¿Cómo vive Berlín la guerra en Ucrania?
La doble vara es tendencia en los medios occidentales. La UE intenta liderar un proceso que le costará muy caro. Zelenski, el bueno y Putin, el malo.
Desde Berlín
Durante la gran crisis de refugiados en 2009, desde muchos balcones de la ciudad de Berlín flameaban banderas con frases como: “Bienvenidos refugiados” y “Fronteras libres”. No había insignias patrias de ningún bando. Hoy, ese paisaje cambió. En la ciudad con solo levantar un poco la mirada ya encuentras banderas de Ucrania por doquier. No importa el barrio, pobre, acomodado. En casas, comercios, organismos del Estado, museos y tiendas turísticas. Parece que en la batalla simbólica se impusieron el azul y amarillo.
Hace poco entré a una tienda de diseño en el popular barrio de Kreuzberg (estación del metro Kottebusser Tor, más conocido como “Kotti”). Revolví una caja llena de pins. Encontré uno con la consigna “Fuck Putin”. Le pregunté a la vendedora si tenían otro que dijese “Fuck Zelenski”. Me respondió que a ella no le interesa la política. Sin embargo, vende accesorios con consignas políticas que comprarán por supuesto miles de jóvenes. Era preferible un “No a la guerra”.
Pero las frases vacías también abundan en los medios de comunicación alemanes. Muy pocos, cooperativos en su gran mayoría, son los que se animan a dar un debate pero con datos de la historia que ayudan a comprender lo que hoy acontece en Ucrania.
En los medios tradicionales hay baches históricos y doble vara. Los analistas hablan de combatir a Vladimir Putin, su autoritarismo, en nombre de la “democracia occidental”. Una democracia que vaya si no está en crisis con niveles de desigualdad sin precedentes y con el avance de la ultraderecha. Una democracia que aumenta el presupuesto en defensa y recorta la ayuda social. Cuando se refieren a la lucha en Ucrania por la democracia pareciera ser que han olvidado el estado de la democracia en Ucrania en los últimos años.
El investigador berlinés Meinhard Creydt menciona en su nota titulada “Ukraine-Krieg: Drang zum eindeutigen Bekenntnis” (“Guerra de Ucrania: urge un compromiso inequívoco”) para Telepolis, que la revista The Economist publicó una clasificación internacional de la democracia en la que Ucrania ocupó el puesto 86 en 2021, por detrás de Mongolia, Tailandia y El Salvador.
También destaca todo el proceso del Euromaidán (protestas con sospechas de haber sido incentivadas desde Occidente, Washington y Europa para desestabilizar gobiernos que podían tener alianzas con Rusia) y la persecución al partido comunista en 2012 con violentos ataques a sus oficinas y amenazas a sus dirigentes. Y enumera también toda una serie de episodios como cierre de canales de televisión en 2021 y censura a periodistas de izquierda tras el estallido de la guerra. Todo lo dicho aquí no significa que Rusia sea la panacea de la democracia. Pero hay que recordar también que no sólo Moscú prohibió a Facebook, y medios de occidente, también lo hizo Alemania. Desde Berlín no se puede acceder al portal de noticias ruso RT. Libertad de expresión ni aquí ni allá.
Cada día que pasa se refuerza más la idea de que Zelenski es el bueno, el indefenso y Putin el malo y todopoderoso. Europa apuesta a una derrota de Moscú. Un objetivo que pareciera ser la excusa para reconstruir la imagen de un bloque desgastado y sin protagonismo político. Pero tiene una necesidad incipiente de construir un nuevo “nosotros”, aunque un nosotros que hoy responde a los lineamientos de la OTAN.