos públicos y le dictaminaron seis años de prisión. Lo que no lograron siendo oficialismo, lo consiguieron como oposición, en el propio gobierno del Frente de Todos.
La Vicepresidenta había dicho hasta el cansancio que su condena en la causa vialidad ya estaba escrita. Ayer, luego de la condena confirmó que no su “nombre no irá en ninguna boleta”. Antes, ella había construido políticamente la idea de que iba a ser candidata -no estaba claro a qué-, pero precisamente para poder decir que no se presentará con poder político acumulado, más allá de lo que determinara el “pelotón de fusilamiento” que la juzgó. De hecho, hoy o el año que viene podría presentarse a cualquier elección. La última palabra en este tema fue de Cristina, no del Poder. La proscripción al Peronismo no es nueva, es histórica. En América Latina se hace cada vez más común (Rafael Correa, lo fue Lula Da Silva en Brasil, que ahora volvió). ¿Volverá? ¿Será parte de un “operativo clamor” para que sea candidata? No parece. Esta condena erosiona aún más su imagen negativa en amplios sectores de la sociedad, aunque fidelice su apoyo entre los propios y la posicione como la principal dirigente del país, y la más lúcida.
“Yo no soy mascota. Nunca voy a ser mascota del poder”.
“El poder económico y mediático controla en una suerte de Estado paralelo y coarta. Es un sistema disciplinador de la dirigencia política argentina.” Esta sentencia disciplina a cualquier político: si alguien tomara medidas contrarias a los intereses fácticos, ya sabe la que le espera. Así, todos nosotros estamos limitados a elegir entre dirigentes que no se van a animar a ir en contra del status quo. En consecuencia, lo que está condicionado es todo el sistema democrático.
“No voy a someter a la fuerza política que me dio el honor de ser Presidenta dos veces y Vicepresidenta una a que la maltraten en periodo electoral”. El Peronismo será revolucionario o no será nada. Bueno, gran desafío: o enfrenta a los poderes fácticos o corre el riesgo de terminar siendo nada.


Los nuevos escenarios
Ahora el Frente de Todos tendrá otro candidato consensuado, muy probablemente Sergio Massa, al menos es lo que se dice en el Instituto Patria. Y suena lógico, siempre y cuando logre desacelerar el proceso inflacionario. Si esto no sucediera, difícilmente cualquier representante de ese espacio cuente con reales posibilidades de ganar la elección. Massa irá acompañado de un gobernador o Wado de Pedro, y rodeado por el sector de Cristina, sobre todo en el conurbano de la provincia de Buenos Aires. Es una táctica similar a la del 2019. Hoy por hoy es difícil imaginar otra. Lo central será no repetir errores: tener claro qué se quiere hacer en el Gobierno, cómo se discuten las diferencias y se llega a la síntesis necesaria. De lo contrario, y en el mejor de los casos, será una buena herramienta electoral pero un pobre Frente de Gobierno.
En esa “nueva” construcción política, Alberto Fernández pierde cada vez más fuerza. No podrá ser candidato y tampoco incidirá en la confección de las listas. Armado político propio, no tiene.
¿Qué hará el Peronismo?
Como es difícil adivinar, vayamos al ejemplo inmediato: el intento de magnicidio contra Cristina. El PJ, la CGT, muchos gobernadores, no hicieron nada, por lo que es de esperar que ahora tampoco hagan demasiado. A los dirigentes “justicialistas” nunca les cayó del todo bien Cristina Fernández.
Ayer no hubo movilización en contra de los jueces y de los grupos económicos porque no se organizó, ni siquiera desde el propio Kirchnerismo. Es una táctica, parece que no da resultado. Una posibilidad es cambiarla.
Con una dirigencia disciplinada, una democracia condicionada y un pueblo limitado, el resultado es muy peligroso.
El Peronismo, entendido como el movimiento Nacional y Popular, deberá volver a las bases, si es que quiere ser central en la historia: la movilización, la calle y, sobre todo, hacer política en el territorio. Da la sensación de que la política de los twets no da buenos resultados, ¿no es cierto? Y no le cabe sólo a los albertistas… Si el problema es político, no jurídico, y el poder Judicial está coptado por los grupos económicos, quizás la respuesta debiera ser política y no “dar explicaciones jurídicas” de quién es éste juez y con quién se junta aquel funcionario. La minoría politizada ya lo sabe, y a la amplia mayoría despolitizada no le interesan el listado de nombres ni los cargos. Hacer política y poner el cuerpo en el territorio es más complicado.
La oposición de Juntos por el Cambio se sentirá otra vez cebada y volverá a mostrarse como verdaderamente es: violenta, ultraliberal, reaccionaria y antipopular. Seguirá transparentando que irá por todos los derechos sociales y laborales. El que avisa no traiciona, ahora hasta lo escriben en telegram. “Dame el gusto de ir a buscarlo con un patrullero nuestro que lo hago cagar…”, nos anticipa Mauricio D´Alessandro, el ministro de Seguridad de Horacio Rodríguez Larreta. Los jueces escuchan y aprueban en los chats. Se ríen… Todos pagos por Clarín. ¿Podrían el año que viene en la presidencia hacer algo que nos sorprenda? Con una dirigencia disciplinada, una democracia condicionada y un pueblo limitado, el resultado es muy peligroso.
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